Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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AdoptAME les dio más que un hogar: ¡una oportunidad!

Martín y Toto, Ignacio junto a Pancho y Lola y Susana con Galo son los protagonistas de tres experiencias de adopción de perros de la Plaza Rivadavia mediante una campaña municipal. ¡Se puede!
AdoptAME les dio más que un hogar: ¡una oportunidad!. Domingo. La Nueva. Bahía Blanca

Toto, Pancho, Lola y Galo eran perros de la calle que vivían en inmediaciones de la Plaza Rivadavia. Sabían lo que era pasar frío, hambre y hasta maltratos.

Tenían algo más en común: eran candidatos del programa AdoptAME, impulsado el año pasado por el área de Veterinaria y Zoonosis de la Municipalidad, a encontrar nuevos amigos humanos dispuestos a darles un hogar, a propiciarles cuidados y a tenerles paciencia.

Pese a su situación de vulnerabilidad y a estar estigmatizados como perros "problemáticos"o "conflictivos", tenían mucho para dar.

Martín Van de Genachte, Susana Miranda e Ignacio Caspe los adoptaron y hoy están felices con los resultados.

Son la prueba de que con el compromiso que implica llevar a cabo una adopción responsable los animales que nunca tuvieron un hogar o que fueron abandonados pueden adquirir nuevos hábitos y dar y recibir mucho amor.

Conexión inmediata

Habían pasado dos semanas de la muerte de su perro Conde, un manto negro con quien Martín Van De Genachte había compartido 15 años de su vida y no lograba reponerse. Sentía un vacío enorme. Y pensó que una manera de sanar ese dolor era adoptando a un perro sin hogar.

Quería rescatar a alguno de la calle pero solían escapar, asustados o desconfiados. Por eso tuvo la idea de escribir en un buscador de internet: "Adopción de perritos Bahía Blanca".

-Pensé ¿Por qué comprar? No por la guita, sino porque habiendo tantos sin hogar me pareció mejor hacer un bien.

Así llegó hasta la página de la AdoptAME, campaña que lanzó la Municipalidad el año pasado, para dar en adopción a los perros que se encuentran sin hogar y que circulan habitualmente por la Plaza Rivadavia y sus alrededores.

Allí encontró fotos de varios de ellos y una breve descripción de sus características, y enseguida eligió a Barbuchín, un mestizo tipo fox terrier de dos años, quien hoy responde al nombre de Toto.

-Era lo que estaba buscando. Era mediano, dos años, y me gustó por su simpatía y por lo que decían de él, que era obediente.

No lo decepcionó. Se portó bien desde el primer día. La primera noche que pasó en su nueva casa durmió como si hubiera encontrado su lugar en el mundo.

-Se fue a acostar y nada de rascar la puerta. Ni siquiera lloró ni ladró. Parecía que había estado esperando un hogar.

Hoy son compañeros inseparables. Salen juntos a pasear todos los días y cuando hace mucho frío, Toto tiene permitido dormir en una habitación contigua, en un colchón especial aunque también tiene su cucha al aire libre.

-Tenemos una conexión bárbara. Estoy muy contento. No me dio trabajo para nada.

Martín asegura que se sintió acompañado durante todo el proceso de la adopción ya que la veterinaria Dina Caporossi, coordinadora en la campaña, se comunicó con él frecuentemente en los primeros días para realizar un seguimiento del caso y tratar de que la experiencia resultara positiva para ambos.

-Toto llegó castrado y vacunado contra la rabia. Enseguida le compré un pretal porque me dijeron que era medio escapista. Te das cuenta por como corre ¡Tiene una velocidad! Igual, en ningún momento trató de escapar”, comentó.

Contó que también se lleva muy bien con Chiru -apócope de Chiruza- una caniche toy que vive con su mamá Marta. Presentarle nuevos amigos caninos fue otro de los desafíos superados.

Martín y Toto, hoy comparten muchas cosas.

-Le enseñé a jugar a la pelota. Se ve que nunca se la habían tirado para que él pudiera alcanzarla. La primera semana me preocupé porque pensé que no sabía ladrar. Ahora lo hace cuando jugamos.

-¿Cómo es su carácter?

-Es tímido y sumiso. Le cuesta hacerse amigo de la gente que no conoce, de los amigos que llegan a casa, pero es cuestión de media hora y después se acerca y está como si nada.

-¿Tienen códigos?

-Sí, yo todos los días le doy un premio. Él ya sabe. Cuando estoy cerca de la heladera y lo llamo es porque le voy a dar un caramelo. Lo acaricio mucho, le encanta. Es como tener un hermano. Sufrí mucho con la muerte de Conde. Él es el compañero que estaba buscando.

Los tocayos de la casa

Juan Ignacio “Pancho” Caspe, quien se desempeña como subsecretario de Acción Social de la Municipalidad venía pensando desde hacía un tiempo que cuando dejara el departamento en que vivía para mudarse a una casa con patio, adoptaría un perro y, por esas cosas de la vida, terminó adoptando dos.

-Me avisaron de la existencia de la página y empecé a mirar perros. Enseguida elegí a Pancho, que se llamaba como yo, y ahí vi que tenía una hermana, Lola. Y decidí quedarme con los dos”, contó feliz.

Además, Lola no era cualquier nombre. Así se llamaba la última perrita que Ignacio había tenido y la cual había fallecido hacía unos seis meses en la casa en que vivían sus hijos Lourdes, de 13 años, y Agustín, de 9.

-De chico tuve un Collie pero, ya de adulto, siempre tuve perros de la calle. Una vez que fui papá siempre me pareció que adoptar era lo mejor.

La primera en aterrizar en su vivienda fue Lola. Días después llegó Pancho.

Cuando los adoptó, el año pasado, tenían 9 meses. De hecho, fue una de las primeras experiencias de la campaña.

-Tuvimos cero situación de conflicto con la gente. Me dan una compañía constante, respetan un montón y tienen un amor... Son muy guardianes”, dijo.

Contó que su tocayo canino es el que hace más lío. De hecho, en verano, cuando se habilita la pileta familiar, es mejor no olvidarse una ojota en el patio porque “fuiste”.

Lola es más dominante. Se impone al momento de comer y es la primera que salta encima suyo cuando lo ve llegar a casa.

-Estoy contento porque se decía que podían morder y jamás ocurrió nada.

De hecho, ni siquiera demostraron intención de escapar, que era algo que me marcaron que podía llegar a suceder.

-Salen conmigo hasta la puerta, se quedan un rato y entramos otra vez. Lo pasan mucho en el patio pero también hemos salido a pasear en el auto.

Hoy son cómplices en juegos y paseos y una mutua compañía.

Al rescate de Galo

Susana Miranda tenía dos perras de raza y muchas ganas de darle la oportunidad de un hogar a un perro callejero.

Entonces, en octubre del año pasado, vio una comunicación en las redes sociales de la proteccionista independiente Andrea Villar en la que contaba que un perro de la Plaza Rivadavia que había llegado hacía poco y estaba deteriorado. Era de caracter muy dulce y tranquilo.

-Acostumbraba a correr los coches y era peligroso. Yo había escuchado gente rezongar por los perros de la Plaza Rivadavia y me pareció que estaba bueno no solo sacar un perro de la calle sino sacar uno de la plaza.

Quedaron en encontrarse pero por un imprevisto Villar no pudo asistir. No obstante indicó a Susana dónde solía estar el perro. Frente al Banco Francés.

-Fui a buscarlo, lo encontré, le puse el collar que llevaba y lo subí al coche. me lo traje a casa sin ningún problema. Re manso. Se llamaba Vago y le puse Galo, porque ya no iba a ser más vago.

La adopción se formalizó a través de AdoptAME, con la visita de los responsables del programa.

Sus perras Kira y Fiona -de raza pastor del cáucaso, hermanas, de 10 años-, al principio le gruñían pero hoy toman sol y duermen juntos.

Cuando llegó a su casa tenía marcas de dientes, estaba muy flaco y le faltaba pelo.

Hoy, recompuesto, pasea todos los días por el barrio Patagonia con Cristian, su paseador y los fines de semana, con sus dueños.

Galo, cuando estaba en período de adaptación al nuevo hogar, se escapó pero lo encontraron y regresó al hogar. Fue la única vez.

En los últimos meses tuvo un glaucoma en uno de sus ojos y recibió atención veterinaria.

-Estoy chocha porque al no ser cachorro no hizo destrozos, ni rompió las plantas.

Es muy juguetón, afectuoso con las personas y adora a los niños. Ya casi no persigue a los autos.

-Cuando ve a mi nieta de tres años y medio se desespera de alegría. No le da abasto el movimiento de la cola. Todo el mundo me dice "Qué buen perro".

La campaña

La veterinaria Dina Caporossi es hoy el nexo entre los posibles adoptantes y los perros del programa AdoptAME que inició en septiembre del año pasado. Le contó a “La Nueva.” cómo se realiza el proceso de adopción.

-¿Cómo es el procedimiento de adoptar?

-La gente entra en la página (www.bahia.gob.ar/adoptame/) ve las fotos de los perros, sus descripciones y elige el que le parece que puede ser su compañero. Luego, ingresa una solicitud muy sencilla por mail con el código del perro elegido. Nos comunicamos con el interesado y lo entrevistamos para que nos cuente por qué quiere adoptar y en qué condiciones lo puede tener. La idea es ver si el ambiente que se le ofrece es el adecuado.

-¿Puede suceder que ese perro no sea el ideal para esa persona?

-Claro. Si notamos que la elección no es la adecuada podemos recomendarle la adopción de otro perro que a lo mejor sí podría adaptarse, porque es más dócil o porque le gustan los niños u otros perros. Cada caso es distinto.

-¿Deben tener ciertos recaudos?

-Sí, se trata de perros de la calle por lo que hay que ser muy cuidadosos en cuanto al cerramiento para que no se escapen. Una vez que el perro se siente parte de una familia y del lugar ya no se escapa.

-¿Cuánto tiempo se acompaña al adoptante desde la campaña?

-El acompañamiento dura un mes. Se realiza mediante un seguimiento semanal vía telefónica y les damos un teléfono para hacer consultas. Si va todo bien, al mes se hace una visita para ver como va el proceso de adopción. Si es necesario acompañar más tiempo, se puede prolongar.

-¿Qué pasa si el adoptante no puede establecer un vínculo con el animal?

-Siempre se le da la posibilidad de volver atrás. Pero hasta ahora, salvo en un solo caso todos se adaptaron muy bien.

-¿Todos los adoptados vivían en la Plaza Rivadavia?

-Sí, por ahora, todos los perros del programa son los que viven en la Plaza Rivadavia o en sus inmediaciones, en pleno centro, porque son los que resultan más problemáticos.

-¿Puede un perro aprender a modificar los hábitos aprendidos en la calle?

-¡Sí! Totalmente. Son perros que nunca tuvieron un compañero humano permanente a seguir. Puede que haya gente que a lo mejor estableció una relación con ellos porque les dio de comer pero son animalitos que no tienen esa figura y una vez que la encuentran logran adaptarse.

-¿Qué hay que tener en cuenta a la hora de adoptar a estos animales?

-Es una adopción que requiere de un poco más de paciencia por parte de los adoptantes para enseñar hábitos pero es totalmente posible porque en general son perritos que buscan cariño y cambian su actitud enseguida. Hay que hacer un trabajo de ganar su confianza, su cariño y, en general, esto se logra.

En lista de espera

Hay 15 perros en adopción en este momento, a través de AdoptAME.

“Joven, tamaño entre mediano y grande, tranquila, muy amigable y dulce, sociable con animales. Ideal para familias y personas mayores, sobre todo para dar y recibir amor”, expresa la imagen de "Bella”, en la página.

Acerca de Lobo se indica: "Adulto, tranquilo, sedentario, cariñoso pero independiente. Ideal para compañía de personas adultas . Convive con otros perros".

La iniciativa se sumó a la campaña permanente de esterilizaciones masivas y gratuitas que se realiza a través de tres quirófanos móviles y al trabajo en promoción de educación sobre adopción responsable.

"La adopción es una acto de amor puro, es brindar la oportunidad por primera vez a muchos de estos animales de dar y recibir amor, de recuperar la confianza, integrándose a una familia. Sumate a esta iniciativa, dales y date una oportunidad", se destaca en el programa.