Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Ayudar a nacer, más allá de las fronteras

Dos voluntarias bahienses, la pediatra Natalia Richat y la educadora perinatal y doula María Eugenia Dümmig, colaboraron en la capacitación de parteras en pueblos aislados de Marruecos.
Fotos: Gentileza María Eugenia Dümmig

Por Anahí González / agonzalez@lanueva.com

En el Atlas Medio de Marruecos, en pueblos aislados entre las montañas, las mujeres viven una problemática que las condena -y también a los niños- a un sufrimiento silencioso: el 70% de la población nace con discapacidades que podrían prevenirse si se mejoraran las condiciones del embarazo y nacimiento y se evitara la endogamia.

La mayoría de estas mujeres, por su aislamiento -y por factores económicos, logísticos y culturales- tienen a sus hijos solas o con la ayuda de parteras tradicionales, mujeres maduras de la comunidad que adquirieron sus conocimientos por sí mismas o través del legado de otras parteras aunque no cuentan estudios formales en la materia.

Estas parteras, si bien realizan un buen acompañamiento de las embarazadas, con amor y dedicación, carecen de las herramientas y recursos necesarios para resolver situaciones peligrosas o específicas de emergencia que puedan ocurrir durante la gestación y en el parto.

Al tanto de esta situación, las bahienses Natalia Richat, médica pediatra, y María Eugenia Dümmig, educadora perinatal y doula, elaboraron un proyecto para atender esta problemática.

Se propusieron brindar capacitación y recursos a estas parteras tradicionales para mejorar la salud materno infantil, actualizar a las parteras profesionales y promover la cooperación entre ambas y el sistema de salud. A mediados del año pasado y luego de una campaña solidaria viajaron como voluntarias a Marruecos para concretar su misión: ayudar a nacer, más allá de las fronteras.

En diálogo con “La Nueva.” compartieron esta movilizadora experiencia que fue posible con el aval de la ONG Nousol y el apoyo de particulares bahienses que realizaron sus aportes solidarios conmovidos por esta tarea.

El origen

Antes de viajar en junio pasado, la médica pediatra Natalia Richat visitó Marruecos en dos oportunidades (en 2014 y 2015) embarcada en proyectos relacionados con la investigación de enfermedades neurológicas muy graves en niños para determinar -entre otros puntos- si existía una conexión entre estas enfermedades y lazos de consanguinidad (endogamia) y poder generar conciencia al respecto.

Durante sus estadías, luego de visitar a muchas mujeres de pequeños pueblos y de dialogar sobre sus vidas, costumbres y la forma de traer a sus hijos al mundo, notó que la mayoría de ellas no realizaba controles prenatales con profesionales de la salud.

¿Las causas? En primer lugar, carecían de recursos económicos y de transporte para llegar hasta el hospital más cercano -distante 300 km. por camino de tierra-, pero además no se sentían respetadas en sus costumbres por la parteras de los centros de salud quienes no hablaban su lengua ni compartían su cultura (amazigh) Esta falta de entendimiento derivaba en situaciones incómodas o desagradables: por ejemplo, a menudo debían firmar papeles que ni siquiera entendían.

“Ellas preferían el trato y la relación que construían con las parteras tradicionales, quienes sí hablan su dialecto, no cuestionan sus costumbres y las acompañan desde el amor”, dijo Richat.

En acción

Al equipo de trabajo conformado por Natalia Richat, y María Eugenia Dümmig se sumaron Erin Ryan, partera profesional de EE.UU, dos fotógrafas de España y dos fisioterapeutas y traductoras marroquíes. La primera etapa no fue nada fácil. Las autoridades locales pusieron trabas burocráticas para que las mujeres a las que estaba dirigido el proyecto no recibieran capacitación.

“Ellas -las parteras empíricas- pedían casi con desesperación que las ayudáramos y capacitáramos. Decían que hacían lo que habían aprendido de sus madres o abuelas, o porque Alá se los había encomendado y fueron aprendiendo con la práctica, pero querían saber más”, contó Richat.

La profesional de la salud indicó que las mujeres de este lugar son grandes víctimas del maltrato y que la violencia está tan arraigada que la viven con naturalidad.

“Algunas mujeres me relataron cosas terribles; una llegó a contarme que cortó el cordón umbilical con una piedra, dándole golpes porque no tenía nada a mano”, recordó.

“Como médica tengo mucho para ofrecer a esa gente que nadie escucha, ni ve, ni se imagina que existe. Ellos están cada vez más invisibilizados. Esto es funcional a un sistema en el que reinan las desigualdades. Sumidos en la ignorancia y el analfabetismo, no cuestionan su realidad ni buscan cambiarla”, dijo.

Ardua tarea

María Eugenia Dümmig contó que el equipo de trabajo se alojó en en el centro de la ONG Nousol, en Aghbala.

Allí residen temporalmente voluntarios de distintas especialidades (en su mayoría de España), que llegan a Marruecos para atender a niños con discapacidad y terminan brindando sus servicios a personas de cualquier edad y problema de salud.

En este centro, el equipo del proyecto “De partera a partera” capacitó a las fisioterapeutas/traductoras que, a su vez, educan voluntariamente a las madres del lugar sobre el postparto y la lactancia.

“Ellas hablaban árabe y amazigh (la lengua local bereber) y también francés e inglés. Fueron un nexo entre nosotras y la comunidad local todo el tiempo”, contó Dümmig.

“Lo primero que hicimos fue darles clases a ellas para tener un lenguaje común de la fisiología del embarazo y parto para poder hacer los encuentros con las parteras. Fueron clases geniales, con mujeres muy comprometidas, jóvenes, deseosas de aprender”, señaló.

Se abordaron temas como el control de embarazo (presión, pulso, palpación abdominal para determinar la posición del bebé, latidos, evaluación de la madre), fisiología, necesidades de la madre y el bebé, nutrición y trabajo de parto.

La partera estadounidense Erin Ryan les explicó cómo es la fisiología del parto normal y también qué debían hacer cuando aparecía una señal de alarma para intentar volver a la normalidad. También indicó cuándo no se puede seguir el parto en casa y hay que partir al hospital.

Para cada clase se contó con kits de parto y materiales educativos donados en USA: láminas bilingües, modelos de pelvis articuladas y de bebés con cordón umbilical y hasta modelos de placentas con membranas.

“Luego visitaron a las parteras empíricas locales para ver en qué cuestiones estaban interesadas en capacitarse y llevarles de regalo kits de parto”, dijo.

“Me impactó en gran manera conocer a estas parteras tradicionales, ancianas respetadas de su tribu que hacen su trabajo con gran sabiduría y conexión espiritual”, dijo.

“Fueron unos días muy intensos para la mente, el espíritu y el cuerpo. El calor, el ambiente árido, el trabajo constante. La demanda de tanta gente con la que uno convive y trata a diario. La problemática local de la falta de agua, las cloacas al aire libre y las situaciones tan duras que vive la gente en lo cotidiano que a veces te superan”, contó.

En este sentido, destacó lo fuerte que es sentirse acompañada en la lucha por un ideal.

“Es la primera vez que trabajo como voluntaria impulsada por la energía, donaciones y buenos deseos de la gente de mi ciudad y eso me sostuvo en los momentos difíciles”, dijo.

Otra mirada

La segunda parte del proyecto consistía en generar un nexo entre las mujeres de la montaña y el sistema de salud. Para ello visitaron el hospital de Tizi N'ysli. Allí se presentó el caso de una bebé prematura extrema, Meriam, hija de un matrimonio amazigh, que develó el drama de las barreras culturales.

La doctora Richat, presente en el lugar, atendió a la bebé de 15 días, quien estaba desnutrida y denotaba un posible retraso de crecimiento intrauterino. Tenía fiebre y dificultad respiratoria. La pediatra comunicó a la partera que la niña debía ser internada de forma urgente en Neonatología.

La partera intentó comunicarle a la mamá de la niña, en árabe, la gravedad de la situación pero no pudieron entenderse porque la mujer hablaba el idioma amasigh. Hasnna, una de las traductoras del proyecto explicó a los papás que debían llevar a la bebé a un hospital de mayor complejidad.

“Además de que no se entienden por hablar diferente idioma, el personal de salud no está de acuerdo con la cultura bereber y maltrata a las mujeres”, dijo Richat.

“Comprendí que la problemática es la misma que sucede en el mundo entero, la discriminación y el desconocimiento de las culturas minoritarias, la falta de una mirada intercultural en la salud”, destacó .

El caso Meriam le dio un giro al proyecto inicial.

“A partir de este caso, decidimos continuar con la capacitación de las parteras pero también trabajar con mediadores culturales en estos hospitales para abordar la problemática de las brechas culturales”, dijo.

La profesional quien trabaja en el Hospital de Niños de La Plata -y se formó en la Escuela Normal de la UNS y en Medicina en la UNLP- alentó la promoción del trabajo intercultural donde no hay colonizadores y oprimidos sino culturas con cosmovisiones distintas del vivir, y por ende, de la salud.

Conclusión

No solo objetivos se cumplieron, en gran parte, sino que la mirada de las profesionales se enriqueció y se abrió al abordaje de una problemática de esencial resolución; la interculturalidad.

“La atención de la salud debe tener una mirada intercultural y ser consensuada de manera bidireccional, entre el personal de salud y los usuarios de cada cultura”, evaluó Richat.

“Seguiremos trabajando para aportar un granito pequeño de arena para ayudarnos entre todos a comprender y trabajar desde la horizontalidad y el respeto a lo distinto”, indicó.