Bahía Blanca | Lunes, 06 de mayo

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El destino de una radio de novela

Un aparato armado en 1940 en Bahía Blanca será entregado al Papa Francisco.
El destino de una radio de novela. Domingo. La Nueva. Bahía Blanca

Por Ricardo Aure / haure@lanueva.com

El silencio de radio se rompe de repente. Y la radio tiene la palabra. Entonces dice que nació a fines de los años '40. Y allí está, irradiando su novela desde un “cuerpo” de tres kilos de vidrio tonalizado azul (todo un tesoro para esa época), con perillas transparentes y corte circular perfecto en la zona del dial.

***

Octubre de 2008, Humboldt 52, Club La Falda.

--Mire, tengo una radio de cristal que me gustaría regalarle.

Aquellas palabras de doña Miguelita Matarazzo Picardi nunca podrán irse de la memoria del coleccionista, reparador y restaurador de radios antiguas Carlos Benítez.

Y están mucho más latentes en estos días.

“La anciana se me acercó durante una de mis exposiciones. Tomé nota de su dirección, pero después me la olvidé”.

A la semana, Benítez reencontró el papel y caminó hasta una casa de Rodríguez al 1100.

Timbre. Silencio.

Unos golpes en la puerta. Silencio.

--Señor, ¿busca a doña Miguelita? --le preguntó una vecina.

Miguelita, que se había descompensado un rato antes, era asistida en un servicio de emergencia.

Benítez regresó siete días después. Nadie le abrió.

Y volvió al mes.

Alguien le abrió. Era el hermano de Miguelita, quien le explicó que ella estaba sedada y que no lo reconocería.

Benítez insistió en diciembre, habló como pudo con Miguelita y trató de recordarle su intención de regalarle la radio. Fue inútil. Ya había perdido la memoria.

--La construí yo, a fines de 1940, y se la voy a regalar como ella se lo prometió –-fueron las únicas palabras del hermano.

Entre las manos de Benítez, la radio de cristal azul llegó a su nuevo destino: un estante del pequeño y fascinante museo de la calle Yrigoyen al 1400.

***

Marzo de 2015.

La periodista capitalina Alicia Barrios, amiga personal del Papa Francisco, entrevistó radialmente a Benítez por su colección privada, también conocida en Buenos Aires y en algunos otros países. Muy pronto, tras revisar las piezas en la página de Internet y comunicarse vía Facebook, le hizo saber su intención de comprarle una de sus radios para regalársela al Papa.

“Si bien es cierto que poseo radios de marca, esta de cristal es sencilla como el Papa, y está hecha con mucho amor. Los que la ven dicen que irradia luz y paz”, afirma Benítez, quien no aceptó vendérsela a Barrios.

* * *

Ingeniero electricista nacido en Punta Alta, Carlos Benítez, de 61 años, vive en Bahía Blanca desde que cumplió 25.

“Mi afición por las radios antiguas se remonta a cuando tenía 16 años. Escuchaba LU2 mientras pude armar mi primera radio galena bajo la atenta mirada de mi tío, Isidro Correa, quien ya había construido varios aparatos”.

Las ondas electromagnéticas encantaron de inmediato a aquel adolescente.

Cuando se graduó en la Universidad Nacional del Sur, Benítez prefirió la orientación Potencia y desarrolló su profesión en la Central Termoeléctrica Luis Piedrabuena. También se desempeñó como director de la Escuela Técnica Nº 1, de Ingeniero White.

Ahora, ya jubilado, se dedica plenamente al coleccionismo.

“Mi tarea se intensificó cuando tomé conciencia de que están quienes por meras intenciones comerciales compran radios para exportar o solo para sacarles la parte interior electrónica y venderlas como adornos. Me he pasado más de un mes para arreglar algunas. Por eso me prometí rescatar todas las que pueda en defensa de nuestro patrimonio cultural”, argumenta.

No solo las arregla electrónicamente sino que les restaura las carcasas, ya sean de madera o baquelita.

Todas las radios valvulares de esta colección funcionan perfectamente. Benítez indica que la amplificación que utilizan está compuesta por válvulas que no se fabrican más para la radiofonía y que tienen un frágil filamento, similar a de las lámparas incandescentes. Cualquier movimiento inadecuado puede dañarlas, de allí que su traslado resulta muy complejo.

Más allá del tiempo y del silencio, en el corazón de cada radio palpitan las historias de quienes las han escuchado por décadas en alguna parte de la ciudad o del país.

Estos aparatos también han soportado la contaminación ambiental. Benítez explica que se estilaba ubicarlas en el espacio de la casa en el que sus habitantes pasaban mayor tiempo, generalmente las cocinas, escenarios de las más densas humaredas.

Estoicos testigos vivientes de generaciones, tanto propalaron las noticias de las grandes guerras como animaron los bailes familiares.

La restauración también implica arreglar la parte electrónica, extrayendo el denominado chasis y utilizando técnicas de reparación. Por otro lado se rejuvenecen las carcasas externas ya sea de madera (las más antiguas ) o de baquelita.

***

Alicia Barrios insistió en comprar la radio de cristal que la asombró y Benítez decidió cedérsela. Para fines de febrero, el coleccionista se la llevará personalmente a Buenos Aires. Unos días más tarde, en el Vaticano, la periodista dejará la joya azul en las manos del Papa.

Miguelita jamás lo hubiera imaginado.