Bahía Blanca | Sabado, 27 de abril

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Tiro destronó a Rivadavia del sillón y se subió al torneo Federal A

El aurivioleta logró un histórico triunfo en la definición desde los doce pasos luego de ganar un partido para el infarto (2-1) en los 90 minutos. Javier Oscar Schwab / Enviado especial a Lincoln
Con este cabezazo de Emanuel Tamalet, que puso el 1-0, Tiro Federal comenzó a dar vuelta la historia en Lincoln. Luego llegó el tanto de Bruno Díaz y las atajadas de Lezcano.

La euforia desatada en los festejos del final en un verdadero ramillete humano de jugadores celebrando el ascenso tenía un motivo existencial: la fiesta sólo estaba armada para Rivadavia, que había ganado en el partido de ida dejando una imagen de prácticamente invencible. Era adversidad pura desde todos los ángulos inimaginables, salvo para el cuerpo técnico, los jugadores y algunos fanáticos que se llegaron ayer hasta Lincoln.

Tiro masticó la bronca en silencio, se fortaleció del cachetazo en su cancha, potenció las virtudes de jugadores que no estaban en plenitud –caso Darío Gigena—y le tapó la boca a los que festejaban de antemano, como los mismísimos hinchas albirrojos.

El planteo salió redondito. Perdido por perdido, lejos de meterse atrás, Tiro buscó el resultado desde el primer minuto. Jugó lejos de su arco, arriesgó con una línea de tres y tuvo rendimientos salientes en la zona donde se empiezan a definir los partidos: el medio. Leobono, Tamalet y Filippini jugaron un cotejo de ajedrez, donde cada pieza cumplió su función casi a la perfección, impidiéndole a Rivadavia manejar el balón.

Así fue mermando las energías de un rival que se creyó ascendido antes de pisar al campo de juego. Y lo castigó cuando le dieron el menor resquicio. Franco Ruiz avisó con un derechazo apenas desviado y Filippini, uno de los baluartes por su capacidad para aprovechar los espacios, metió la estocada previa al primer gol: remate seco que apenas pudo desviar Starapoli. De ese córner llegó la apertura. Mal rechazo, centro perfecto del ex Olimpo y cabezazo goleador de Tamalet anticipando a todos.

Vaya manera de poner en aprietos a un conjunto que perdió los estribos.

El repertorio pareció ser el mismo en el complemento. Y lo fue hasta el primer cuarto de hora, cuando los dirigidos por Bonjour se abroquelaron en el fondo y cedieron la iniciativa. Ahí apareció la categoría de Barbosa para gravitar en el área y la picardía de Tolosa –erró dos goles increíbles, uno de ellos de cabeza--, además del oportunismo de Graziani para aprovechar un mal rechazo de Laumann y clavar el empate con un derechazo esquinado.

Seguramente podrá achacársele a Bonjour que demoró en los cambios, pero quién le quita lo bailado si luego corrigió con tres ingresos seguiditos –Bruno Díaz, Martínez Miños y Ehulech—para potenciar un ataque que había perdido consistencia.

Rivadavia se enamoró del empate y Tiro lo fue a buscar. Gigena obró de pivot en el área, Filippini siguió siendo importante, Ceccani se sumó al circuito y “Batman” Díaz se vistió de héroe. Es así, en las películas de villanos siempre aparecen los héroes.

Gigena aguantó de espaldas (ya no podía moverse por una lesión en el gemelo) y bajó el centro de Filippini para la entrada frontal de Bruno Díaz. Lo demás fue bombazo esquinado, silencio sepulcral en la tribuna y festejo desmedido de jugadores que lograron lo imposible.

La tanda de penales estuvo de más. Tiro ya se sentía ganador; todos convirtieron sus remates y sólo quedó lugar para el otro héroe silencioso: Chiquito Lezcano.