Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Tras la cobarde agresión, Olimpo se topó con la piedra que más le dolió

El aurinegro mejoró su faceta de juego en calidad de visitante, pero no pudo doblegar al necesitado Quilmes, en el Centenario. El 2-1 premió al local con algo de fortuna en el segundo tanto.
Entre Villarruel, en el piso, y Carlos Rodríguez no pueden detener a Nicolás Benegas. Olimpo sigue sin poder ganar en calidad de visitante y empieza a sufrir con el promedio.

Javier Oscar Schwab

jschwab@lanueva.com

AOlimpo ayer le dolió la cobarde agresión antes del partido y, también, el resultado adverso ante Quilmes. El equipo no tuvo la misma producción que ante Godoy Cruz y se vuelven a sembrar algunas dudas porque cayó ante un rival directo en la lucha por permanecer en Primera.

Es que el cervecero, más allá de vencerlo 2-1 en el estadio Centenario, lo hizo retroceder un par de casilleros en el fatídico promedio.

Olimpo salió al campo con la idea de forzar las acciones lejos de su arco, algo que logró en los primeros minutos merced a los movimientos de contención de su mediocampo.

En ese parejo andar, en el que ninguno de los dos logró imponer su estrategia, el aurinegro inquietó con los movimientos de Pizzini (elevó un remate de zurda) y la triangulación que procuraron el mencionado Pancho, Correa y Coniglio.

Con Blanco presionando bien arriba, respaldado por Villarruel, el equipo de Cristian Díaz arriesgó mucho más que en los dos partidos anteriores como visitante. Y por eso dispuso de un tiro libre cercano, donde Mansilla apenas falló por milímetros.

Por eso sorprendió que Quilmes, con algunos movimientos interesantes de Andrada, se pusiera en ventaja a los 21m. Un mal rechazo derivó en un cambio de frente para Orihuela, quien buscó la pared con Benegas. El delantero recibió muy solo, dominó y dejo mal parado a Rodríguez (a mitad de camino) para meter un zurdazo cruzado inatajable.

El sorprendido equipo de Cristian Díaz reaccionó de buena manera. Se adueñó del balón y buscó por las bandas, aunque no siempre se resolvió de manera acertada. Faltó precisión y algo de fortuna, como en el pelotazo frontal que peinó Coniglio y Correa, increíblemente y desde una inmejorable posición, dilapidó.

Sin dudas Olimpo hizo méritos para merecer el empate, pero los goles se hacen y no se merecen.

En el complemento, Díaz intentó potenciar el sector izquierdo adelantando a Mansilla (zurdo) y haciendo ingresar a Nicolás Álvarez como lateral derecho, dejando afuera al intrascendente Julián Fernández. Tellechea, en tanto, ocupó el lateral izquierdo.

Los bahienses apretaron más arriba, en tanto Quilmes intentó defender, cuando pudo, con la posesión del balón. El trámite se tornó más cerrado y hubo mayor fricción.

Quilmes se fue refugiando contra su arco y lo pagó caro a los 18, cuando Mansilla hizo gala de su pegada, el uruguayo Rodríguez le ganó a Colotto (se resbaló) y de cabeza definió abajo.

Y cuando parecía que todo estaba a pedir de Olimpo, el local encontró en las variantes y en adelantamiento progresivo un error defensivo del aurinegro que le terminó costando caro. Se durmió en un lateral, Benegas asistió con toque corto a Da Campo, quien tuvo la fortuna de un desvío en Víctor López que descolocó a Champagne.

Olimpo volvió a la carga, pero con el lógico déficit de no poder convertir (la más clarita la tuvo el ingresado Maxi Pérez). Para el aurinegro es otra piedra en el camino… Una piedra que dolió tanto como la de los cobardes que emboscaron el colectivo.