Bahía Blanca | Miércoles, 01 de mayo

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Lo que el tiempo y las tablas dieron

Gloria Menéndez, Oscar Pascuaré y Julio Teves dan clase magistral en cada presentación de A propósito del tiempo, los viernes del corriente mes, en el Centro Cultural La Panadería.
Lo que el tiempo y las tablas dieron. Aplausos. La Nueva. Bahía Blanca

Bromean; siguen sus códigos; se ríen... Autorrefirieron con el término "fósiles" y algún sucedáneo, pero disfrutan como adolescentes y se adueñan de la simpleza que deja el haber dado vuelta y media a cada experiencia.

"Nadie, como ellos, podría hacer lo que hacen en escena", confirma Alejandro Méndez, quien dirige a Gloria Menéndez, Julio Teves y Oscar Pascuaré en A propósito del tiempo, la obra de Carlos Gorostiza que se presenta durante los viernes de este mes y el próximo en el Centro Cultural La Panadería (Lamadrid 544).

A propósito del tiempo cuenta acerca de una pareja añosa, que vive su cotidianeidad sumida en una situación aislada, hasta que reaparece un antiguo amigo.

La presencia reanima fantasmas, remueve fantasías, moviliza anhelos y rescata sueños que quedaron en el camino.

"Las cosas se reavivan de un modo bastante disparatado, no realista, como suelen aparecer los recuerdos, para generar malos entendidos y discusiones, porque la obra es una comedia dramática y un grotesco".

Parte viva de la historia del teatro independiente bahiense, parte de este trío protagónico fue de los primeros egresados de la Escuela de Teatro de la ciudad; fundadores de la delegación local de la Asociación Argentina de Actores, e integrantes de múltiples elencos, vigentes hasta la fecha.

"La obra habla del paso del tiempo. Por eso el texto pasa a ser un pretexto, para encontrarse con estos pilares de nuestro teatro", subraya Méndez.

Sin maquillajes

"Fue medio extraña la cosa...", describe Oscar sobre esta reunión para la que, dice, "no necesitamos maquillarnos".

"Alejandro tenía desde 2010 la idea de hacer esta obra con Julio y conmigo...Después, cayó Gloria".

"¡O cayeron ellos...! --se divierte la actriz--. Yo vengo a ser la tercera en discordia, la que no sabe con cuál de los dos quedarse, como toda mujer... ¿viste que tenemos ese tipo de cosas?", suelta cómplice.

"Me divierto mucho trabajando con compañeros que conozco de toda la vida, cuando ya me creía retirada del escenario", confiesa la dama.

"Este muchacho se quiso arriesgar a esas cuestiones de la memoria y otras yerbas que a nuestra edad no están de 10, y no sé qué dirá cuando pase todo esto --sugiere--, si se arrepentirá o no...".

"Ellos tienen elementos que se obtienen solo con el paso del tiempo y lo vivido. El condimento que le dan a esta obra es único", enfatiza Méndez camino a la sesión de fotos, en el escenario.

La delgada línea

Entre ficción y realidad, las divisiones, delgadas, tenues, en ocasiones se desdibujan. Y en este juego de texto y pretexto, renacen los recuerdos de quienes compartieron un tiempo de ensayos, errores y aciertos.

"Después de cincuenta años de conocernos, se da la paradoja de que nos juntamos para trabajar los tres por primera vez", confiesa Teves.

"Sí lo habían hecho Oscar y Gloria como parte del mismo elenco; Gloria y yo, como actriz y director; u Oscar y yo, en la Comedia Municipal, cuando Daniel Marcove puso en escena una serie de obras cortas, aunque estuvimos en distintos títulos.

"Y sí: sucede esa situación medio idealizada del pasado. Cada vez que nos surge una anécdota parece más linda. Si los momentos fuesen como los recordamos sería maravilloso volver a vivirlos", ríe.

"¡Así que estar con la `borregada´ de nuevo a uno lo pone contento!", comparte Pascuaré.

"Es una linda experiencia reencontrarnos, a manos de un director joven, ¡que tiene canas porque se las sacamos nosotros!".

"Yo he compartido toda mi trayectoria con aquel hombre --apunta Gloria sobre Pascuaré--. Cuando Oscar empezó su carrera en LU7, yo ya trabajaba en la radio, y él me hizo entrar en la Escuela de Teatro. Es mi hermano putativo, con lazos casi familiares.

"En el '57, cuando se inauguró la escuela, íbamos a cursar al gran edificio que era el Teatro Municipal, que no estaba funcionando como tal, pero albergaba a las escuelas de arte, a la Orquesta Sinfónica y al Ballet del Sur, que tenían prioridad para el uso del escenario en los ensayos", hilvanan.

"Con los otros institutos, la pelea por el escenario era constante. Pero, siempre terminábamos perdiendo ante el ballet. Eramos como el príncipe y el mendigo. Pero todos estábamos en lo mismo, así que agarramos nuestras cositas y nos trasladamos a la Escuela 4", se resigna Gloria.

"Pero fue una época de hacer. Pasamos mucho, pero también nos divertimos. Ya el hecho de subirse a un escenario nos compensa", concreta Pascuaré.

Cambio de roles

"Ellos fueron nuestros maestros y dirigirlos, hoy, tiene que ver con la responsabilidad de generar conciencia de los orígenes", dice Teves.

"Colectivamente, los actores fueron imaginando para las generaciones futuras, como Pato Spaltro, una Comedia Municipal que nunca integró, o este grupo, a una Asociación Argentina de Actores que supo mantener en el tiempo. Este presente es posible a visionarios como Gloria, Oscar o Julio entre muchos otros, que pensaron para hoy".

"Gloria y Oscar fueron mis profesores en la Escuela de Teatro --aporta Graciela Mussotto-- y ejemplo de amor por la profesión. Julio es mi compañero de actuación de toda la vida. Aprendí a admirarlos y a quererlos".

"Gloria habló de los lazos casi familiares --enlazó Méndez--. Con el teatro sucede eso: entre obras y elencos, uno va sumando tiempo compartido y termina teniendo con los colegas una relación muy cercana, como la de una familia que se elige", concluye.