Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Deuda para pasar las elecciones

La colocación del Bonar 24 por 1.415 millones de dólares coronó el fin del relato del desendeudamiento. El déficit fiscal creciente y la escasez de dólares ya hizo insostenible seguir con la política de “vivir con lo nuestro”, por lo que hace varios meses que el Gobierno venía buscando la posibilidad de financiarse a través de una emisión de bonos.

El final del Gobierno de Cristina Kirchner se parece así cada vez más a los últimos tiempos de la convertibilidad, donde sobresalen el atraso cambiario y la colocación de deuda para sostener una situación ficticia.

Con estos recursos, el Gobierno respira y tiene más margen para manejarse en estos meses electorales. No solo podrá mostrar una recuperación más genuina en el nivel de reservas, sino que podría hasta tener algo más de cintura para responder a la demanda de los importadores y mantener el dólar ahorro sin tantos sobresaltos.

Pero además esta colocación estaría abriendo las puertas para más emisiones, tanto del Gobierno nacional, pero también de YPF y de la provincia de Buenos Aires, que tiene un vencimiento de U$S 1.000 millones en octubre.

Se descuenta que en caso de que el mercado reaccione favorablemente, habrá nuevas colocaciones en las próximas semanas, por parte del Tesoro, tanto en pesos como en dólares. El endeudamiento es el mecanismo menos traumático que tiene el Gobierno para hacer frente a su rojo fiscal.

La otra manera es a través de la emisión de pesos por parte del Central, pero se trata de una opción más riesgosa por los efectos que genera sobre la inflación y el tipo de cambio.

Pero el endeudamiento arrancó mucho antes. Hace ya mucho tiempo que el Tesoro toma millonarios recursos de la Anses y del Central, a cambio de bonos que emite a tasas mínimas. Se trata de la denominada deuda “intra sector público”, que figura en las estadísticas, pero que no le preocupa a la Casa Rosada. Al fin y al cabo, cuando venzan estos títulos serán reemplazados por otros similares.

La prueba contundente en este sentido será en enero de 2016, cuando venza el bono de U$S 9.500 millones que el Tesoro le colocó al Central a cambio de las reservas que se utilizaron para cancelar deuda con el FMI.

Axel Kicillof tuvo que dar concesiones para conseguir dinero del mercado. Quedó así en evidencia la sed de recursos que tiene el Gobierno.

Para colocar el Bonar 24 aceptó una tasa de casi 9% anual en dólares. Títulos similares de países como Paraguay o africanos rinden abajo del 5%. Ni hablar países emergentes con mayor reputación, que pagan no más del 3,5% para tomar recursos a ese mismo plazo.

La emisión de bonos, que por ahora logró eludir al juez Griesa, es una interesante prueba que realizó el Gobierno y permitiría bajar gradualmente los niveles de riesgo país. Pero la disminución más significativa de tasas recién llegaría con las señales claras de la próxima administración y la certeza de que se va hacia una política económica distinta a la del kirchnerismo.

En este escenario el acceso al financiamiento sería mucho más intensivo, al igual que la llegada de inversiones extranjeras. Pero antes habrá que salir del cepo y arreglar con los “holdouts”, dos temas prohibidos en el lenguaje actual del Gobierno.