Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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El cementerio de Colina Doble y la vacuna fallida

A la vera de la ruta 229 en su cruce con el acceso a Villa del Mar, pueden verse, detrás de los viejos eucaliptos y pinos y un precario alambrado perimetral, las cruces blancas de un antiguo cementerio. El "cementerio de la ruta" o "de Villa del Mar" son los nombres que la gente le ha dado, aunque su verdadera denominación es "cementerio de Colina Doble", pues así se llama el lugar donde está emplazado, dentro de la zona militar. Pero aunque su existencia es conocida por casi todos los rosaleños, poco es lo que se sabe acerca de su verdadera historia.

 A la vera de la ruta 229 en su cruce con el acceso a Villa del Mar, pueden verse, detrás de los viejos eucaliptos y pinos y un precario alambrado perimetral, las cruces blancas de un antiguo cementerio. El "cementerio de la ruta" o "de Villa del Mar" son los nombres que la gente le ha dado, aunque su verdadera denominación es "cementerio de Colina Doble", pues así se llama el lugar donde está emplazado, dentro de la zona militar. Pero aunque su existencia es conocida por casi todos los rosaleños, poco es lo que se sabe acerca de su verdadera historia.


 ¿Por qué un cementerio en la Base Naval? ¿Cuándo se emplazó? ¿Quiénes yacen allí? ¿Por qué las tumbas son todas iguales?, son las preguntas más comunes que nos hemos hecho y obedecen, sin dudas, a la escasa y muchas veces contradictoria información que circula por la ciudad.


 A través del análisis de la documentación que obra en el Registro Civil de la Base Naval, del cual depende el cementerio, es posible reconstruir su historia y echar luz, allí, donde el pasado parece desdibujarse en un sinnúmero de leyendas, de relatos más o menos fantásticos que buscan explicar su existencia y su particular aspecto.


 Así sabemos que el primer enterramiento efectuado en Colina Doble ocurrió el 19 de agosto de 1900 y correspondió al carbonero de escuadra Augusto Sala, argentino, de 20 años de edad, cuyo deceso se produjo a las 1:45, a bordo del acorazado "Garibaldi", a consecuencia de "una herida penetrante en el corazón", según reza el certificado del cirujano de guardia Dr. Ferrand.


 En un principio fue concebido para inhumar al personal de la Armada, tanto militar como civil, y a sus familiares. Es que en realidad el camposanto formaba parte del proyecto general de construcción del Puerto Militar que incluía no solamente zonas específicamente navales, sino también una inteligente planificación urbana en función de la población que se preveía se desarrollaría en el lugar.


 Es así como se dotó al incipiente núcleo urbano de una serie de edificios y espacios públicos: hospital, iglesia, plazas y, lógicamente, un cementerio. En la práctica, fue el primer cementerio de Punta Alta, pues fueron sepultados allí aquellas vecinos que no tenían parientes en la zona, o siendo de escasos recursos, no podían afrontar los gastos del traslado de los cuerpos a la necrópolis de Bahía Blanca, situación que pudo solucionarse recién en 1907, con la inauguración del actual cementerio de nuestra ciudad.

Efectos perniciosos. Volviendo a la cuestión de las leyendas urbanas que se entretejieron en torno al origen de Colina Doble hay una que sostiene que los que yacen allí son un sinnúmero de conscriptos fallecidos a causa de una vacuna que se experimentó en ellos con resultado fatal. ¿Qué hay de cierto en esto?




 El antiguo periódico puntaltense "Nueva Epoca" nos ofrece una respuesta. En la edición del 3 de marzo se publicaba lo siguiente: "en las Baterías, Artillería de Costas, Puerto Militar, a 294 conscriptos de la clase 1902 les ha sido aplicada una inyección preventiva contra el sarampión".


 "El doctor Riberolle (sic), médico militar de la zona, a base de sangre extraída a otros conscriptos afectados de sarampión y otros componentes preparó dicho suero, que le fue aplicado a dichos conscriptos en los días 19, 20 y 21 de febrero, comprobándose sus efectos de lamentables consecuencias 48 horas después, aportando los enfermos temperaturas de 39 u 40 grados. Todos estos enfermos se alojaban en los pabellones del cuartel.
Cuando se comprobó los efectos perniciosos de la vacuna, se ordenó el traslado de los enfermos a una enfermería, que es más que esto, un foco de residuos".



 En la enfermería eran atendidos por el doctor que preparó el suero, quien en una sola noche alcanzó a operar a 84 hombres, dando cada operado 1500 gramos de materias purulentas. Estos trabajos, como dijimos, eran efectuados por la noche.


 De estos operados, fallecieron varios a causa de una infección que les invadió todo el cuerpo. Los conscriptos, después de ser operados eran nuevamente atendidos, después de 4 o 5 días, por un cabo enfermero, quien por única misión tenía que cambiar la mecha, extraer el pus de la cavidad y poner una nueva mecha.


 Se dice que hasta el día 27 de febrero, los fallecidos eran 5. Finalmente, agregamos que contribuye a evidenciar la gravedad de lo que ocurre el hecho de que se niega el permiso para visitar a sus respectivos hijos, a algunos padres venidos de exprofeso a esta desde lejanos puntos.

Relevancia. También "La Nueva Provincia" se hizo eco de lo sucedido, planteando la gravedad de la situación en medio de una maraña de rumores discordantes: la versión más grave y comprometedora que circula es que el suero habría sido aplicado con propósitos de realizar experiencias. ¿A costa de la salud de los conscriptos? ¿Se dudaba acaso de su eficacia? Son puntos estos que deberán ser aclarados por una minuciosa investigación.




 El asunto tomó tal relevancia que se hizo presente el director del Servicio de Sanidad de la Armada, Dr. Olaza, con el fin de realizar una investigación acerca de lo sucedido en las Baterías con las inyecciones aplicadas.


 En la última nota publicada en "Nueva Epoca" sobre el asunto se informaba que cinco conscriptos aun se hallaban enfermos de gravedad y 11 habían fallecido, aunque los informes del Dr. Olaza negaban que dichas muertes se hubieran producido por la vacuna sino a complicaciones del sarampión.


 La consulta de los libros de actas de defunciones archivadas en el Registro Civil de la Base Naval nos permite confirmar algo de lo relatado.


 Efectivamente, en el mes de febrero y marzo de 1923 se produjo la muerte de 14 conscriptos. Casi todos fallecieron en la "enfermería de la Séptima Batería (aislamiento)" a causa de "bronco-neumonía post sarampionosa", según los certificados del Dr. Ribeyrolles.


 José Ruiz Díaz, Silvano Damasio Díaz, Serafín Ontivero, Bernardo Uriarte, Gregorio Pavón, Eugenio Miramont, Juan Francisco Lamaita, Eustaquio Correa, Martín Dupraz, José Lavere, Domingo Ingaramo, Santos Britos, Cecilio Gallo y Encarnación Ponce son los nombres de aquellos infortunados jóvenes.

Conmoción. Guillermo Miguel Morilla, un antiguo vecino, dejó testimonio acerca de otra parte de la historia. Según su relato, al poco tiempo de lo sucedido con el asunto de la vacuna el doctor Ribeyrolles tuvo un grave accidente. Mientras circulaba en su automóvil, en proximidades de la estación Barilari, dentro de la Base Naval, un tren lo arrolló. Si bien él salvó su vida, su pequeña hija murió. El hecho generó gran conmoción en el pueblo y fue considerado por muchos como un castigo divino por las muertes ocurridas años atrás en las Baterías.




 Dicho testimonio también halla su respaldo en la documentación existente, ya que en el acta 24 del 17 de julio de 1927 "don Antonio Ribeyrolles, cirujano principal de la Armada Nacional, declaró el fallecimiento de su hija María Angélica del Valle Ribeyrolles, de cuatro años y medio, a consecuencia de "fractura de la base del cráneo".


 Para concluir podríamos decir entonces que si bien la muerte de los conscriptos a causa de una vacuna fallida puede ser un hecho verídico, no puede considerarse como el origen del cementerio. En realidad, la memoria popular lo fue despojando de su contexto temporal, y acaso también lo maximizó (ya no eran 14 conscriptos, eran innumerables), de modo tal que sirva para explicar la existencia de aquellas enigmáticas sepulturas.

Fuentes:
* "La Nueva Provincia", 3 de marzo de 1923.
* Martel, María Fernanda; "Colina Doble. Primer cementerio de Punta Alta" en "El Archivo" Año XII; Nº 27; junio de 2012.
* "Nueva Epoca", 3 de marzo de 1923.