Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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La canasta básica se lleva un porcentaje cada vez más alto del salario promedio

Un asalariado formal gastó en octubre más del 80% de lo que ganaba para poder comprar un determinado conjunto de bienes y servicios para una familia tipo. Cuánto necesitaba hace cuatro años.

Foto: archivo La Nueva.

Francisco Rinaldi / frinaldi@lanueva.com

   Un trabajador promedio del sector formal de nuestro país tuvo que destinar en octubre de este año casi el 82 por ciento de su salario para poder comprar los alimentos y pagar los servicios necesarios para mantener a su hogar de cuatro integrantes, de acuerdo con estimaciones hechas por este diario en base al informe mensual del CREEBBA.

    La relación surge de considerar la Canasta Básica Total (CBT), que elabora el CREEBBA en base al gasto alimentario y no alimentario de una familia compuesta por un varón de 35 años, su cónyuge de 31, una hija de 8 y un hijo de 6 (familia tipo 2), que arrojó al mes diez del corriente año un valor de 79.623 pesos.

   Comparando el valor de la CBT con la Remuneración Promedio Imponible de los Trabajadores Estables (el RIPTE) de octubre, la que se define como la remuneración promedio sujeta a aportes al Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), percibida por los trabajadores que se encuentran bajo relación de dependencia y que fue de $ 97.538,78, surge que el 81,63% de dicha remuneración tuvo que ser destinada a costear la CBT.

   La CBT se utiliza como límite de la pobreza, de modo que un hogar que obtiene un ingreso total familiar por debajo del valor de esta Canasta es considerado pobre.

   Hace cuatro años atrás, afrontar el gasto mensual de una familia tipo exigía el 65,29% del salario promedio del dependiente, lo que evidencia el enorme atraso salarial que sufren la mayoría de los trabajadores argentinos, aun de quienes se desempeñan en el sector formal de la economía.

   Considerando exclusivamente el gasto alimentario de la familia en cuestión, la que estiman los economistas del CREEBBA a través de la Canasta Básica Alimentaria (CBA), el límite de la indigencia, surge que el asalariado hubo de destinar el 36,77% de su remuneración para poder comprarla, cuando, en 2017, le alcanzaba con el 26,66%.

   Detrás de estas cifras, que dan muestra del fuerte deterioro del nivel de vida de la población, se encuentra un proceso inflacionario que no hizo más que acelerarse en los últimos años, y que tuvo su punto más alto en 2019 (último año de Mauricio Macri), cuando el IPC CREEBBA llegó hasta el 55,7% interanual en diciembre. Hasta noviembre de este año (último dato disponible), ya lleva un 47% y, de repetirse el guarismo intermensual del mes once (+2,6%), volvería, al igual que en el último año de Cambiemos, a superar el 50% interanual.

   Vale insistir en que el ejercicio toma en cuenta exclusivamente a los salarios del sector formal, los que son superiores a los que cobran la mayoría de los informales. Esta brecha salarial afecta directamente a los niveles de pobreza entre ambos sectores, ya que mientras el porcentaje de pobres entre los asalariados registrados es del 18,7%, entre los no registrados trepa al 50,2%, según el economista de la Universidad de La Plata, Leopoldo Tornarolli.

Deterioro general

   El fuerte rebote de la actividad económica de los últimos meses coincidió con una retracción en la participación de los asalariados en el ingreso nacional, que cayó del 49,8% en el segundo trimestre de 2020 al 40% del mismo período del corriente, de acuerdo con el Centro de Formación e Investigación de la República Argentina (Centro CIFRA), dependiente de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA).

   “En el primer semestre de 2021 se advierte una desaceleración en el ritmo de la recuperación (el PIB creció apenas 2,3% entre el segundo trimestre de 2021 y el cuarto del año anterior). Entre las causas de la desaceleración se encuentran los impactos de la segunda ola del COVID-19, la moderación de la política económica y la debilidad que encontró el proceso de recuperación del empleo y los salarios. De allí que la reactivación fue contemporánea a una caída del 49,8% al 40% en la participación de los asalariados en el ingreso entre el segundo trimestre de 2020 y mismo período de 2021”, admiten desde el Centro CIFRA.

   El informe acotó que aunque en los últimos meses se vienen registrando subas salariales “los salarios reales de los trabajadores del sector privado se ubican un 19,3% por debajo de noviembre de 2015 y los de los estatales un 24,8% debajo”.