Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Las jubilaciones y el eterno juego del Gran Bonete

Aunque finalizaría el año con un leve aumento real, los haberes acumulan una caída enorme en términos de inflación de la que nadie se hace responsable.

Archivo La Nueva.

Francisco Rinaldi / frinaldi@lanueva.com

   La responsabilidad sobre la pérdida del poder de compra de las jubilaciones se parece cada vez más al juego del Gran Bonete: más allá de la orientación ideológica de los Gobiernos, todos se hacen los distraídos a la hora de hacerse cargo.

   Es que con el aumento de diciembre, la jubilación mínima que cobran la mayoría de los pasivos cerraría el año apenas por encima de la inflación, aunque no superaría los 30.000 pesos mensuales ni alcanzaría a recomponer el tremendo golpe que les asestaron tanto la reforma de Mauricio Macri en 2017 como los aumentos por DNU de Alberto en 2020, de acuerdo con estimaciones propias.

   Así, con un incremento previsto para diciembre de entre el 11 y el 12%, la jubilación mínima cerraría el año entre los 28.800 y los 29.033 pesos, lo que equivaldría a un incremento interanual (diciembre de este año contra igual mes de 2020) del 52,5%.

   Con una proyección inflacionaria a diciembre del 50,3%, según el BCRA, el aumento real no sólo de las jubilaciones y pensiones sino también de las Asignaciones Familiares, la AUH y demás prestaciones sociales rondaría el 1%.

   Los porcentajes de aumentos surgen de la ley 27.609, que toma, a partes iguales, la recaudación tributaria de la Anses -surge de impuestos nacionales como el IVA, el impuesto “al cheque” y a los combustibles entre otros- dividida por el número total de beneficiarios (sin moratoria) y el porcentaje más alto entre el RIPTE (salario medio sujeto a aportes de los trabajadores registrados) y el Índice de Variación Salarial del INDEC, que considera a las remuneraciones de los registrados y de los informales.

   A pesar de que la suba del último mes estaría algo por encima de los precios, hay una cuestión que hacen ruido entre los previsionalistas. La primera es que nada se dice de la recomposición “para atrás” de los haberes de los pasivos, ya que acumulan una pérdida considerable desde hace varios años.

   Precisamente, la Justicia ha dado en más de una oportunidad la razón a los jubilados, al objetar la reforma de Mauricio Macri (diciembre de 2017), y la posterior suspensión de la fórmula consagrada por la misma.

   En el primer caso, los cuestionamientos judiciales se concentran en la “pérdida” de un trimestre de ajustes (el último de 2017), al tiempo que en el segundo, se apunta a la suspensión de la movilidad del año pasado, ya que los aumentos, con la excusa de la emergencia económica, se decidieron por DNU, lo que derivó en una pérdida media del 7% para todos los tramos de haberes, la que pegó más fuerte en los medios y medios altos.

   “Las comisiones que estudiaron y debatieron en el Congreso la actual movilidad jubilatoria advirtieron que los haberes perdieron un 19,55% con relación a la inflación durante la época de Macri. Sin embargo, no se pronunciaron con relación a como resolver esta situación, por lo que se 'pateó' todo para la Justicia, que se está manifestando en contra”, explicó a La Nueva. el abogado previsionalista y columnista de LU2, Alfredo Bernabei.

   En tanto, uno de los aspectos salientes de la fórmula jubilatoria actual fue el establecimiento de un tope a los aumentos trimestrales. Así, la actualización prevista para el mes que viene no debía superar el aumento de los recursos totales de la Anses por beneficio. La premisa detrás de este límite a los incrementos es asegurar la sostenibilidad financiera del organismo.

   “En esta oportunidad, el tope no va a estar presente, ya que la recaudación interanual total la Anses por sobre la cantidad de beneficiarios no operó como limitante, y esto tiene vinculación directa con que por la pandemia, hubo menos altas de beneficios”, explicó Bernabei.

   Capítulo aparte merece el futuro del poder adquisitivo de los haberes en enero y febrero de 2021 (el aumento de diciembre es el último de 2021 y no hay uno nuevo hasta marzo de 2022), dos meses que son toda una incógnita en materia de inflación.

   Así, cabría preguntar si tras el resultado de las legislativas, la actual administración encarará un programa integral para bajar la inflación o, por el contrario, la falta de un norte en la materia provocará un efecto totalmente contrario.

   Y aunque resulte imposible conocer cual de los dos escenarios prevalecerá, si se sabe la respuesta a los reclamos: ¿Yo señor?