Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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El misterio de los cuadros que, al final, resultaron ser bandejas

Agustina Frontera y Jimena Zeitune lograron transformar una curiosa investigación en un libro. Pero, para terminar de develar esta intriga piden la colaboración de la gente que sepa detalles de los orígenes o sobre la elaboración de estos objetos de arte.

Foto: Museo del Puerto Bahía Blanca

Laura Gregorietti

lgregorietti@lanueva.com

 

   --La primera bandeja no era bandeja. Estaba en Parque Rivadavia, Ciudad de Buenos Aires, puesta sobre una manta raída, al lado de otros objetos viejos, algunos que habían tenido un uso intensivo y otros decorativo: muñequitos, revistas, lámparas, una extensa lista de chucherías que ya nadie quiere. Destacaba entre los demás objetos, parecía una obra de arte que gritaba genialidad: sobre el fondo amarillo chillón un corsario vikingo, o una fragata portuguesa, flotaba en el éter acompañado por dos triángulos isósceles de color rojo oscuro, que sobre el amarillo recortaban como si realmente fueran otro elemento y no algo pintado sobre el fondo. Fue verla y quererla, cualquier paseante hubiera caído hechizado bajo sus encantos. "La quiero", escuchó la chica que acomodó un florero de vidrio azul:

   -40 pesos.

   -Lo llevo, ¿sabe algo, de quién es?

   -No, nosotros sólo vendemos, debe ser viejo.

   -Sí, lo sé. Adiós.

   -Esa primera bandeja era un cuadro, ¡creíamos que era arte!, que alguien había depositado ahí sus pensamientos, había articulado técnicas para hacer un objeto lindo, estético, que pudiera colgarse en la pared de la casa. Pero no..

   El blog "boya70" del Museo del Puerto (https://boya70.wordpress.com/2016/09/01/un-misterio-llamado-bandeja-cuando-empieza-un-estilo/) cuenta en detalle la atrapante historia de las ahora "famosas" bandejas, escrita por "puño y letra" de sus autoras, la Diseñadora Gráfica recibida en la UBA, Jimena Zeitune, y la licenciada en Ciencias de la Comunicación también de la UBA y Magíster en Periodismo documental, Agustina Frontera y que con el tiempo, terminó siendo un libro.

   Esta publicación centra su búsqueda en el origen y la búsqueda de una serie de cuadros que resultaron ser bandejas y que tenían un estilo en especial, desarrollado entre los años 50 y 70, y sobre todo, sobre las ganas de saber de dónde venían, quién las había elaborado, de qué modo y con qué fines. Razón por la cual, desde el Museo del Puerto, aseguran que "Un misterio llamado bandeja" es también una muestra sobre esa indagación, que permite articular con múltiples temas tramados especialmente por la afectividad.

   -En realidad estas pequeñas obras de arte las fuimos encontrando en diferentes contextos. La primera, en una feria acá en Buenos Aires, pero cuando la vi pensé que era un cuadro, una obra de un artista perdida en una feria de chucherías. La puse en Facebook y todos me comentaron lo raras que eran, o teorizaron sobre quienes serían sus autores, la técnica utilizada, etc. Pero, a los pocos días, mi amiga Jimena recorriendo una feria de pulgas encontró un cuadro muy similar, que parecía hecho por la misma persona, con lo cual el misterio seguía creciendo cada día. Pero, sobre su origen, el vendedor no dejó lugar a dudas: "Es una bandeja", dijo. Y bien característica de toda una época -agregó Agustina.

   En su relato, las chicas dejan a la vista todas las dudas que les generaba este misterio "bandejeril".

   -En Parque Patricios, Buenos Aires, una chica de unos 45 años que nos vendió la primera de la serie comprada por Mercado Libre, nos contó que cuando ella era chica, en la década del 70, su madre traía esa bandeja, que ya era vieja, a pasear por la sala, la usaba con orgullo, como quien saca a relucir sus utensilios favoritos cuando vienen visitas a quienes queremos homenajear o con quienes somos jactanciosos. Este dato nos ubicó temporalmente, ahora ya sabíamos que las bandejas fueron hechas antes de los 70, fines de los 50 o principio de los 60 quizás, y que eran objetos muy queridos por personas de clase media. En algunas de las bandejas encontradas en Internet se adivinaba un uso intensivo en ámbitos nocturnos, las calcomanías al agua ya no eran barcos o trenes sino marcas de cigarrillos o de bebidas alcohólicas. El misterio crecía: ¿Alguien había decidido pegarle la marca favorita de cigarrillos a su bandeja o eran bandejas hechas en una fábrica?

   Según cuenta, de repente, y con la publicación de algunas fotos más, comenzaron a llegar mensajes de la gente. También de su abuela, del novio de una amiga y hasta de personas que las encontraban tiradas en la calle.

Agustina Frontera

Jimena Zeitune

   -Decidimos con Jime empezar a investigar un poco para ver de qué se trataba esta técnica, comprar otras bandejas que fuimos encontrando por el camino y ver si podíamos recabar algunos datos más sobre este estilo, su origen, pero no había información disponible. Recorrimos ferias de antigüedades, locales vintage hasta reconstruir un poco la historia y ahí se sumó el Museo del Puerto, que tiene una óptica parecida acerca de la historia de los objetos y ellos mismos se pusieron a buscar bandejas y gente que supiera algo de la historia y lograron encontrar bastantes datos. Al tiempo, nos propusieron armar un texto contando todo este proceso.

   Pero, como el misterio sigue sin resolverse por completo, Agustina aseguró que "estaría buenísimo" que aquellas personas que tengan algún dato sobre sus orígenes, de cómo se hacían o quienes las elaboraban se pudieran poner en contacto con el Museo del Puerto a través de sus redes sociales o su teléfono (457-3006) y además, quienes deseen adquirir el libro también podrán hacerlo en las librerías de la ciudad.