Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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La pileta de Darwin

Iniciativa del intendente Agustín de Arrieta, un dique a la altura de calle Darwin permitió disponer de una piscina a toda la barriada de Bella Vista.

Mario Minervino / mminervino@lanueva.com / @mrminervino1

 

   Hace 79 años, en enero de 1942 se completó la demolición de la represa construida casi diez años antes en el cauce del arroyo Napostá, a la altura de calle Darwin, la cual a su vez funcionaba como puente de paso peatonal y vehicular.

   La historia comenzó en octubre de 1933, cuando se decidió la construcción de una pileta-balneario en el barrio de Bella Vista, sobre el Napostá.

   Planificada desde la comuna, la pileta destinada "a las familias de la citada barriada" fue recibida con beneplácito, por cuanto daría enormes beneficios a un centro poblado "que adquiere día a día gran desarrollo". La obra se haría a partir de un suerte de dique de hormigón armado, de manera de ofrecer "la cantidad necesaria de agua" para el baño.

   El dique de retención serviría a la vez de puente peatonal y vehicular. Teniendo en cuenta las crecidas del arroyo, la obra se apoyó sobre "vigas de hierro", para asegurar su solidez.

   El primer paso fue el dragado del cauce, entre Brandsen y Darwin, "para eliminar desniveles y extraer residuos que puedan ser motivo de descomposición de las aguas".

   Como obras complementarias se construyeron casillas de cemento y se instalaron bombas para llenar los camiones que regaban las calles de tierra. También se haría además una plantación de eucaliptos "para reparo en la época de estío". Un cronista de "La Nueva Provincia" destacó el "gran regocijo" que la iniciativa generó en Bella Vista.

   Lo cierto es que la iniciativa no tuvo éxito. El agua retenida no presentaba buenas condiciones sanitarias y con las lluvias el dique alentaba el desborde del arroyo y las inundaciones de los barrios aledaños. Clausurada poco tiempo después, recién en 1942 se desmanteló la obra, aunque se mantuvo un precario puente para el paso de quienes tenían en el cauce del Napostá una barrera poco menos que infranqueable.