Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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La Petrona: el paraíso de flamencos que pugna por sobrevivir a pocos kilómetros de Bahía Blanca

Esta laguna, a 15 kilómetros de Pedro Luro, en el partido de Villarino, enmarcada en mil hectáreas de campo, disminuye día a día su profundidad. Adrián y Erica, son los últimos protectores de un humedal de gran importancia para la conservación de variadas especies.

En el último relevamiento se contaron 1800 ejemplares. Crédito: Fundación Azara.

   Anahí González
   agonzalez@lanueva.com


   La Estancia La Petrona ubicada a 15 kilómetros de la localidad de Pedro Luro, en el partido de Villarino, con mil hectáreas, es una perla natural que contiene otra joya en su seno: una laguna repleta de flamencos y gran variedad de especies de aves, como cauquenes, y de plantas.

  El rosado plumaje de estas aves en conjunción con su sofisticada belleza se recorta sobre un horizonte despojado, llano, libre de edificaciones. Un paisaje en el que es posible sentirse completamente aislado del acontecer urbano, en armonía con el agreste entorno, y que tiene un alto valor en cuanto a la conservación de especies.

  Sin embargo, pese a su relevancia, en este aspecto, el espejo de agua -que se formó en la década del 40 y que depende de las bondades y del caudal del río Colorado para no desaparecer-, se está secando de forma paulatina y sin pausa.  

   Adrián Andreolli, quien nació y se crió a sus orillas, en una casa de campo que hoy comparte con su novia Erica, es testigo cada día de esta agonía y ha efectuado, por distintos canales, reclamos relativos a esta cuestión.

   Si bien la laguna debería recibir agua del río Colorado a través del sistema de riego que administra el Corfo (Corporación de Fomento del Valle Bonaerense del Río Colorado), Andreolli aseguró que esto no siempre sucede.


De fondo, se aprecian los flamencos. Crédito: Fundación Azara.

   “Siempre se privilegia a la producción por sobre la supervivencia de la laguna y, con ella, de toda la fauna y flora que la habita. Para nosotros no es un “hobby”, como nos han llegado a decir”, añadió.

   El establecimiento, en la actualidad, tiene mil hectáreas. Si la laguna estuviera llena ocuparía 600 hectáreas y habría 400 de tierra, pero hoy es al revés.

   “En su mejor época llegó a tener 2 metros de profundidad, como muy baja, llegaba a 1,70 y ya nos preocupaba un montón. Hoy tiene unos 30 o 35 centímetros”, dijo.


Erica Balint y Adrián Andreolli, protectores del humedal que se está secando. Crédito: La Nación.

   Andreolli, quien coordina el Club de Observadores de Aves de Villarino vivió en esta estancia, propiedad de sus padres, prácticamente toda la vida. Era tan natural para él la convivencia con las aves desde tan pequeño que antes no llevaba un relevamiento de poblaciones.

   “No las contaba. Era como que me preguntaras cuántos chañares tenía el campo. A veces te das cuenta de las cosas cuando faltan”, dijo.

   “Hace unos dos meses hicimos un censo y había 1800 flamencos pero el verano pasado contamos más de 3400. Como la laguna está baja, se paran en todos lados: mirabas la laguna y estaba rosa”, contó.

    Los flamencos nunca se van del todo. A veces, vuelan al salitral del campo vecino, sobre todo luego de las lluvias, a buscar alimento, pero retornan a La Petrona.

   Erica Balint, pareja de Andreolli, es Técnica en Turismo y se encuentra trabajando en un proyecto para que más personas puedan conocer este espacio natural con la menor intervención e impacto posible en el paisaje.    
 


Así atardece en La Petrona.
 

 “En las noches de verano, lejos de todo y sin contaminación lumínica, se te vienen las estrellas encima”, contó Andreolli, quien construyó un mirador en la estancia para compartir esta belleza con otros amantes de la naturaleza.

   La mirada de un especialista de la UNS

   Según el biólogo Pablo Petracci, miembro de Gekko, Grupo de Estudios en Conservación y Manejo de la Universidad Nacional del Sur, este sitio tan particular fue convirtiéndose con los años en un humedal de alta importancia de conservación principalmente por su concentración de aves acuáticas y de fauna silvestre en general.

   “La laguna que se encuentra en este establecimiento es refugio de especies de alto valor de conservación como el flamenco austral, los cauquenes migratorios, el cardenal amarillo, la viudita chica, por mencionar algunos”, dijo.

   “Recientes conteos de aves han dado como resultado, la presencia de 1.800 flamencos, especie amenazada a nivel global y en retracción poblacional, en un solo día”, indicó.          


Vuelo de flamencos sobre el espejo de agua. Crédito: Susana Gómez.

   La laguna fue famosa tiempo atrás por la pesca de pejerreyes y percas que llegaron a comercializarse en distintos puntos del país. El área también tiene valor desde el punto de vista paleontológico y arqueológico.

   “Presenta algunas peculiaridades que ameritan su protección como así todo su entorno natural tapizado de flora nativa, donde podemos encontrar molles, chañares y alpatacos”, señaló.

   Además, representa una zona de refugio y alimento para un número significativo de especies las cuales se encuentran protegidas por la normativa de fauna tanto a nivel provincial como nacional.

   “La presencia del espejo de agua es clave para estas especies, en especial en regiones semiáridas, y es un deber de todos y todas protegerla, manteniendo su nivel de agua a fin de poder proteger la biodiversidad que en ella habita de forma temporal o permanente”, recalcó.

   Subrayó que, en estos momentos de crisis ambiental que vive el planeta, es clave la identificación y protección de estas áreas, las cuales nos demuestran que todavía estamos a tiempo de revertir el uso que le damos a nuestra naturaleza.

   “Aún podemos repensar la necesidad de cambiar el modelo extractivo-productivo actual, teniendo como meta lograr compatibilizar la producción con la conservación”, subrayó.

   Cambio rural. La Petrona forma parte del grupo de turismo rural “Aguas Turísticas” que nuclea a los emprendimientos de turismo rural del partido de Villarino, coordinados por Cambio Rural (INTA).

   Dicha red tiene en común la revalorización de la identidad rural y la vivencia de estar en contacto con la naturaleza, formando parte de una creciente industria “sin chimeneas” tan necesarias en el escenario actual del cambio climático global.

    Corfo en la mira. “Muchas veces desde la administración me dijeron que me estaban dando más agua de la que estaba pagando, pero la laguna da contra el canal donde está la acequia que la alimenta. Iba hasta ahí y estaba todo seco” dijo.

   Protectores. “Lo nuestro no es hobby. Solo buscamos proteger el hábitat de nuestra fauna y flora nativas”, dijo Andreolli y aseguró que tiene su cuota de canon de riego de Corfo al día.