Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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El Gobierno ya empieza a planear “El día después”

La columna dominical de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

Archivo La Nueva.

   En medio de la lucha contra el coronavirus, en varios despachos de la Casa Rosada han empezado a trabajar en planes y proyectos que tienen que ver directamente con la frase tal vez más repetida durante estas horas por los funcionarios: la llegada de la “pospandemia”. 

   Es decir, la puesta en marcha de políticas destinadas a salir del derrumbe de la economía que provocó en el país esta tragedia global. Por un lado el presidente Fernández apuesta a relanzar fuertemente la obra pública, reactivar las economías regionales y auxiliar financieramente a las provincias que lo reclamen.

   La iniciativa se complementaría con, al menos, otras cuatro que darán vida al nuevo “contrato social” que propone el presidente, pero que si se recuerda tiene la firma al pie de Cristina. En ese paquete, que no está cerrado figuran las reformas tributaria, judicial y de movilidad jubilatoria, además de una probable nueva discusión con las provincias por el reparto de la Coparticipación Federal.

   En este contexto el presidente decidió, antes que nadie, empezar a mostrar que, más allá de la prevista escalada de la curva de contagios, debe empezar a mostrar cierta normalidad. Ejemplo: abandonó después de casi dos meses su aislamiento estricto en Olivos y regresó a su despacho de la Casa Rosada, donde atendió casi toda esta semana. 

   La estrategia, opinable, es que quiere mostrar que “salió del encierro” y que, de algún modo, recuperar su despacho le otorga credibilidad a esa cierta normalidad. Del mismo modo que su decisión de empezar a cumplir con la promesa electoral de ser un “presidente federal”, con los viajes al interior que empezó a concretar esta semana y que tiene en agenda para las próximas semanas. 

   Esto no tiene nada que ver, se apuran a aclarar en sus cercanías, con el sempiterno reclamo suyo a la sociedad para que se mantenga firme en la cuarentena obligatoria pese a que no desconoce el hartazgo social que ha comenzado a provocar el encierro. Más allá de que también sabe que hay sectores de la oposición, en especial del macrismo más duro y otros actores sociales, que buscan correrlo por izquierda con la palpable sensación de fastidio ciudadano por tan prolongado calvario.

   Esas salidas al interior, en las que mezcla visitas a fábricas o automotrices con anuncios de ayuda de fondos nacionales para los gobiernos locales, tienen según los voceros un punto de partida. Y es aquella frase que pronunció el presidente cuando anunció el sábado anterior la extensión de la cuarentena hasta el 7 de junio, cuando dijo que el 80 % de la actividad industrial y comercial se pone en marcha. Algunas estadísticas y cuadros comparativos podrían abrir dudas sobre ese entusiasmo presidencial, pero es al fin y al cabo el propósito que lo anima y que quiere llevar a la práctica.

   Sería, en boca de uno de los hombres que lo frecuenta diario, hacer realidad aquella premisa que divulgó cuando todavía era candidato, de gobernar con los 24 mandatarios provinciales, lo que incluye al porteño Rodríguez Larreta, más allá de los dolores de cabeza que le genera esa ligazón por la resistencia del cristinismo de paladar negro. “Alberto planea la pospandemia como una marcha federal desde el interior hacia el centro”, dicen sus intérpretes.

   Supondría, al mismo tiempo, además de esa decisión de mostrarse con los gobernadores y de alentar la reanudación de la obra pública en el interior o las grandes obras que reactiven la industria de la construcción, retomar la iniciativa en medio de las críticas cruzadas por la extenuante cuarentena y el reclamo de sectores de la oposición como asimismo de comerciantes y pequeños y medianos empresarios que se quedaron sin ingresos y sólo dependen de la ayuda del Estado.

   Al presidente ciertamente no lo ayudan en medio de eso esfuerzos repartidos entre la pelea contra el coronavirus y la necesidad de empezar a salir de la pandemia algunos pelotazos en contra que, según sus confidentes, lo desacomodan y sacan de foco.

   El jueves empezó a dar señales: consideró una “loca idea” la iniciativa de la ultracristinista Fernanda Vallejos de quedarse con acciones de las empresas a las que el Estado ayuda con el pago de sueldos. ¿Mensaje hacia más arriba? Después bramó en privado al leer las declaraciones del cómico Dady Brieva, que le reclamó en público “ser ahora mismo Venezuela”. Y que censure a los medios que informan sobre el temible contagio de coronavirus en las villas. Menos le gustó que Gabriel Mariotto le reclamara abandonar la moderación y volver al más amigable escenario amigo-enemigo que abrazan en el Instituto Patria. 

   “Alberto no comparte nada de eso", se fastidian a su lado.