Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Flavor, helados de autor: “La gente nos reconoce la calidad, nota la diferencia”

Fue sensación en enero, cuando abrió al público y ofreció productos distinguidos y sabores inimaginables. Superó la pandemia y retomó las expectativas. “Preguntan si el helado de roquefort es salado o dulce”, contó Luciano Mazzola.

Fotos y video: Emmanuel Briane-La Nueva.

   "Soy muy perfeccionista y me propuse hacer el mejor helado del mundo".

   Quien firma la frase es Luciano Mazzola, un emprendedor bahiense que desde enero está al frente de "Flavor, helados de autor".

   "Estoy convencido que somos lo que comemos. He tenido la suerte de viajar por varios países y vi que había helados buenos en otros lugares, sin desmerecer lo que hay acá, cosas totalmente distintas. Viajé a Italia, a Estados Unidos, para interiorizarme de las últimas tecnologías en fabricación y recetas antiguas y te puedo asegurar que el helado que come la gente acá es el mismo que va a comer si va a Milán o a Nueva York", le contó a La Nueva.

   Flavor se encuentra en Paraguay 173, emplazado en un moderno local que emana pulcritud, con amplios espacios, un sector de juegos para niños con piso de seguridad y hasta mesas que recargan la batería de los teléfonos celulares con solo apoyarlos.

   Además, un grandioso abanico de sabores, incluyendo varios no convencionales, que se pueden pedir al 291-4448464.

   "Los helados míos no son con sabor a fruta o sabor a chocolate, son de fruta y de chocolate. Y quise innovar con sabores no tradicionales", señaló Mazzola.

   En Flavor elaboran sus propios helados de forma cien por ciento artesanal con productos frescos y naturales.

   Están los clásicos de chocolate, dulce de leche, americana, almendrado, menta, tramontana... No falta ninguno. Pero también hay otros que invitan al paladar.

   “La gente viene y pregunta si el helado de roquefort es salado o dulce; hay que probarlo", mencionó al pasar.

   "Soy comerciante y me encanta la competencia, porque pienso que la competencia sana nos ayuda a todos. Recorrí la mayoría de las heladerías de Bahía Blanca, probé todos los helados que había, llegué a comerme un kilo y medio en un día, y notaba que las sucursales estaban muy venidas abajo, con cartelería deteriorada, sin innovar en sabores, con productos de menor calidad para competir con lo industrial. No es la idea, yo compito con calidad", argumentó.

   Además de roquefort, aparece en escena el helado de Amarula, capuccino, cheesecake, crema Baileys, mate cocido, tarta de manzana, té con miel y limón, yogurt de frutilla, palta y bananita Dolca.

   "Quiero darle lo mejor que existe en el mundo a la gente. Y es literal porque estamos hablando de comida y este es un helado ítalo-argentino, recetas italianas con materia prima argentina".

   Un detalle, que deja de ser tal cuando escuchamos la explicación.

   "No hay ni salsas ni toppings, porque el helado, cuanto más malo es, más te van a ofrecer gomitas, pastillitas, salsas y demás para disimular el helado. Acá, la estrella nuestra es el helado y quiero que la gente lo pruebe", detalló.

La historia, detrás de los helados

   Luciano es un reconocido productor de seguros, desde hace 26 años. 

   Su señora, pediatra, heredó la casa donde ahora está ubicada la heladería.

   "Para ella, la casa tenía mucho valor afectivo, pero yo en su momento le manifesté que las cosas materiales van y vienen, hoy son tuyas y mañana son de alguien y estamos todos de paso. Pensé que se podía hacer algo lindo y empecé a estudiar cómo adaptar un negocio al punto que teníamos. Observé el entorno, qué rubros comerciales había y qué nos rodeaba, hasta que determiné que estaba bueno abrir una heladería", relató.

   Desde el okey de su señora hasta el 28 de enero de 2020, cuando a las 19 en punto abrieron las puertas del local, pasaron tres años.

   Durante ese tiempo, Mazzola hizo varios cursos, se recibió de maestro heladero y conoció algunos secretos porque "el helado no es leche con azúcar en frío".

   "Uno ve la diferencia entre el artesanal y el industrial —continuó—, que tiene más del cien por ciento de aire incorporado y a la larga termina siendo más caro".

   Como si todo lo expresado fuera poco, Luciano intentó darle un sentido social al proyecto y, gracias a un convenio con la Municipalidad, había logrado incorporar a su equipo de trabajo a cinco chicos con capacidades diferentes.

    Pero... llegó la pandemia.

   "Me agarró marzo con 17 empleados y de la noche a la mañana, con mucha amargura, tuve que empezar a despedir gente. Con todo el dolor del alma, me quedé sin ingresos y con tres personas", contó, aún con angustia y desconsuelo.

   "Nunca pensé en cerrar, porque es un proyecto que es como mi cuarto hijo. El que es emprendedor ve las cosas como propias. Actuamos rápido y buscamos el daño menor. Ya pude retomar a dos chicos de los que se habían ido y la idea es ir tomando más gente", dijo.

   "Ahora estamos con buenas perspectivas, entrando bien al mercado, la gente nos reconoce la calidad, nota la diferencia y si bien son tiempos difíciles, lo estamos logrando", se esperanzó.

   "Buscaba el mejor producto y creo que lo logramos. Buscaba el mejor local y en Europa no hay una heladería como esta, y lo digo con mucho orgullo. Hay acero inoxidable por todos lados y construimos con porcelanato", explicó.

   Y ya tiene pensado el futuro inmediato.

   "Tenemos desarrollado y pensado un blend propio para trabajar lo que es cafetería en el invierno. Por la cuarentena no lo llegamos a lanzar este año, pero para el próximo vamos a contar con cafés propios, que no ves en otro lado y que la gente pueda saborear", completó.