Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Cultura en Villa Mitre: la “ciudad” que quiere marcar la diferencia

Entre las cenizas que deja la pandemia y lo que perciben los artistas sobre la gestión cultural crecen brotes verdes, blancos y negros. Todo a pulmón.

El Club Villa Mitre riega los brotes de su propia cultura.


Franco Pignol / fpignol@lanueva.com

   Ver brotar hojitas verdes en un campo de batalla días después de haber sido bombardeado no deja de ser emocionante. La mística de los logros que parecen imposibles pinta la atmósfera de los bahienses (no se enojen villeros) que aman a Villa Mitre.

   Unos cuantos locos aprovecharon para pisar el acelerador de una idea que hace rato venía con el motor regulando: crear el área de Cultura del club del barrio. Fieles a su idiosincracia eligieron un momento terrible para la humanidad (pandemia) y para la cultura y los artistas bahienses en particular (Covid + gestión municipal del presupuesto cultural y ordenanzas vigentes).

   En el medio de semejante panorama, la idea prendió como vacuna. Más de 20 personas se sumaron de inmediato, entre los que se encuentran escritores del calibre de Mario Ortiz, Omar Chauvié y músicos como Emanuel Aristarán, Ema Flores y Fernando Cuello y Rubén Cordi (foto con el mate tricolor), entre muchos otros.

   “La experiencia de los primeros meses de la cuarentena nos hizo redimensionar el valor de la cultura, para lidiar con la incertidumbre, para acompañarnos, para fortalecer el lazo social. Necesitamos, creo, del arte y la cultura para sobrellevar la pandemia, y vamos a necesitarlas más aún para empezar a salir de esta pesadilla y reorganizar la vida en común”, aclara Marcelo Díaz.

   —Particularmente los artistas bahienses no la están pasando bien.

   —Elegimos el peor momento para formar la secretaría de cultura, pero bueno, somos villamitrenses, si no se sufre un poco no sirve, estamos acostumbrados a esto.

   —¿Creen que es posible generar un ida y vuelta entre los deportistas del club y los artistas?

   —El deporte en sí es parte de nuestra cultura. El lugar que le damos al deporte en la sociedad es central, y el tipo de organización en clubes, ligados a un territorio, con una memoria afectiva, una pertenencia que se expresa en llevar los colores del club como marca identitaria, los modos pasionales que adquiere lo deportivo, no es algo que veas en todas partes, es una característica de nuestra cultura. Imaginate un día cualquiera en el que jugara la Generación Dorada de básquet, hace unos años; ponías la radio ese día y escuchabas: “hoy juega el Alma” y no sabías si el que hablaba era un periodista deportivo, un poeta o el Papa. Es una locura esa frase, es maravillosa. Pero nos suena natural, es una síntesis de cómo vivimos lo deportivo y todo lo que cultural y socialmente ponemos en juego en torno al deporte.

   —¿Por qué la mayoría de los clubes se autodeniminan “sociales y deportivos”?

   —La mayoría de nuestros clubes se fundaron como “sociales y deportivos” porque miraban a la vez al deporte y al grupo social en el que se desarrollaban y crecían. Revisando un poco la historia uno encuentra que en sus inicios, ligados a un barrio, o un conjunto de barrios, los mismos dirigentes del club, que además eran o habían sido deportistas, en algún momento fueron dirigentes de la sociedad de fomento, o de la biblioteca popular, o integraron algún grupo musical o de teatro vocacional, además de organizar las fiestas y los bailes, que eran el espacio de sociabilidad barrial por excelencia. Los clubes crecieron en el entramado que ligaba el deporte a la vida cultural y social del barrio. 


   “Después algunos se fueron desentendiendo de lo social, y se concentraron pura y exclusivamente en la competencia deportiva. Pero Villa Mitre no perdió nunca ese vínculo, al contrario, a medida que el club fue creciendo en lo deportivo también fue fortaleciendo su relación con la comunidad, ampliándola, lo que hizo que creciera también en lo institucional. Es una especie de círculo virtuoso”.

   —Quizás a partir de 2021 un padre o una madre que lleva a su hijo o hija al club para hacer un deporte también lo podrá llevar a alguna actividad cultural.

   —Cuando tu hijo o tu hija va al club, el sueño de que sea el próximo Lautaro Martínez o la próxima Lucha Aymar se te despeja rápido, porque sabés que los tocados por la varita son el 0,00001%.  Lo que esperás es que en el club aprenda a confiar en sí mismo, a relacionarse bien con los demás, a ser creativo y responsable en el juego, a no bajar los brazos, a que si le toca perder lo haga con dignidad, sin frustrarse, y si le toca ganar, lo haga sin soberbia, con nobleza, a que sus compañeros y compañeras la o lo valoren y respeten, y también sus adversarios.

Si preguntás por las pizzas de Villa Mitre, son las mejores del mundo, ¿el helado de Villa Mitre? el mejor del mundo, ¿la cerveza de Villa Mitre?, la mejor del mundo. Y así con todo".

   —Ahí radica entonces la importancia de lo cultural en el club.

   —Claro, uno espera que su hijo en el club encuentre su lugar, sea feliz, y aprenda a ser una buena persona. Ahora, si lo extendés, eso aplica para el deporte, el arte, el comercio, la política, todo. Entonces, empezamos hablando de deporte, pero de lo que estamos hablando, en el fondo, es de cultura. De ahí a plantearse que el club pueda tener un área de educación (que Villa Mitre ya tiene) y un área de cultura, hay un pasito.

  —¿Cuál es el objetivo a corto plazo?

   —Darnos a conocer y afinar la organización como para poder desarrollar las propuestas que tenemos en carpeta, y también poder recibir propuestas de los socios. A mediano plazo, queremos consolidar una serie de actividades, como una oferta amplia y accesible de talleres de arte para distintas edades, y también un taller de historia del club e historia barrial.

   —¿A largo plazo?

   —También queremos ayudar a que el museo del club, que creó y lleva día a día Oscar Porras tome la dimensión que merece. Y aspiramos a tener una agenda permanente de eventos artísticos y culturales, de la ciudad, de la región, y en la medida de lo posible, de todo el país. Para 2024, cuando se cumplan los 100 años del club Villa Mitre, queremos que todo esto (y algunas cosas más que por ahora nos reservamos) estén en marcha, y creciendo.

Por sobre todas las cosas, somos gente que se lleva bien con la vida, porque sabemos que de los ocho mil millones de habitantes que tiene el planeta tierra, solo unos pocos tenemos la suerte de ser villamitrenses, y eso hay que saber agradecerlo" (risas).

Creer que sí.

   Juan La Rocca, presidente del club Villa Mitre, reconoce la importancia de la cultura para la ciudad y para su institución.

   “Tener el departamento de cultura en el club significa poder empezar a contar con un espejo donde reconocernos, donde encontrarnos, donde poder expresarnos y crecer. Además, el grupo que se formó es gente muy identificada con el sector y muy querida en el club, algo que valoramos mucho. Todo lo que tenga que ver con abrir espacios de expresión a través del arte, de la lectura, del conocimiento, con talleres y eventos, para el club es algo muy significativo y nos llena de esperanza”.

Un poco exagerados… pero no tanto.

   —¿Cuál es el modo de ser del villamitrense? ¿Qué características particulares tiene? ¿Qué paisajes lo representan? Además de los colores ¿con qué otras cosas se identifica?

   —Somos fieles al barrio y al club, a los que nos ligan la memoria de nuestros padres, abuelos y bisabuelos. En Villa Mitre alguien de 20 años te puede contar con lujo de detalles cómo eran esas inundaciones míticas, sin haberlas vivido, solo porque se las contaron mil veces y vio la foto clásica de las cinco esquinas con el tranvía cruzando una especie de río. 

   —“Si pasa por Villa Mitre no deje de visitar Bahía Blanca”, dice por ahí.

   —Somos muy exagerados, “espamentosos” diría mi abuela. Ese grafitti lo expresa a la perfección. Y el mural que te recibe en Falucho: Bienvenido a la República de Villa Mitre. Para los que nos ven de afuera, del otro lado de las vías, los villamitrenses estamos todos locos, y algo de eso hay, para qué negarlo. Acá, hasta los perros tienen carnet de socio. Si preguntás por las pizzas de Villa Mitre, son las mejores del mundo, ¿el helado de Villa Mitre? el mejor del mundo, ¿la cerveza de Villa Mitre?, la mejor del mundo. Y así con todo. Pero por sobre todas las cosas, somos gente que se lleva bien con la vida, porque sabemos que de los ocho mil millones de habitantes que tiene el planeta tierra, solo unos pocos tenemos la suerte de ser villamitrenses, y eso hay que saber agradecerlo.


Los integrantes de la cultural tricolor

   Son veintitrés personas: Flor Ruiz, Rubén Cordi, Mario Ortiz, Olga del Pozo, Omar Chauvié, Daniela Gimenez,Claudio Pelaez, Lorena Bidal, Luciana Lope, Christian Díaz, Julieta Nuñez, Simón Romero,  Ema Flores, Facundo Romero, Fernando Cuello,  Francisco Mayor, Mauro Borgaminck, Luciana Martínez, Luciano Lorenzetti, Manuel Aristarain, Marcelo Tuminello, Luciana Petrini y Marcelo Díaz.

   “Se corrió la voz y el grupo se armó muy rápido. Todavía buscamos la manera de organizarnos bien, somos muchos, con muchos talentos y experiencias distintas, esperamos poder capitalizar todo eso de la mejor manera. Tener que manejarse por mensajes o encuentros virtuales dificulta un poco las cosas, pero hay mucho entusiasmo y muchas ideas dando vueltas, de a poco iremos dándoles cauce, en la medida en que la vida de todos empiece a ir por carriles más o menos normales. Elegimos el peor momento para formar la secretaría de cultura, pero bueno, somos villamitrenses, si no se sufre un poco no sirve, estamos acostumbrados a esto”, explica Díaz.