Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Pastos y ausencia, una de las manifestaciones de la pandemia

Las escuelas sufren en muchos casos la falta de un mantenimiento adecuado mientras permanecen cerrada como consecuencia de la pandemia. 

Mario Minervino / mminervino@lanueva.com

Fotos: Emanuel Briane / ebriane@lanueva.com

 

   El coronavirus ha obligado al mundo a cerrar sus escuelas, a suspender las clases presenciales y así prevenir el contagio del Covid 19, a partir de una cuarentena y de un aislamiento que, en nuestro país, está cerca de cumplir sus primeros siete meses.

   A la preocupante situación de no poder desarrollar el año escolar de manera normal, se suma la que atraviesan muchos establecimientos locales en cuanto a la falta de mantenimiento de sus edificios, los cuales difícilmente podrían dar una respuesta adecuada si se decidiera retomar, antes de terminar el año, algún tipo de presencialidad.

   Escuelas y jardines se mantienen cerrados, sin ningún tipo de actividad, salvo la asistencia ocasional y esporádica, de docentes o consejeros escolares que concurren a cumplir alguna tarea específica.

   Por eso es muy gráfico de la situación el patio del Jardín de Infantes Nº 927 Eliseo Casanova, en la esquina de Francisco Romero y La Rioja, en Grünbein, la cual es simple advertir desde la calle.

   Es cuestión de días que los juegos infantiles queden completamente ocultos entre los pastizales, en un terreno donde además la presencia de ciertos animales no sería extraño, dado el estado en que se encuentra.

   Esa misma situación se repite en varios edificios, otros con problemas de canaletas tapadas, vidrios rotos y otras afectaciones propias de la falta de cuidado y uso.

   Desde el consejo escolar se menciona que una cuadrilla de obreros, tercerizada por la municipalidad, atiende ese tipo de cuestiones, siguiendo un cronograma que responde a la realidad de antes de la pandemia. Hoy, esa prestación es claramente insuficiente. Tampoco se puede contar en estos meses con la colaboración de cooperadoras o familias, que en muchos casos se sumaban para realizar estas tareas, ya que la propia pandemia ha condicionado esa participación.

   El patio del Jardín 927 es un símbolo del tiempo que nos toca vivir. Sin niños jugando, con aulas vacías, sin el murmullo de los alumnos, sin los maestros. Una realidad que no debiera emparentarse con una sensación adicional de desidia, abandono, resignación u olvido.

De esta pandemia se va a salir, la normalidad volverá y cada lugar, cada espacio, cada patio, debe estar preparado para ese deseado momento.