Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

La cita de cada sábado en el comedor "Los chicos del barrio"

Desde hace 7 años, se sirven 30 platos de alimentos. Todo comenzó con un merendero y un ropero, pero las necesidades hicieron que la acción solidaria se amplíe y ello se logró con la ayuda comunitaria.

Por Natalia Miguel

   Cada sábado, se sirven 30 platos de comida para niños de diferentes sectores de la ciudad.

   La acción solidaria no se detiene ni se interrumpió desde hace 7 años, cuando todo comenzó, primero con un merendero y luego con un comedor.

   "Los chicos del barrio", así se identifica el lugar de encuentro en Luis Agote 3277, del Gaudi, hacia donde llegan menores de esa misma barriada, Albatros XXVII, Atepam y del macrocentro.

   "Tenemos ahora la alegría de contar con un sueño cumplido, que es la construcción de un salón. Agradezco a Dios y a todas las personas que nos ayudaron. El espacio es amplio y cómodo. Nos hacía falta una mesa con sillas y también las recibimos en donación por parte de la mamá de Laureana Coronel", dijo Marta Paez, fundadora de la noble iniciativa.

   Para terminar con los trabajos de infraestructura, señaló que resta la edificación de un baño.

   "Tenemos casi todos los materiales. Solo nos faltan unos caños y codos para hacer el sistema cloacal. Una vez que tengamos esto, ya pondremos manos a la obra", agregó.

Inicios

   Cuando comenzó con la tarea solidaria, Marta aún estaba trabajando en el Hospital Naval Puerto Belgrano.

   "Siempre ayudé a la gente del barrio. Cuando sobraba pan, me dejaban llevarlo para mis vecinos, aquellos que necesitaban. Los médicos y las enfermeras me ofrecían ropa y así fue como nació el roperito".

   "Primero abrí el merendero. Y un día, cuando regresaba de Catamarca de visitar a mi hijo, una señora me preguntó: ¿Hoy se abre el merendero? Le respondí que no porque recién llegaba de viaje y me dijo 'sabe que estoy pasando un mal momento y necesito alimentos para mis hijos'. Llegué a mi casa, me contacté con esa familia para ayudarla y, en ese momento, decidí habilitar el comedor porque había necesidad".

   "Entonces antes era merendero, pero ahora es comedor, y siempre con 30 chicos fijos. En algún momento, concurrían 5 menores más, pero ya son grandes y no vienen más. Sí se reúne mayor cantidad de gente en los cierres de año, cuando hacemos un encuentro para todas las familias", comentó.

Colaboraciones

   Los alimentos los recibe por parte de vecinos, comerciantes y la Municipalidad.

   "Desarrollo Social me está ayudando. Cuando abrí el nuevo salón me trajeron mercadería y se comprometieron a colaborar cuando necesite. Después, hay gente que dona alitas de pollo, papas, cebollas, zanahorias, morrones. También recibimos el pan, nos donaron chorizos para el día de la inauguración y nos van a traer huevos de Pascua".

   "Ahora, se necesita leche en polvo y arroz. Si alguien quiere colaborar con verduras, también las recibimos porque siempre vienen bien".

   "Soy muy agradecida, de corazón, a toda la gente de Punta Alta que me acompaña en todo. Habitualmente no pido, la gente viene sola con las donaciones. Es increíble y sumamente gratificante cuando ves llegar a las personas con las cosas"

Manos a la obra

   Para la elaboración de los alimentos, dijo que cuenta con la ayuda de Juana Chávez y María de los Ángeles Cáceres.

   Además, para servir las mesas, "nos suelen ayudar las mamás de los propios chicos que reciben los alimentos", acotó.

   Otra colaboradora muy entusiasta es Paola González, dijo Marta. "Ella me trajo todas las cortinas"

   "Nos donaron la pintura y realmente pudimos trabajar todos unidos y quedó un lugar acorde a lo que necesitábamos", expuso.

"Recibo el doble o el triple de lo que doy"

   "Lo que doy, lo recibo en doble o triple. Me pasó siempre. Soy una persona de mucha fe. Yo doy y así recibo. Soy una agradecida", sostuvo Marta.

   Los sábados, a las 12, ya empiezan a llegar los chicos. Miran televisión y juegan a la pelota. A las 13, se sirve el almuerzo. "Tenemos mesas y lugar suficientes, las paneras, las jarras de jugo...hacemos una oración y se comparten los alimentos".

   Luego, "hacemos juegos. Más tarde, toman la leche y cada uno se va a su casa. Están hasta las 18. Pasamos todos juntos casi todo el sábado. Es muy lindo compartir cada encuentro. A mi me llena de satisfacción".