Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Qué le espera a la economía argentina después de las elecciones

La mirada de tres especialistas bahienses para lo que nos espera después de las legislativas. 

Foto: Archivo La Nueva

     Francisco Rinaldi/frinaldi@lanueva.com

     Inflación alta, ajuste forzoso pero no asumido y renovadas presiones del FMI para emprender reformas estructurales sobre el sistema previsional y el mercado laboral son el escenario más probable para la economía argentina “post-elecciones”, de acuerdo con tres economistas bahienses entrevistados por La Nueva.

     Cada profesional fue consultado de acuerdo con su área de especialidad: cuentas públicas y actividad, deuda y relaciones con el FMI e inflación.

     Se trata de los economistas de la UNS Cintia Karina Martínez, profesora asociada de Finanzas Públicas y Economía del Estado, Francisco Cantamutto, doctor en Ciencias Sociales de Flacso y docente, y Carlos Dabús, especialista en Macroeconomía e inflación.

      No se ajusta, ¿no se ajusta?

      Para Cintia Martínez, el ajuste de las cuentas públicas, un tema por demás esquivo para cualquier político con deseos electorales, ya está ocurriendo.

      “El ajuste se está produciendo, de hecho, a través de la inflación: aproximadamente la mitad del gasto público nacional corresponde al pago de remuneraciones de empleados públicos, jubilaciones, pensiones y asignaciones familiares, que muestran un contundente atraso en comparación con la tasa de inflación”, sentencia Martínez, coordinadora de ECOData, el Portal de Análisis Socioeconómico Regional del Departamento de Economía de la Universidad.

     “Por el lado de los ingresos, si bien el nivel de actividad ha caído, se observa que la recaudación de algunos tributos se ha incrementado en términos reales, como es el caso de los derechos de exportación o el IVA, a lo que se suma al impacto del Aporte Solidario Extraordinario. Esto contribuyó a mejorar el resultado fiscal de la primera mitad del año”, agrega.

    Y los números oficiales dan cuenta de esa mejoría, al menos durante la primera mitad de 2021: el déficit primario nacional fue del 0,55% del PIB, un nivel realmente bajo en relación con años anteriores, mientras que la meta presupuestaria permite un déficit primario del 4,2% del PIB.

   Con todo, “el impuesto inflacionario, aun cuando obviamente no figura en las estadísticas de recaudación como un impuesto más, tiene un alto impacto en las cuentas públicas disimulando los desequilibrios”.

      “En un contexto como el actual, en el que el gobierno no tiene acceso al crédito público, la única herramienta de financiamiento con la que cuenta es el uso de la emisión monetaria. Esto tiene evidentes consecuencias negativas, en especial sobre los sectores más vulnerables que están especialmente golpeados por la pandemia y son los que más sufren los efectos de la alta inflación actual”, advierte la profesional.

      De cara a lo que vendrá, Martínez espera la continuidad de este mecanismo de ajuste “en los hechos”, más allá de lo que declame el Gobierno en su discurso mediático, aunque sin asumir el costo político de una baja del gasto público.

      Estoy tocando Fondo

      Francisco Cantamutto se especializó en temas de deudas soberanas, es decir, las que asumen los Estados, y sus consecuencias para las economías endeudadas. Y si de deuda se trata ¿cómo no tener en cuenta a un histórico acreedor argentino, es decir, al FMI?

      “Hoy el Gobierno está negociando las reformas estructurales que el Fondo pediría implementar como condición para un acuerdo”, explica. Y agrega: “Es que se está discutiendo en el marco de un posible Acuerdo de Facilidades Extendidas, los que usualmente vienen acompañados de pedidos de reformas estructurales y revisiones periódicas de las cuentas públicas”.

     Y a la hora de las reformas, la del sistema previsional, el impositivo y flexibilización laboral figuran entre las preferidas por parte del organismo multilateral. De hecho, en un polémico paper del organismo, se calificó al sistema previsional argentino como demasiado generoso, ya que desincentiva el ahorro individual, mostrando una clara preferencia por los sistemas de capitalización privada e individual, al mejor estilo de las AFJP's de los 90.

     “Es que el Fondo se quedó con sabor a poco tras la reforma del sistema jubilatorio en 2017. También insistiría con la flexibilización laboral y apelar más a los impuestos progresivos. Donde se ve un pequeño cambio es en los pedidos de liberalización del mercado de cambios, porque el Fondo se dio cuenta que cada vez que exigió una eliminación inmediata de las restricciones cambiarias, no le fue muy bien. De hecho, ni siquiera el ala más ortodoxa del organismo pide inmediatez en este punto”, explicó.

     Entonces, ¿qué se puede esperar de un arreglo con el Fondo suponiendo que las condiciones no se modificarán sustancialmente con respecto a lo que se ha firmado hasta el momento?

     “Primero, que no va a haber quita de capital. Con respecto a las consecuencias para la economía nacional, la evidencia refleja que cuando se acordó algo con el Fondo, se creció menos, hubo más inflación, más pobreza y caída en la participación de los asalariados en el PIB”, advierte el académico local.

     Tan alta como la moral

      Para Carlos Dabús, un economista bahiense que dedicó buena parte de su carrera al estudio de la inflación, la Argentina debería convivir durante largo tiempo con inflaciones mensuales dentro del rango del 1,5 al 2% mensual.

     “Estamos dentro de lo que se conoce como regímenes de alta inflación. No es bueno, pero hemos estado mucho peor”, recuerda.

      Con respecto al reciente aumento de la emisión de pesos (N de R: el BCRA giró al Tesoro Nacional 460.000 millones de pesos en lo que va del año, algo más del 1% de todo el PBI) Dabús advierte que “siempre es un riesgo”.

     “El exceso de emisión siempre involucra un riesgo de aceleración de inflación. Pero hay que tomarse las cosas con cautela, porque eso no significa que pueda haber un desborde inflacionario, como los que hemos tenido en otras épocas de nuestra historia”, explicó.

     “Existen herramientas para regular la emisión, que el BCRA ya está usando. Claramente, su eficacia no es eterna y si el exceso de pesos se sigue canalizando a través del mercado de cambios paralelo, como estuvo pasando últimamente, el riesgo se acrecienta”, destacó Dabús.

      Con respecto a una de las críticas más comunes entre los economistas acerca de la falta de un plan antiinflacionario, señaló que “yo no sé si tienen o no uno. Lo que sí veo es una falta de acuerdo dentro del gobierno, lo que obedecería más a cuestiones políticas que económicas. Es como que cada vez que desde Economía intentan hacer algo para batallar contra la inflación, lo terminan dejando de lado”.

     Pese a ello, admitió que iniciar un programa antiinflacionario exitoso requiere de condiciones que no siempre están presentes.

      “Para que realmente funcione, es indispensable tener una agenda de reducción del déficit fiscal, algo que se dice muy fácil, pero que es muy complicado de implementar en un contexto como el actual, signado por las necesidades sociales que impone la pandemia. Y para que esto sea sostenible en el tiempo, hace falta un acuerdo político acerca de la necesidad de que el Gobierno se financie solo con ingresos genuinos, no con deuda ni con emisión”, advirtió.