Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Entre restricciones y más contagios: ¿la gente se cansó y dejó de cuidarse?

Ante el aumento del número de casos positivos en el país y en esta región en particular, volvieron los límites para diversas actividades recreativas y comerciales. Las reuniones sociales y familiares, las principales apuntadas como las culpables. 

Fotos: Emmanuel Briane y Jano Rueda - La Nueva.

 

   La gente está cansada, la gente no se cuida, a la gente no le importa, la gente no da más, la gente necesita salir, la gente no va a aguantar más encierros; los chicos necesitan ir a la escuela, los chicos deben socializar y estar con sus pares, los chicos necesitan retomar sus actividades, los chicos hacen cosas que hacen los chicos de su edad y tienen que salir; los comercios no pueden cerrar más, los comercios no van a soportar otro año de take away y venta por internet, los comercios pueden funcionar con cierto aforo, los comercios no pueden soportar que le impongan un aforo, los comercios muchas veces pierden el control de lo que hace la gente y los chicos en ellos... Y así, sigue, sigue y sigue.

   Argumentos y excusas, con o sin razón, dependiendo de quién las mire, las esgrima o las sufra. A casi un año y un mes del decreto 297/20, que ante “una crisis sanitaria y social sin precedentes” enviaba a todo el mundo a su casa e imponía restricciones a la movilidad y a la vida pública y comercial, nuestro país está entrando en los meses fríos con la segunda ola de coronavirus mostrando números de contagios por demás preocupantes y sin que la vacunación aún sea efectiva para que disminuyan la cantidad de casos positivos.

   La escalada comenzó a notarse en firme en las últimas semanas: después de los notables y temidos crecimientos en el número de enfermos de octubre y enero pasado, el escenario más temido por el sector sanitario parece convertirse en una realidad: el miércoles, el presidente Alberto Fernández y un nuevo DNU anunciaron nuevas restricciones, pero se desconoce qué pueda ocurrir en el futuro inmediato si la famosa curva no vuelve a aplanarse.

 

Aseguran que aumento en los contagios de Covid-19 de los últimos meses, se debió a las reuniones familiares o sociales.

 

   Todo esto potenciado, claro está, por una verdad ineludible: desde hace un tiempo existe un peligroso relajo mezclado con una suerte de inconsciencia por parte de la gente que, por una razón u otra, ha dejado de cuidarse. Las reuniones sociales y familiares son las que se llevan todos los dedos apuntadores al buscar culpables.

   Para las autoridades, la cuestión es clara: hace meses que insisten hasta el cansancio con la necesidad de que la población se cuide y que respete las normas de seguridad y el distanciamiento físico y social. Hoy, con los números en la mano, la conclusión es una sola: “la gente se relajó demasiado”.

   Los porcentajes que obligaron al gobierno a tomar las nuevas restricciones anunciadas el miércoles, hablan por sí solos: en las últimas semanas, el crecimiento del número de casos pasó del 5 al 11%, y de ahí al 30 por ciento, en no más de 20 días. La propia ministra de Salud, Carla Vizzotti, fue clara al respecto: “los contagios no se dan donde funcionan los protocolos, sino en lugares cerrados; las fuentes de contagio son las reuniones sociales”. En buen romance, otra vez, la culpa es de la gente, que ha dejado de cuidarse.

   En el verano, los apuntados habían sido los jóvenes y los no tan jóvenes: las celebraciones de fin de año habían dejado su mella y los números se disparaban inesperadamente. Las camas de los hospitales se ocupaban en forma desmesurada y el fantasma de la segunda ola flotaba en el aire. La curva se amesetó, sí, pero los especialistas ya abrían el paraguas sobre la posición en que quedaba el sistema de cara a la llegada de los meses de otoño e invierno. 

   Y el ruego aparecía cada vez que había oportunidad: “necesitamos que la gente se siga cuidando”.

   A pesar de todo, en cumpleaños, fiestas de guardar o clandestinas, bautismos, jineteadas o la calle misma, el tan mentado distanciamiento social ha quedado relegado por alguna razón; los aforos parecen responder a horarios y controles externos, y el alcohol en gel recuerda muchas veces un objeto decorativo de moda que en su momento fue un boom de ventas y ahora solo aparece de vez en cuando y porque alguien lo pide. Por ahora, lo único que se mantienen (casi) inamovibles son el tapabocas y el saludo con el puño o el codo.

   En las últimas semanas, a esto se sumó la ventilación. Sabiendo que en la mayoría de los casos se trata de una batalla perdida de antemano, las autoridades comenzaron a pedir que cuando la gente se reúna, al menos abra las ventanas de la habitación para que circule el aire.

   “La vacunación es el mecanismo de prevención más importante que tenemos, además del uso del tapabocas, algo en lo que la gente se relajó demasiado, y el lavado frecuente de manos", dijo el titular de Región Sanitaria I, Maximiliano Núñez Fariña, quien señaló también que estas cosas dependen puramente de cada uno. 

   "El distanciamiento físico es una voluntad del mismo ciudadano, sobre todo el evitar reuniones innecesarias. El mayor número de contagio o denuncias de Covid-19 fue por las reuniones familiares o sociales, que terminan siendo la cuestión más importante a cuidar -dijo-. La medida no es cerrar el país, sino educar al ciudadano".

 

Acrogliano reconoció que el sistema de salud se encuentra agotado, con una fuerte sobrecarga sobre lo público.

 

   Al respecto, el titular del área de Salud del municipio de Bahía Blanca, Pablo Acrogliano, reconoció que el escenario sanitario y la situación en general han cambiado mucho después de un año de pandemia: “Vemos un desapego a los protocolos de cuidado, fundamentalmente los referidos a los encuentros, al distanciamiento, al mal uso del barbijo o las fiestas clandestinas”.

   En ese sentido, afirmó que existe “un grupo que no es representativo de la población en general”, que termina generando una sensación de malestar en los demás.

   “Aquellos que sí se cuidan, terminan sintiéndose frustrados, mientras que los que no se cuidan, en vez de convivir con el virus, lo ignoran y hacen una vida normal como si nada pasara”, indicó.

   El funcionario bahiense reconoció que, a todo esto, se suma el contar hoy con un sistema de salud agotado, con una fuerte sobrecarga sobre lo público.

   “Esto lo vemos tanto en el hospital Municipal como en el Penna, porque la medicina privada está fundida y la seguridad social no estuvo a la altura de la pandemia: normalmente las clínicas viven de cirugías y terapias que no pudieron practicar el año pasado”, advirtió.

   Según Acrogliano, esto termina configurando un panorama crítico, en el que es necesario el compromiso de la gente.

   “La segunda ola de coronavirus empezó, hay un fuerte incremento en el número de casos, y si la gente no se concientiza, lo que viene va a ser peor”, remarcó.

   Al respecto, lamentó que se esté presenciando un comportamiento generalizado, no particularmente local, íntimamente relacionado con el hartazgo y el cansancio que causan la pandemia y las restricciones.

   “Parece que es difícil entender que si me cuido, también cuido al otro y así puedo hacer las actividades que quiera sin que, de golpe, haya que restringir todo”, manifestó.

   Por su parte, el médico y especialista en vacunación, Carlos Köhler, señaló que ante el crecimiento del número de casos, las culpas están compartidas entre el comportamiento de la población y una mala política comunicación de parte de las autoridades.

   “Por un lado, tenemos a la gente que no entiende que seguimos en pandemia, que esto no terminó y que hay algunas variantes que demuestran que va a continuar un tiempo largo. Entonces, no entenderlo es culpa de la gente pero también es culpa de la comunicación”, aseguró.

   Al respecto, consideró que la información que se brindó desde un primer momento debió haber sido más estricta.

   “Lo mismo debería haber ocurrido con los controles del protocolo sanitario: si no los entendemos y no los cumplimos a rajatabla, vamos a seguir con estos números.

   “Sabemos que los argentinos y latinos somos transgresores, pero esto está pasando en todo el mundo. Acá no hay que repartir culpas, sino que hay que cumplir con el protocolo a rajatabla”, afirmó.

 

Dorado: “Las personas sienten que no hay riesgos y quieren seguir con su vida normal”

 

   El licenciado en psicología Damián Dorado aseguró a “La Nueva.” que la respuesta instintiva, primitiva, de la gente ante la retracción de la liberación de actividades y la nueva llegada de restricciones, ha sido la negación.

   “Lo más importante a tener en cuenta en esta situación, es que el hecho de que hayan ampliado ciertos límites o restricciones, hizo que se volviese a un estado de normalidad anterior, prepandemia, que era algo que la gente estaba esperando y que les permitió poder volver a vincularse, reunirse y participar de eventos. ¿Pero había terminado el virus y se había terminado todo? No”, explicó.

   Entonces, estas situaciones terminan generando angustia en las personas y se produce la negación.

   “Con la pandemia y el encierro se dio una situación de angustia global, al tener que afrontar una situación novedosa que comporta cierto riesgo. Ante esto, el ser humano tiene mecanismos de defensa: negamos la realidad, negamos que haya un riesgo y nos reunimos, o no nos lavamos las manos ni usamos tapabocas. Es como si nos olvidásemos un rato que hay un riesgo, para poder disfrutar de cosas de las que estábamos privados”, afirmó.

   Esto, aclaró, no significa que la gente se haya olvidado del coronavirus.

   “La respuesta termina siendo la negación de lo que está pasando: hay hartazgo porque se produjeron privaciones. Entonces, negamos la realidad pensando cosas como 'no pasa nada' o 'si me enfermo, veo'. Es decir, se niega el riesgo en cosas que antes eran habituales, como compartir el mate”, ejemplificó.

   “Hay una suerte de 'no pasa nada' en la cabeza de la gente, que no siente ningún riesgo, se enoja e intenta seguir haciendo la misma vida. Hay algo que el aislamiento puso en jaque: tenemos que seguir trabajando sobre la solidaridad y cuidar a los demás, más allá de que yo no tenga problemas”, agregó.

 

Nación y Provincia piden respetar los protocolos

 

El miércoles, durante el anuncio de las nuevas medidas restrictivas ante el avance de los casos de coronavirus en todo el país, el presidente Alberto Fernández fue tajante: "Necesitamos el compromiso de todos para reducir la velocidad del contagio. Lo que suceda en la segunda ola va a depender de las medidas que implementemos y, fundamentalmente, del compromiso de cada miembro de nuestra comunidad", dijo.

"Es muy importante que la gente entienda, porque el Estado no puede estar encima de la cotidianidad del ciudadano. No hay forma material de controlar el comportamiento humano de cada habitante de la Argentina", aseguró.

El gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, le fue en zaga: "La situación cambió violenta y súbitamente. Esto no es una ola; es un tsunami", afirmó.

Además, volvió a pedir que la gente respete los protocolos sanitarios 

"Cuanto más alta sea la transmisión y mayor sea la ocupación del sistema de salud, más medidas restrictivas deberemos tomar. Cuanto más nos cuidemos, más lograremos bajar la transmisión del virus”, dijo.