Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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UN arroyo que pasa y se pierde

   Entre discusiones y permisos, el agua del Napostá espera llegar al lago del parque de Mayo.

   Un desperfecto en una bomba, una inesperada mortandad de peces y un supuesto uso inadecuado de una entidad deportiva, pusieron en el ojo de la tormenta (una vez más) al arroyo Napostá.

   Este curso de agua que nace en las Sierras de la Ventana y recorre poco más de 100 kilómetros para desembocar en el estuario bahiense, viene generando polémicas de manera repetida, en algunos casos por decisiones sobre su limpieza, en otra por supuestos usos indebidos.

   Ahora es el turno del lago del parque de Mayo, el cual existe como tal desde la inauguración del paseo, en 1906. Un lago artificial a pocos metros de dos cursos de agua, porque además del Napostá, el lago es vecino cercano del Maldonado.

    Aunque suene a broma, el arroyo del parque no se llena con agua del arroyo. De ninguno de los dos arroyos. Sino que lo hace con agua subterránea, de una perforación, mediante un bombeo constante.

   Cuando la bomba se daña –hecho muy habitual—o le roban algunos cables o simplemente deja de funcionar, el lago no puede renovar el agua, la misma se pone en mal estado y, por ejemplo, se mueren los peces.

   Debería sorprender que el lago no se llene con agua del Napostá. Pero parece que durante décadas nadie prestó atención a esa circunstancia. Como si el agua –que cada minuto corre por el cauce hacia el mar sin uso ni destino alguno-- no fuera suficiente para alimentar esos y más lagos.

   Se menciona incluso la supuesta dificultad de llenar el lago del parque con el agua del arroyo por diferencias de altura. En un mundo que en 1859 unió el mar Rojo con el Mar Mediterráneo y que sueña con traer agua del río Colorado a Bahía Blanca que no se pueda resolver como llevar el agua del Napostá al lago suena a tomadura de pelo.

   

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