Lola Mora preocupada por Rivadavia

Redacción de La Nueva.

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Mario Minervino / mminervino@lanueva.com

   Hace 113 años, en diciembre de 1908, visitó nuestra ciudad la escultora Dolores Mora Vega, popularmente conocida como Lola Mora.

   Su llegada a Bahía Blanca, dónde estuvo dos días hospedada en el hotel de Londres de O’Higgins y Chiclana, se debió a la circunstancia de que un jurado municipal había declarado desierto el concurso para realizar el monumento a Bernardino Rivadavia en el centro de la plaza homónima.

   “Como argentina y admiradora ferviente del gran estadista, Lola Mora abriga el anhelo de arrimar su esfuerzo a la realización de la justiciera obra, sin aspiraciones egoístas”, señaló este diario al explicar el motivo de su visita. Lola Mora tenía entonces 42 años y todo un renombre ganado en el arte, que alcanzó un punto elevado con la donación a la ciudad de Buenos Aires, en 1903, de la fuente de las Nereidas.

   Lo cierto es que la decisión del estado municipal de hacer el monumento al primer presidente, con la idea de tenerlo terminado para el 25 de mayo de 1910, se vio frustrada por la decisión del jurado. Lola Mora vino a plantear la idea de invitar a los más sobresalientes escultores y organizar un reducido concurso en el que cada artista exhibiera su boceto, sin las exigencias del secreto que impone todo concurso, de la misma manera que se había hecho para el monumento a Bartolomé Mitre en la capital federal. “La idea de la señorita Mora parece que encontró favorable acogida y el corriente mes serán invitados directamente los escultores más conocidos para que cada uno traiga su pensamiento y modele su idea de Rivadavia monumental”, aseguró este diario.

   Lo cierto es que la idea de Lola Mora no prosperó y Rivadavia debió esperar 20 años para tener un nuevo concurso, otra vez declarado desierto, pero con una segunda vuelta con los tres mejores trabajos, que finalmente tuvo su diseño ganador.