Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Siempre en nuestros corazones

“Dios sabrá sus destinos, pero aquí dejarán un vacío irreemplazable. Uniéndonos todos, démosles gracias por la labor realizada”. Escribe Orquídea Marinozzi.

   Me acerco a ustedes, queridos lectores, para transmitirles y comentarles que estas simples líneas van cargadas de gratitud.

   Seguramente, muchos de ustedes también lo van a sentir así.

   Me pregunto: ¿quiénes de los que vivimos en esta ciudad no conocen a las Siervas de Jesús de la Caridad Hermanas Enfermeras, domiciliadas en la casita de calle Güemes 250? 

   Y vuelvo a preguntarme: ¿quién no habrá necesitado de sus servicios que, complacientes, los realizan en función a las necesidades del paciente que llega a sus manos?

   Haciendo un pequeño recordatorio, un 25 de julio de 1871, en Bilbao (España), nacía de la mano de la Hermana María Josefa Sancho la congregación Siervas de Jesús de la Caridad, expandiéndose luego por muchos lugares.

   Siendo su Año Jubilar y conociéndolas desde mi adolescencia, quiero agradecerles por su abnegada labor, sin ningún interés material y sirviendo siempre con alegría y con ternura maternal.

   Seguramente, ahora serán ustedes quienes se preguntarán a que se debe mi descripción del tema, ya que muchos quizás las conozcan más que yo, pero tal vez desconozcan que las hermanitas se van de Bahía, cierran las puertas de su casita y ya no las veremos más.

   ¿A que se debe su partida? Muy simple, no hay quienes las reemplacen y las que aún quedan son pocas y mayores, lo que hace que no puedan cumplir con su misión, como tampoco solventar los gastos que ocasiona su casita.

   Dios ha de saber sus destinos, pero no cabe duda que aquí dejarán un profundo vacío irreemplazable.

   Uniéndonos todos, démosles las Gracias por la maravillosa labor realizada. 

   Nos dejan muy lindos recuerdos, nos hicimos amigos de ellas y aunque fueron muchas las que pasaron por aquí, no puedo dejar de recordar a Sor Natividad, quien no hace muchos años murió aquí mismo. Bella persona de corazón y alma que con simpatía y dulzura mitigaba el dolor ajeno.

   Por todo lo que sembraron en nuestra ciudad desde el año 1936, cuando llegaron aquí, y habiéndose cumplido 85 años que nos brindaron su ayuda y por todo lo que les queda por sembrar, pidamos a Dios que donde vayan sean bendecidas en salud para que puedan continuar con su maravillosa obra.

   ¡A todas les damos las gracias! ¡A todas las llevamos en nuestros corazones!

Orquídea Marinozzi vive en Bahía Blanca.