Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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La receta de inflar la demanda: que puede fallar y el riesgo de repetir fracasos de antaño

Con miras a mejorar el resultado de las PASO, el Gobierno sale a poner plata en el bolsillo con una fuerte corrección cambiaria como principal amenaza.

Francisco Rinaldi/frinaldi@lanueva.com

   Decidido a mejorar su performance de agosto, el Gobierno quiere “inflar” la demanda hasta noviembre, una clásica receta de años electorales, con una fuerte devaluación correctiva el día después como principal riesgo.

   La receta produce como plato principal salarios reales (poder de compra de los trabajadores) en alza, lo que se obtiene  a través de la combinación de dos ingredientes: subas salariales nominales y dólar-precios  estables en el corto plazo.

   En concreto, la receta requiere de microdevaluaciones del peso (el dólar viene aumentando a razón del 1% mensual), las que permitieron consolidar, al menos hasta agosto, la tendencia bajista que muestra la inflación mensual, pese a que esto no se refleje en los porcentajes anuales.

    Como ya se adelantó, el resultado inmediato es un aumento del poder de compra de los salarios: en julio, las subas salariales promedio del mes superaron a los precios (4,4% versus 3%), al tiempo que se espera que las medidas anunciadas la semana pasada, como lo es el complemento mensual para el salario familiar confirmado por el mismo presidente, vayan en igual sentido.

    Pero, como ya se sabe, a los ingredientes hay que pagarlos.

   Por eso, dichas inciativas  significan un aumento del gasto público y, por ende, del déficit fiscal, en un contexto donde el financiamiento no inflacionario del mismo (colocación de deuda en el mercado local, por ejemplo) se halla sumamente acotado.

   Es que los bancos, principales receptores de los títulos públicos emitidos,  tienen hoy una exposición al sector público del 45% de sus activos, de acuerdo con la Fundación de Investigaciones de América Latina (FIEL.

   El corolario de esta restricción de fondos es una emisión de dinero del 12,6% del PBI de octubre a diciembre, la que será, en su mayor parte, de origen fiscal, vale aclarar, se utilizará para sostener la expansión del gasto, estiman los economistas de la Fundación para el Estudio de la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL).

   El resto, acotan, servirá para afrontar los intereses que devenga el stock de Leliqs emitido en meses anteriores (de hecho, fueron creadas por la administración macrista), un instrumento de regulación monetaria en manos del BCRA cuyo fin es sacar dinero del sistema para morigerar, en parte, el previsible aumento mediato de la inflación, provocada por la expansión de dinero.

   Entonces, una aceleración inflacionaria en los próximos meses amenaza con complicar la estrategia del Gobierno.

   Como pasa con todas las recetas, a veces, el plato puede no ser igual al que hicieron enMaster Chef.
 

Puede fallar

   El impacto en los precios podría venir mucho antes de lo esperado por el Gobierno: si la gente se niega a quedarse con los pesos emitidos (ahora y en el pasado), el famoso rezago de la política monetaria, (N de R: la emisión no se traduce en aumentos instantáneos del nivel de precios sino que demora un tiempo), se acota peligrosamente.

   Es que cuando el público espera aumentos mayores, a modo defensivo, adelanta sus compras de bienes o, de tener acceso, acumula dólares, lo que alimenta, aún más, el proceso inflacionario, fenómeno que en buen romance se denomina aumento de la velocidad de circulación del dinero, o, lo que es lo mismo, caída dela demanda monetaria.

   “El Gobierno no tiene instrumentos de crédito para financiar el déficit fiscal y sigue emitiendo pesos vía BCRA".

   "Esto no va a durar demasiado, porque se dispararon las expectativas inflacionarias, a punto tal que en este mes, la inflación se está volviendo a acercar al 3% mensual”, advierte Amilcar Collante, economista.

   Así, de forma directa o indirecta, el impacto de tamaña expansión monetaria aceleraría la inflación en los próximos meses, corrección cambiaria de magnitud incluida, más allá de noviembre,  volcando, así, la mezcla original.

   “La política de atraso cambiario y tarifario típica de todos los años electorales no es sostenible, por lo que no se extenderá en 2022. De hecho, en el Presupuesto está contemplado el ajuste de tarifas”, dice Collante.

No se va a seguir

    Conciente de que no se puede repetir el plato, para Lavih Abraham, del heterodoxo Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE), en los planes del Gobierno no figura la idea de seguir inflando la demanda después de noviembre.

     “Por el lado del mercado de cambios, el cepo reforzado va a impedir un aumento fuerte de la demanda de dólares para atesorar, de forma que no va a haber una disparada del oficial en lo inmediato", explica.

    Pero más allá de las legislativas, si se incentiva la demanda interna se disparan las importaciones de bienes para poder abastecerla, con la consiguiente presión sobre el valor del dólar".

   "Creo que una vez en ese punto, la idea es que la reactivación económica pase por otro lado, como la obra pública, por ejemplo”.

    Con respecto a una devaluación inmediata post-legislativas, Abraham opinó que no tiene porque ocurrir.

   “El valor del dólar hoy, descontando la inflación, es de alrededor de 100 pesos, arriba de los 72 que valía cuando estaba Macri en el poder".

   "Yo creo que tienen margen en el corto plazo para evitar saltos cambiarios de magnitud".

    "Ahora, no hay que abusar, porque tampoco es el dólar “recontraalto” del año 2001”, señaló el analista.
 

¿Cómo se sale?

    Donde los analistas no pueden coincidir es en que políticas son necesarias para salir de la magra performance de la economía nacional.

   "Luego de 12 años de estancamiento en el PIB y enel empleo formal, pérdidas importantes acumuladas del salario real, y un ajuste externo ya completado, y ante el fracaso evidente del populismo, las nuevas autoridades tendrán la oportunidad de encarar un programa de reformas estructurales que eliminen el déficit fiscal y reduzcan los sobrecostos que el Estado le genera a la inversión y empleo privados", señala, desde FIEL. Daniel Artana, con relación al día después de Alberto.

    Entre las reformas estructurales, para FIEL, la laboral figura en los primeros lugares.

   Pese a ello, las experiencias pasadas no fueron buenas, a juzgar por las conclusiones de varios trabajos académicos.

    Uno de ellos, de Luis Beccaria y Pedro Galin, demuestra como las reformas laborales (baja de aportes, reducción de la indemnización por despido y la descentralización de la negociación colectiva, etcétera) no redundaron en mayor cantidad de empleo.

    De hecho, apenas el 34% de los nuevos puestos laborales creados entre 1995 y 1998, el período donde se introdujeron las modificaciones, fueron formales.

     Y es que a la hora de las soluciones, insistir con viejas recetas, para uno u otro lado, no es lo mejor.