Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Sube el índice FADA: el Estado se queda con el 63,4 % de la renta agrícola

Son menos recursos para quien produce. La ecuación es simple: por cada 100 pesos de renta del productor (ingresos menos costos), $ 63,40 quedan para distintos niveles de gobierno en novedosos diseños de impuestos.

Desarrollo productivo en cercanías de Bahía Blanca. / Fotos: Rodrigo García y Pablo Presti-La Nueva.

Guillermo D. Rueda / grueda@lanueva.com

   “¿Por qué continúa subiendo? Impuestos y más impuestos. La mayoría, casi el 68 %, son nacionales no coparticipables; es decir, son recursos que se les quitan a las ciudades del interior, principalmente por los derechos de exportación”.

   La explicación sobre el incremento del índice FADA (elaborado por la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina) en 1,6 puntos en este septiembre respecto de agosto, hasta llegar al 63,40 % de la renta agrícola en favor del Estado, la dio el Dr. David Miazzo, economista jefe de la ONG.

   Si bien lo que más se destaca es el citado 63,40 % de afectación, el índice FADA ofrece distintas mediciones respecto de los diferentes granos.

   En el caso de la soja el índice FADA es del 67,5 %; en maíz, 55,5 %; en trigo, 59,6 % y en girasol, 49,8 %.

   El Dr. Miazzo también citó otras de las razones de la suba del índice: el costo de los insumos.

   “Dentro de los insumos, los fertilizantes han presentado aumentos anuales de hasta el 50 %. Pero los que más subieron fueron los fitosanitarios, con algunas alzas de precios anuales mayores al 50 % y hasta el 100 %”, añadió.

   “¿Por qué una suba de costos hace incrementar la participación del Estado? Porque los mayores costos hacen reducir la renta, pero los impuestos no se reducen en la misma proporción”, dijo.

Dr. David Miazzo, economista jefe de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA).

   “Esto pasa porque el principal impuesto, los derechos de exportación, se calculan sobre el precio de los productos y no sobre las ganancias que genera la producción”, añadió Miazzo.

   La participación del Estado está compuesta por impuestos nacionales, provinciales y municipales, algunos coparticipables y otros no.

  “Uno de los grandes problemas es que la mayoría son nacionales no coparticipables. Son recursos que se producen en el interior, pero no llegan a las ciudades y podrían traducirse en obras, empleo e inversión en el interior productivo”, advierte Miazzo.

   Los impuestos nacionales no coparticipables representan el 68 % del total de impuestos que afronta una hectárea agrícola en Argentina.

   Acá están principalmente los derechos de exportación, a los que se le suma el impuesto a los créditos y débitos bancarios. Este es el mayor nivel desde 2019, momento en que FADA comenzó a medirlo como parte de este informe.

   Los impuestos nacionales coparticipables entre la Nación y las Provincias representan el 26,7 %, principalmente impuesto a las ganancias (neto del impuesto a los créditos y débitos) y los saldos técnicos de IVA.

   Las provincias reciben parte del 26,7 % como coparticipación, y también recaudan diversos impuestos. Los impuestos provinciales explican el 4,7% de los impuestos totales.

   Por último, lo recaudado por los municipios representa el 0,6 % de los impuestos en el índice FADA promedio nacional. El componente central son las tasas viales, o las guías cerealeras, de acuerdo con la provincia.

   Respecto de los costos y el tipo de cambio, el Dr. Miazzo señaló que, en las actividades exportadoras, como la producción de granos, es muy importante el tipo de cambio real porque hace a su competitividad.

“En los últimos 12 meses el tipo de cambio real ha caído, porque la inflación ha sido mayor a la suba del tipo de cambio oficial. Mientras que la inflación fue del 51,8 %, el dólar oficial subió un 30 %”, sostuvo Miazzo.

   “Esto es lo mismo que decir que el dólar se atrasa respecto a la inflación. En la producción de granos, el efecto que genera es que sube los costos en dólares de fletes y labores”, advirtió Miazzo.

   El índice analiza también la estructura de costos de acuerdo a la moneda en que se pagan.

   Así entonces, un 53 % de los costos de una hectárea de soja están estrictamente dolarizados, mientras que si se considera el costo de la tierra pasan a representar el 65 %.

   En el caso del maíz, como los fertilizantes y semillas tienen más peso que en el caso de la soja, los costos dolarizados ascienden al 58 % y, si se considera el costo de la tierra, el peso de los costos dolarizados asciende al 65 %.

   “En términos de costos hay algunas luces amarillas en el último año: los precios de los fertilizantes han aumentado hasta un 50 % en dólares y los precios de los fitosanitarios han tenido incrementos que superan el 50 % en dólares en algunos casos”, explicó.

  “Asimismo, el gasoil ha sufrido aumentos de precios superiores al 70 %; los costos de labores se han incrementado en un 70 % y los fletes muestran aumentos cercanos al 85 %”, insistió Miazzo.

   Mientras el índice FADA nacional es de 63,4 %, la provincia de Córdoba registra un 63,1%; Buenos Aires, 61,4 %; Santa Fe, 61,1 %; La Pampa, 62,9 %; Entre Ríos, 66 % y San Luis, 62,1 %.

   En estos resultados se conjugan los rindes, los impuestos provinciales y locales y los fletes, que generan efectos diferenciados sobre cada uno de los cultivos, así como la participación de cada cultivo en el área sembrada de cada provincia.

   En los casos de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y La Pampa se consideran los cultivos de soja, maíz, trigo y girasol, utilizando sus participaciones en la superficie sembrada, para luego calcular los números de una hectárea promedio de cada provincia.

   Para el caso de San Luis, sólo se consideran soja y maíz, ya que explican el 95 % del área.

   Para la provincia de Entre Ríos se consideran soja, maíz y trigo.

   Para cada estudio se utilizaron los rindes estimados para la presente campaña. Los costos de producción de labores e insumos necesarios para esos rindes promedio en cada región. En cuanto a los fletes se estimaron, para Buenos Aires, 250 kilómetros; Córdoba, 340; Santa Fe, 120; San Luis, 580; La Pampa, 340 y Entre Ríos, 260 kms.

   En cuanto a los impuestos nacionales se precisa que van en línea con el valor de la producción y con la rentabilidad en cada provincia, por lo que son más altos en términos absolutos en Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires, y más bajos en San Luis, La Pampa y Entre Ríos. La diferencia es que los impuestos provinciales presentan divergencias.

En el caso de Buenos Aires, significan unos $ 2.734 por hectárea, la mayor parte es inmobiliario rural y el resto ingresos brutos e impuesto a los sellos. La alícuota de ingresos brutos es del 1 %. Por su lado, los partidos cobran sus propias tasas. La mayoría son viales, con un 70 % de lo recaudado destinado a los caminos rurales y el otro 30 % a otros destinos.

   Estas tasas significan, en promedio, unos $ 347 por hectárea, con las más diversas formas de cálculo y los más diversos valores.

   En el caso de Córdoba sólo se paga impuesto inmobiliario rural e impuesto a los sellos, la producción primaria está exenta de Ingresos Brutos y no existen tasas municipales.

   Son 1.743 pesos de impuestos provinciales; $ 1.000 por hectárea menos que en Buenos Aires.

   En el caso de Santa Fe, al igual que Córdoba, no se pagan Ingresos Brutos, pero sí existen las tasas municipales como en el caso de Buenos Aires. De impuestos provinciales una hectárea paga 1.448 pesos.

   En cuanto a las tasas municipales, se estimaron en un promedio de $ 439 por hectárea. En la mayoría de los casos están expresadas en litros de gasoil.

   San Luis tiene un impuesto inmobiliario rural sustancialmente más bajo que las otras provincias; sin embargo, posee una especie de derecho de exportación interno: cobra una tasa que incluye guías de campaña y certificados de venta.

   Los certificados se pagan tanto para la venta dentro de la provincia como la producción que se dirige hacia afuera. Por otro lado, se abona la guía para la producción que se transporta fuera de la provincia. Estas tasas se suman a un pago a cuenta de ingresos brutos, y se concentran en el llamado Do.Pro. (documento provincial).

   Al igual que San Luis, La Pampa también tiene una especie derecho de exportación interno. Se llaman guías cerealeras y se cobran por camión. Son distintas para cada departamento, y tienen distintos valores si los granos se dirigen a un lugar dentro del departamento, por fuera del distrito o superando los límites de la provincia.

   El promedio por hectárea de estas guías es de $ 526. Por su parte, entre impuesto inmobiliario e ingresos brutos paga $ 1.783 por hectárea.

   En el caso de Entre Ríos se paga un inmobiliario rural, impuesto a los sellos e ingresos brutos con una alícuota del 0,75 %. El conjunto de estos tres impuestos provinciales significa $ 1.509 por hectárea, para el promedio provincial. No existen tasas viales municipales.

El caso del índice maíz

   En el cálculo del índice del maíz, por ejemplo, se toma desde el valor FOB al resultado después de todos los impuestos. Por ello, se consideran los costos de exportación (fobbing), comercialización, transporte, seguros, administración y producción.

   Al analizar los costos se resaltan dos puntos. El primero: los gastos de fobbing representan entre el 8 % y el 10 % de todos los costos involucrados en una hectárea de maíz. Resulta llamativo que estos gastos representen sólo un 20 % menos que el gasto de fertilizantes en maíz, y algo más que el gasto en fertilizantes en soja.

   El segundo: los fletes, donde se puede ver claramente cómo se va incrementando la participación a medida que uno se desplaza hacia el interior mediterráneo.

   En el caso del maíz, el flete representa el 18 % de los costos en Buenos Aires; en Córdoba el 20 %; en San Luis el 22 %; en La Pampa el 18 % y en Entre Ríos el 15 %. En Santa Fe, como el grueso de la producción se encuentra relativamente cerca de los puertos, representa el 13 %.

   En meses anteriores se estaba comenzando a ver el incremento de la participación de los fletes en los costos por el atraso del tipo de cambio oficial. Sin embargo, en esta edición, con el aumento de los insumos, los costos de producción adquirieron mayor participación.