Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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COVID-19 y transmisión por agua: qué se sabe y cuáles son las sugerencias

Una oceanógrafa que trabaja en el CONICET hizo referencia a distintos estudios de cara a la temporada de verano.

Por Belén Uriarte / buriarte@lanueva.com

 

   A tres meses del comienzo de la temporada estival  —y la posible apertura de piletas y playas—, la investigadora del Instituto Argentino de Oceanografía (IADO), María Cintia Piccolo, habló sobre el posible comportamiento del SARS-CoV-2, el virus que causa la enfermedad COVID-19, en los ambientes acuáticos.

   Sostuvo que si bien no hay evidencias científicas al respecto, se han publicado estudios en distintas partes del mundo que parten del comportamiento de otros tipos de coronavirus para indicar cuál podría ser la conducta del causante de COVID-19 si llegara al agua producto de la acción humana.

   Piccolo, también profesora de la UNS, detalló que de las publicaciones se desprenden tres factores fundamentales: el efecto del cloro, la temperatura del agua y la posible llegada del virus por motivos recreacionales o por aguas servidas, por ejemplo, en el caso de los estuarios y el mar.

María Cintia Piccolo, investigadora del CONICET.

   La oceanógrafa, que se encarga del estudio físico del agua y de las especies acuáticas cuando cambian las variables físicas, contó que en un informe publicado este año en Water Research un grupo de investigadores italianos trabajó con diferentes bases de datos de estudios previos en ambientes acuáticos para hacer algunas sugerencias.

   —Los científicos utilizaron más de 3.000 datos y seleccionaron 12, que por sus características eran los más similares al virus en estudio. Ellos señalan que el virus tiene escasa estabilidad y, por lo tanto, es muy sensible a la presencia de antioxidantes como el cloro; pero no dan un valor específico, dado que no se han publicado resultados de pruebas de laboratorio específicamente con COVID-19. También indican que la temperatura del agua es muy importante para la supervivencia del virus; señalan que la infección del virus declina más rápidamente entre 23 y 25°C, que a 4°C.

   A modo de referencia y de acuerdo a las mediciones hechas en nuestras costas, el agua de Pehuen Co tiene en el verano entre 22 y 23°C, mientras que en el invierno llega a los 5°C. 

   Piccolo señaló que el estudio publicado en Water Research se realizó en abril de 2020 y, en en ese momento, los investigadores indicaron que no había evidencia de coronavirus en aguas subterráneas. Sin embargo, "hay estudios realizados que indican que los seres humanos deben tener muchísimo cuidado al meterse al agua por posibles contagios".

   —Todavía no hay evidencias [sobre contagios en el agua], lo que sí se sabe es que por motivos recreacionales o si llegan aguas servidas de las cloacas a los estuarios, el mar o a cualquier ambiente acuático, seguramente el virus va a llegar. Todavía no hay estudios que indiquen si la gente se infectó o no; lo que están haciendo los microbiólogos y biólogos es tratar de ver cómo otros virus han reaccionado; pero el COVID-19 es nuevo, por lo tanto no pueden arriesgarse a publicar algo hasta que no hayan hecho un monitoreo constante para lo cual se necesita tiempo.

   —En tierra se habla de mantener una distancia de 2 metros con otras personas, ¿qué pasa en el agua?

   —El tema de las distancias entre personas debe ser estudiado dado que la circulación del agua es diferente a la del aire. En una playa, por ejemplo, el agua está en constante movimiento, tenemos las olas, las corrientes litorales, etc.; por lo tanto se especula que si una persona enferma se mete al agua, el virus puede permanecer horas en el agua y se desconoce su comportamiento en ese medio. Pero ante todo es importante resaltar que hasta el presente no hay suficientes estudios publicados que indiquen cuáles son las consecuencias si una persona con coronavirus se mete al mar. Lo más prudente tal vez sería hacer como hacen en otros países (y es mi opinión desde el punto de vista que conozco la dinámica costera): a menos de que estemos seguros de que todas las personas que llegan a la playa no son transmisoras de coronavirus, lo ideal es no meterse al mar.

   Vale destacar que el tema del coronavirus en el agua no es algo nuevo. Tal como indicó la investigadora local, hay estudios que determinaron la presencia de virus respiratorios en mamíferos marinos. Lo que resulta novedoso —y por el momento incierto— es el tipo de coronavirus que originó la actual pandemia. 

   —Un estudio realizado por investigadores de Canadá y Estados Unidos, que fue publicado en julio de 2020 en Frontiers in Microbiology, indica que un virus como el de la hepatitis presentó una reducción del 90 % en la infectividad después de 13 horas en aguas servidas a 25°C; mientras que a 10°C se mantuvo 36 horas. Esta publicación confirma la importancia de la temperatura del agua en los virus, pero no puede ser aplicado al COVID-19 porque todavía no hay evidencias concretas.

   La oceanógrafa indicó que actualmente se está esperando el análisis de datos de la temporada de verano en el hemisferio norte, donde hubo muchos contagios que seguramente serán publicados. 

   —La ciencia está tan sorprendida de este virus como lo está el común de la gente. Los científicos están trabajando a la mayor velocidad posible para encontrar respuestas y soluciones.

 

El agua dulce, ¿más peligrosa?

   La investigadora local también mencionó el informe elaborado por el Ministerio de Ciencia e Innovación de España, que refiere a la transmisión de COVID-19 en ambientes acuáticos.

   En este documento se dice que "la supervivencia del SARS-CoV-2 en agua de ríos, lagos, pozas de aguas remansadas de agua dulce y no tratada puede ser superior a la que se produce en piscinas y en el agua salada, y por tanto deben extremarse las medidas de precaución para evitar aglomeraciones".

   También se indica que la principal vía de transmisión de este virus en playas, ríos, lagos y piscinas es a través de secreciones respiratorias que se generan con la tos y los estornudos y el contacto de persona a persona, por lo que deben mantenerse las recomendaciones generales relativas a cualquier otro lugar.

   En coincidencia con los informes mencionados anteriormente señala que el uso de agente desinfectantes —como el cloro— debería ser suficiente para la inactivación del virus y que en los espacios con temperaturas elevadas —como saunas y baños de vapor— se espera que la supervivencia del virus sea reducida.

   Con respecto a la prevalencia de virus en la arena indica que, aunque no existen estudios, la acción conjunta de la sal del agua de mar, la radiación ultravioleta solar y la alta temperatura que puede alcanzar la arena, son favorables para la inactivación de los agentes patógenos. 

   Este informe también destaca el trabajo de "Centers for Disease Control and Prevention" de EE.UU., que indica que el SARS-COV-2 no se ha detectado en el agua potable y que los métodos convencionales de tratamiento de agua potable deben eliminar o inactivar el virus que causa la enfermedad COVID-19.

   "En cuanto a las aguas residuales, según la bibliografía existente, se considera que, aunque el virus se excreta en grandes cantidades en heces, existe todavía escasa evidencia sobre su infectividad. Sin embargo, dicha posibilidad no se puede descartar totalmente porque hay ya tres estudios en los que se describe la presencia de virus infeccioso en muestras de heces de pacientes con COVID-19", indica el documento.

   Y agrega que "con respecto al aire en la orilla del mar, los aerosoles formados por las olas y el viento son abundantes y representan una gran fuente natural de partículas en el aire que podrían transportar el virus por este medio, por lo que una distancia segura sería superior a los dos metros recomendados. Sin embargo, ni la Organización Mundial de la Salud, ni los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, ni las Agencias de Salud de EE.UU. u otros países han advertido que el virus pueda propagarse por la brisa marina o la brisa costera".