Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Cuando arrancaron los pisos sintéticos, la bocha empezó a “caminar”

"Hemos recorrido casi todo el país construyendo canchas", dijo Roberto Cecchini, quien lleva 20 años en el rubro.

Roberto Cecchini descansa en la tabla de la cancha de Alem, una de sus creaciones. Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.

Por Javier Oscar Schwab / jschwab@lanueva.com

(Nota publicada en la edición impresa)

   Corría la década del ’70, las bochas eran furor en Bahía Blanca y en las divisiones menores del club La Armonía se destacaba Roberto Cecchini, a quien el futuro le depararía otro andar.

   A los 14 años ya era 3 veces campeón junto a su hermano Luciano y Héctor Herrera –luego se sumó José Luis Laina- e integraba el seleccionado local.

   Por entonces, en la Primera de La Armonía brillaban César Colantonio, Juan José Rosso y Ramón Jarque, y luego se agregó Alberto Pirra.

   “La Armonía era mi barrio. Jugué de chico y también en Primera, en los 80'. Luego me fui a vivir a Cerri e integré plantel con Guillermo Urra y Jorge Visani. En 3 años jugamos dos finales. En una perdimos con Quilmes 18 a 17 en un partidazo”, dijo Cecchini.

   -¿Para La Armonía jugaste una final de tríos?

   -Sí. Junto con Martín Sarramide y Sergio Echeverría. Una final con cuatro equipos que se jugó en Villa Mitre e Independiente.

   -¿Jugaste con (Juan José) Rosso?

   -Sí. Era extraordinario. Te enseñaba, solía motivarte. Me decía: “A esa distancia, Roberto, no le podés errar; mi abuela tira y le pega (risas)”. Rosso tenía un sentimiento especial hacia La Armonía, a tal punto que estando radicado en Viedma hacía 600 kilómetros tres veces por semana para venir a jugar en tercetos.

   -¿Tu último campeonato fue en 9 de Julio?

   -En segunda categoría, con Alberto Levriero y Juan Francisco Vidili. Después, en 2011, tuve la desgracia de perder a mi hijo (Martín) en un accidente y no quería saber más nada de las bochas.

   -¿Cómo nace la iniciativa de los sintéticos?

   -Por curiosidad. Con Jorge Fernández vimos el proceso de construcción de un grupo de brasileros que hicieron las canchas de La Armonía (1999-2000).

   “Rosso habló con Ángel Maida, le propusimos hacer la cancha. Se acordó con unos brasileros de Buenos Aires que habían hecho la cancha de Quilmes. Pero no vinieron y habló con Jorge Uribarri, un rosarino que había jugado en Pacífico. Nos pasó 3.000 dólares. Vinieron brasileros de Brasil, sabían muchísimo”.

   -¿Rosso empezó a vender las canchas?

   -Claro. Construimos canchas en Viedma, Patagones y la de “El Ceibo” de Bordenave. En la sociedad también estaban los hermanos Fernando y Adrián, e incorporamos una caldera con capacidad para 1.000 kilogramos de asfalto.

   “Adrián estaba trabajando con un ingeniero en el tema alerones para autos. Llevó un pedazo de asfalto, lo derritieron y se fue constituyendo el material. Usamos asfalto plástico (blando) y otro oxidado, que a 230 grados  se convierte en líquido. Luego desparramamos con baldes sobre una carpeta de hormigón y nivelamos.  Y se sopletea para eliminar poros. Es un trabajo artesanal”.

   -¿Cuánto tiempo demanda el trabajo?

   -Cinco horas calentando el material y 20 a 25 minutos para desparramar. Se genera una humareda que no permite ver nada. Con el tiempo mejoramos la terminación con pintura asfáltica y usamos selladores para las imperfecciones. En el país hay tres empresas construyendo canchas.

   -¿La peor cancha que hiciste?

   -En Almafuerte, Córdoba. Queríamos que fuera la mejor porque de ahí era Rosso. El problema no fue nuestro, sino de la base de hormigón que estaba quebrada. La encontramos así, no tuvo solución. Propuse levantar el sintético para buscar la falla, pero no quisieron.

   -¿Las mejores?

   -Muchísimas. Antes las canchas se hacían más livianas. Hoy, con menos material oxidado y más plástico, son más lentas y con mayor vida útil. Duran 30 años. Lo único que requiere es pintura, cada 6 años, y cera para pulirla.

   -¿Tuviste que reemplazar alguna cancha?

   -Ninguna. Ni siquiera la de “El Tronador”, en Patagones, que fue la primera que hicimos. La fuimos a reparar, pudimos salvarla.

   “Las canchas más lentas sirvieron para mejorar el juego de muchos bochófilos. En Bahía tenemos los ejemplos de Barrio Hospital, Alem y 9 de Julio”.

   -¿El sintético va a predominar?

   -Sí. Lo incorporaron en las regiones donde más se juega, como Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos... Intentaron con alfombra, pero no sirve; cuando pegan un bochazo no saben dónde pegó. Una cancha cuesta hoy 240 mil pesos. ¿La próxima? La de Sporting, en Punta Alta.

   "Llevo 20 años en esto. Trabajo con un amigo (Juan Olivero). El año pasado pasamos 240 días lejos de Bahía, construimos entre 30 a y 45 canchas", señaló. 

   “Hace dos meses le hicimos la cancha a 'Nico' Pretto, en Sacanta. Y la primera fue en Santa Fe, en Bochas Club French”, recordó.