Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Martín Saldamando: “Si me tengo que definir de una forma, digo que soy preparador”

Pochocho elige y reconoce esa faceta como su verdadera vocación, por encima de su rol de dirigente de automovilismo zonal y ex piloto. 

Fotos: Emmanuel Briane y Archivo- La Nueva.

 

Por Tomás Arribas / tarribas@lanueva.com
(Nota publicada en la edición impresa de hoy)

 

   Lidiar con la portación de apellido no es tarea sencilla. No basta con ser hijo o hermano de, como muchos creerán, para encauzarse o trascender en la vida. De nada servirá si uno no aporta lo suyo, su esencia, su estilo o su toque...

   Caminar bajo la sombra de los antecesores implica, en la mayoría de los casos, someterse a la inevitable comparación y a cargar una pesada mochila sobre los hombros.

   En noviembre de 2001, Martín Saldamando (36) aceptó el reto y decidió asumir el compromiso de continuar el legado familiar, aún consciente del riesgo que implicaba intentar aproximarse a lo hecho, no mucho antes, por su hermano Fernando.

   "Arranqué con un auto muy bueno, sin tener idea de nada, y en esa primera fecha gané serie, semifinal y estuve cerca en la final, hasta que me mandé un `moco´ bárbaro tras pisar el cordón y hacer un trompo", recuerda Pochocho, quien recibió autorización especial para poder debutar en Midget con 16 años.

   "Ya en la prueba de suficiencia -recordó- había hecho el segundo tiempo de la noche. Después de esa carrera, dije: '¿Esto es el Midget?, una papa'. Y de ahí pasaron 6 años de golpes y caída libre, ja, ja. Era muy vehemente, o demente, arriba del auto".

   Aquella auspiciosa carta de presentación de Martín, en la primera fecha del Estival 2001/02, evidenció sobradas aptitudes. Faltaba lo elemental, claro, amoldarse a la experiencia y sabiduría propia de la materia.

   Pero aquella promesa recién pudo cristalizarse 6 años después, con la Cotorra en boxes y no dentro de la pista. En parte, eso marcó la pauta de lo expuesto anteriormente.

   —¿Te pesó el apellido en el comienzo?

   —Me pesó bastante, sí. Más que nada por mi hermano, no por mi viejo (NdR: Carlos, ex presidente del CMS, también despuntó el vicio). Justo cuando debuté, mi hermano venía de ser campeón y ganar 11 finales. Tuve que arrancar con esa presión encima y además con el mismo auto.

   "En esos campeonatos, mientras compartíamos pista con Fer, yo hacía mucho de lo que me parecía a mí y sin darle mucha bolilla; algo típico de midgista, que por ahí te dejás llevar por cualquier cosa teniendo la solución al alcance de la mano. Pero cuando se bajó (NdR: febrero de 2006), me empezó a asesorar y el cambio fue increíble; empecé a entender un montón de cosas del Midget que no veía o no quería ver", puntualizó.

   —¿Te comparaban mucho con él?, ¿Cómo lo tomabas?

   —Al principio me jodía un poco, pero después lo pude asimilar. Fue más que nada en los primeros años, cuando recién empecé. Pero como no había rivalidad entre nosotros, sino que yo lo tomaba como una referencia, tampoco había comparación posible. Aparte, él siempre ganaba y yo terminaba último, ja, ja.

   "Yo digo que no debo haber sido bueno, porque tardé casi 10 años en salir campeón, habiendo practicado un montón. Eso sí, cuando pude hacerlo bien, me fue bárbaro", aclaró.

   "Pero bueno, para poder hacer mi camino tuvo que pasar mucho tiempo, porque mi carácter también era distinto, y por eso siento que somos incomparables", remarcó.

   En la vida de Martín Saldamando existe una tercera dimensión. Y esa pasión que despierta, nos cuenta Pochocho, va por encima de la faceta de (¿ex?) piloto y dirigente (preside la categoría Turismo Regional) y lo define en su máxima expresión.

   Su lugar en el mundo se encuentra en el frente del taller familiar de calle Río Negro, donde a diario procura exprimir al máximo la potencia de cada uno de los impulsores de competición que arma y desarrolla (unos cuantos entre Midget, Turismo Regional y otras categorías).

   "Si me tengo que definir de una forma, digo que soy preparador. Mi vocación siempre fue la preparación de motores. La dirigencia se dio por algo circunstancial, y la etapa de piloto fue algo que soñé de chico, que cumplí y que ahí quedó. Pero en mi mente siempre estuve más vinculado a la preparación que a correr; eso simplemente fue una disciplina que practiqué, como pudo ser el fútbol o cualquier deporte", cerró Martín, motorista de Claudio Roth y de Fernando Caputo, campeón en el pasado Estival de Midget.

“Una etapa cerrada”

   Los rumores de una posible vuelta nunca desaparecieron. Pero el último año, el regreso al volante de un Midget de Martín Saldamando, monarca en las temporadas 2009/10 y 2010/11, tomó más fuerza. Y en ello tuvo mucho que ver su hermano, Fernando.

   “Él inicia todo este proyecto del auto con cola de avispa pensando en que corra yo. Hasta que un día me le planté firme y le dije que no iba a correr, porque se llegó al punto que algunos pensaban que me hacía el difícil. Pero no, no dispongo del tiempo ni las ganas para hacerlo como realmente se necesita”, afirmó Martín, cuya última participación oficial fue en febrero de 2013.

   “Por el momento es una etapa cerrada. Así como me pasó que en los últimos tres años que corrí, que logré la plenitud para hacerlo muy bien, con buen suceso y cumpliendo las metas propuestas, en el momento que dejé me bajé me propuse lo mismo a nivel laboral. Ahora quiero destacarme pero en esto que tanto me gusta hacer”, confesó.

   —¿Cuándo se dio la posibilidad de correr, lo hiciste por voluntad propia?

   —Medio que se dio por decantación. Digamos que mucho tuvo que ver el hecho de criarme en el taller, entre los fierros y estar las 24 horas alrededor de un Midget. Quizás mañana les pase eso a mis hijos (Simón y Santino), por eso trataré de formarlos para que ellos decidan lo que realmente quieran y que esto incida lo menos posible, porque, a la larga, es algo que te termina atrapando.

Mezcla de sensaciones

   El “NO” rotundo de Martín a la propuesta de Fernando motivó al extricampeón a desempolvar buzo, casco y volver a acelerar con su novedosa concepción americana en el óvalo de Aldea Romana, hecho que se concretó en la primera fecha del Invernal 2019.

   Resultados más, resultados menos, amén que desde nuestro punto de vista estuvo a la altura, su retorno, tras casi 13 años de inactividad veraniega, generó sensaciones de todo tipo en Martín y el círculo íntimo del taller.

   “Como todo cambio, generó mucha expectativa, miedo y varias cosas. En lo personal, aunque no parezca por lo inexpresivo que puedo ser, sentí un orgullo total cuando veía lo que generaba su presencia en pista en la gente”, destacó.

   “Somos más adultos y, por consiguiente, menos efusivos que antes. No quiero pecar de soberbio, pero si a él le iba bien entendíamos que era algo que tenía que pasar, por su experiencia como piloto y por la calidad de auto que armó. Verlo funcionar bien fue una sorpresa relativa, porque sentíamos que eran cosas que sentíamos que podían suceder”, aclaró Pochocho.

Diferencias y similitudes

   En estadísticas, si bien existe una clara ventaja en favor del hermano mayor, los caminos de uno y otro fueron muy exitosos; más de un campeonato y un buen puñado de victorias estivales por bando.

   No obstante ello, tanto dentro como fuera de pista, las personalidades de Fernando y Martín Saldamando quedaron bien marcadas, con sus diferencias y similitudes.

   “Por ahí pensamos de la misma manera pero actuamos distinto.Yo soy mucho más frontal y eso lleva a que se genere tal vez una imagen mía chocante. Llevamos dos caminos diferentes, pero siempre con los buenos valores que nos inculcó mi viejo desde pibes. No tenemos problemas, no debemos plata ni nada raro”, confió Martín.

   “Fer es un poco más optimista ante cualquier cosa. Ante el mismo problema, él tiene una visión más relajada y animada. Yo me machaco la cabeza y soy muy autoexigente. Donde se sale algo de la estructura ya me pongo incordioso, aunque reconozco que ser así me ha traído buenos resultados”, reconoció.

   Eso en lo que respecta al costado humano. Ahora bien, en lo conductivo, según su perspectiva, también existían particularidades distintivas entre los hermanos.

   “Él es mucho más técnico para el manejo en piso pelado. Yo, en mis últimos años, me volví más agresivo porque era la tendencia de carrera de ese momento. Para ganarles a Mariano Pérez, el Pampa (Diego Andrade), (Claudio) Roth, (Christian) Nápoli y demás, había que acelerar a fondo por afuera. De hecho, el último auto que manejé se construyó acorde para ese estilo, cuando en la época de mi hermano hacíamos todo lo contrario, pensando en girar por dentro”, cerró.

Pochocho, en frases

   “Cuando empezás a ganar automáticamente te rodea mucha gente. Obvio que siempre recibí a todos con mucho gusto, pero eso también implica tiempo. Y los últimos años que corrí como que me llegó a generar pánico escénico. Por ejemplo, entrar a un lugar que te miren todos, te señalen y te traten distinto, con determinados beneficios”.

   “Cuando corría, ni bien salía de la pista con mi camioneta y el trailer, automáticamente volvía a ser Martín Saldamando mecánico. Nunca me la creí, ni consumí lo que se construyó alrededor de mi persona. Siempre corrí para mí y para obtener logros que anhelaba”.

   “Para correr una carrera de invitados no tendría problema en volver, y lo haría al 100% como siempre. El año pasado me fue mal, pero recuerdo que se lo encaró con todo. Para algo así informal, o alguna carrera aislada de invierno, tengo las mismas ganas de siempre”.

   “Lo que más me llevó a ser ganador en Midget fue aprender de mi hermano la parte psicológica del deporte. Y eso es lo que ahora trato de aplicar o transmitir con los clientes. No es solamente el auto de carreras, hay que mirar mucho y saber cómo hacer cada cosa”.

   “Los títulos obtenidos fueron la culminación de cosas bien hechas. Cuando logré el primero, que fue increíble por todo lo que se anheló, había dicho que me bajaba. Ese era mi techo, lo que me había planteado. Pero Fer me pidió que siguiera, para poder desarrollar los autos, y acepté, pero con la tranquilidad de saber qué pasaba después de ser campeón”.

   “La preparación de motores es un medio de vida que parte de la vocación. Tiene mucho que ver con las ganas, las horas, el ingenio, la prueba y error, y ser abierto al aprendizaje. Me animé a hacer cosas a nivel nacional, sin esperar que pruebe hacerlo otro primero. Hasta llegamos a exportar cosas hechas por nosotros al mundo. Eso fue algo increíble; para lo que uno trabaja todos los días”.