Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Alrededor de 19.000 bahienses pobres son más vulnerables al riesgo de contagio de Covid-19

El estudio de una especialista  de la UNS advierte que un porcentaje de la población tiene una mayor exposición al virus, producto de sus condiciones de vida. 

Francisco Rinaldi

frinaldi@lanueva.com

Igual que el niño del cuento El traje nuevo del emperador, quien señalaba ante los avergonzados y temerosos súbditos que el soberano no llevaba puesta ropa alguna, la pandemia desnudó algo que todos sabíamos, pero que no nos animábamos - ¿o no queríamos? - ver. 
Y resulta que, en Bahía Blanca, alrededor de 19.000 personas tienen hasta dos privaciones que las pondrían ante un mayor riesgo de contraer la enfermedad. 
Se trata de bahienses que, además de no reunir ingresos suficientes para acceder a una canasta de bienes y servicios básicos, padecen entre una y dos privaciones no monetarias, que aumentan el riesgo de contagiarse de coronavirus. 
En concreto, no tienen  acceso a agua potable o saneamiento adecuado, y/o viven en condiciones de hacinamiento y falta de acceso a gas. 
El agua potable y el saneamiento adecuado son indispensables para mantener la higiene, algo que los epidemiólogos resaltan como fundamental para dar combate certero a la enfermedad. 
Vivir en condiciones de hacinamiento aumenta la probabilidad de propagación del virus, y la falta de acceso a gas incrementa la probabilidad de padecer enfermedades respiratorias de base.
Pero para conocer más en profundidad estas cifras, dialogamos con la autora del estudio, la doctora María Emma Santos, especialista en pobreza del departamento de Economía de la UNS y del Conicet e integrante del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIESS). Los tramos salientes, a continuación: 
--La pandemia, ¿profundizará el problema de los nuevos pobres, es decir, gente que no estaba en esa condición antes de la misma? 
--Seguramente. Pero me preocupan mucho más los que ya estaban en la pobreza, porque, a diferencia de los nuevos pobres que Usted menciona, quienes pueden sortear en condiciones algo mejores esta situación que hoy vivimos, quienes están en pobreza multidimensional son mucho más vulnerables al contagio, ya que cuentan con privaciones, como acceso al agua potable, a fuentes de saneamiento adecuado, a energía limpia para cocinar (gas natural) y hacinamiento, que la exponen mucho más ante esa posibilidad. 
“Se trata de un porcentaje no menor de la población que es más frágil frente al coronavirus. Hablamos de un grupo de gente con ese riesgo más allá de la edad, a diferencia de lo que ocurre con aquellos sectores que no están en la pobreza. Además, tienen otras privaciones que incluyen el subdiagnóstico de enfermedades, entre las cuales, se incluyen los factores de riesgo. Tienen a su vez menos herramientas para lidiar con los múltiples impactos de esta crisis, en particular experimentan dificultades para acompañar a los niños en dar continuidad a su educación”.
--Hablando de pobreza, ¿de qué forma se relaciona la tasa de pobreza local con relación a la nacional? 
-- Según los últimos datos publicados, que corresponden al segundo semestre de 2019, pre-Covid-19, la tasa de pobreza por ingresos en Bahía Blanca es menor que la nacional: 28% versus 35%. 
"Eso quiere decir que, en la ciudad, hay 88.120 personas bajo la línea de pobreza, entre quienes están los 19.000 especialmente vulnerables al Covid. Este grupo incluye a 13.888 indigentes (4,4% del total)".
"En todo el país, hablamos de 9,9 millones de personas por debajo de la línea de pobreza, con 2,2 millones de indigentes (8% de la población total). Seguramente estas cifras hayan aumentado como resultado del impacto económico del Covid--19.
“En general, la evolución de la pobreza monetaria a nivel local es muy similar a la nacional, aunque con porcentajes más bajos. Si tomamos los aglomerados de menos de 500.000 habitantes, los que son directamente comparables con nuestra ciudad, vemos que, aunque en general menores, las cifras de pobreza de nuestra ciudad son elevadas, lo que no es un tema de ahora, es histórico, y tiene que ver con los altos niveles de desempleo y la informalidad”. 
“Hay que aclarar que las cifras para Bahía Blanca hay que tomarlas con cierto reparo, porque la muestra que se toma en la EPH, si bien es representativa, es chica, lo que aumenta el margen de error”. 
--Resulta claro que, en las últimas décadas, el deterioro a nivel local y nacional ha sido notorio…
-- Yo diría que tenemos una pobreza estructural arraigada. Observando series comparables, en 2018 teníamos el mismo nivel que a principios de los años 90, y, en el medio hubo picos, como el que generó la crisis de 2001, alternados con bajas de magnitud. Pero lo cierto es que desde hace treinta años que estamos igual, a punto tal que la pobreza por ingresos fluctúa en torno al 25-30% de la población de nuestro país. 
--¿Y porque pasó eso?
--No hay una respuesta fácil. A nivel macro, la economía argentina no logra sostener el crecimiento en el largo plazo. Tenemos espasmos de crecimiento, y, encima, no siempre tracciona bien el empleo, porque hay mucho empleo informal y eso es sinónimo de pobreza:  en Argentina no sólo tenemos pobres desempleados, sino pobres con un mal empleo, la mayor parte de las veces, informal. 
“Después hay más temas de fondo, como las falencias del sistema educativo. Se necesita una gran revolución educativa, que permita nivelar la cancha para los menos favorecidos”. 
“Pero habría que partir de la base de utilizar mediciones para poder conocer la eficacia de las políticas públicas, algo que en Argentina no hacemos muy a menudo”. 
--¿Ayudó la Asignación Universal por Hijo? 
--Si. De no ser por la AUH, en tiempos normales, la pobreza sería entre dos y tres puntos porcentuales más alta, algo en lo que coinciden todos los estudios sobre la misma. Y es especialmente importante para reducir la pobreza infantil y la indigencia. 
"Pero aquí es necesario resaltar la importancia de medir, porque estas políticas, que se denominan programas de transferencia condicionadas, se inciaron en los ´90 en algunos países de América Latina y se replicaron en otros países gracias al aporte de esas mediciones, que comprobaron, en forma experimental, su eficacia para paliar la pobreza". 
Y es que medir implica reconocer, cobrar consciencia. Algo indispensable para poder actuar. El emperador está desnudo. Ya es hora de decirle, sin temor ni pudor, que se tiene que vestir.