Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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El desafío del Arcoíris: en plena pandemia, los niños regalan color y optimismo

Un mensaje esperanzador que nació en Italia recorre el mundo en manos de los más chicos. En nuestra ciudad, la iniciativa se difundió por WhatsApp entre grupos escolares. Una psicóloga nos cuenta su significado.

 

Martina; Santiago; Victoria; Ana Clara; Baltazar; Manuel e Irune; Lupe y Ciro; Dante; Enzo; Jeremías, Juan, Clarita, Dante, Renata y Martina y Lucía compartieron sus dibujos.

Laura Gregorietti

lgregorietti@lanueva.com

 

   "Todo va a estar bien" y "Yo me quedo en casa" no fueron dos hashtags más, de esos tantos que pasaremos a recordar de "aquella vez", cuando el mundo estuvo en cuarentena.

   La iniciativa, que nació en Twitter bajo la consigna #desdemiventana, busca ayudar a que los más pequeños comprendan qué está pasando y vivan un rato entretenido dibujando un arcoíris, cuyo objetivo radica en recordar que después de la tormenta siempre llega la calma.

 

   El mensaje original nació en Italia, el país hasta ahora más castigado por el Coronavirus. Allí fueron cientos y miles los balcones que en Roma, Milán, Venecia y la región más azotada, Lombardía, se llenaron con pancartas dibujadas por los niños con los lemas "Andrà tutto bene" (Todo irá bien) y "Io resto a casa" (Yo me quedo en casa).

   La idea original proponía además, colgar ese arcoíris desde un balcón o ventana para animar a que quienes tuvieran que estar en la calle trabajando y para que los propios niños en condiciones de cuarentena que lo vieran desde otra ventana supieran que en ese hogar también hay alguien que está viviendo lo mismo que él", explicaron los impulsores de esta propuesta.

   ¿Por qué un arcoíris?

   La psicóloga Natalia Novaro (MP 1251) explicó que "el arcoíris no significa que la tormenta nunca sucedió o que la familia ya no está lidiando con su dolor. Lo que significa es que algo hermoso y lleno de luz apareció en medio de la oscuridad de las nubes".

   "Se puede decir que los niños son sobrevivientes, y tienen una capacidad de adaptación que pocos adultos tienen. De hecho se adaptan todo el tiempo a un mundo de cambios vertiginosos, a rutinas súper exigentes que tienen más que ver con nuestras necesidades  que con sus deseos", detalló.

   Además, sugirió prestar atención a lo que ellos vivencian y  cuentan de toda esta situación mundial.

   "No es igual vivir en una casa con jardín que en un departamento. Ya que la necesidad de movimiento es fisiológica, es un gran desafío para ellos permanecer más quietos. Como también es diferente tener las necesidades  básicas satisfechas que atravesar esta crisis en situación de extrema vulnerabilidad. No es lo mismo vivir solo con una persona deprimida o con problemas, que vivir en una familia en la que hay equilibrio psicológico. Y no es lo mismo que haya un ambiente de paciencia y de escucha generosa, que nervios, angustias y peleas", diferenció.

   Más allá de que uno piense que los más chicos "viven en su mundo de juegos", hay que tener en cuenta que viven atentos a todo.

   "Ellos ven temor de los adultos por los ancianos, sienten la incertidumbre económica que en cada familia es diferente,  escuchan la información que difunden los medios que consumen a la par nuestra sin que lo notemos. No es lo mismo la información adaptada a su edad, que el mensaje apocalíptico de algunos comunicadores".

   Agregó también que poner en palabras cómo nos sentimos y cuidar nuestro ánimo y mantener la limpieza mental es tan importante como la del hogar.

   "Ventilemos nuestros cuartos mentales, pongamos orden y perfume. Llenémoslos de música.

   En la medida que como padres estemos  bien, los niños estarán bien. Ellos conocen  el mundo a través de nuestros ojos. Lo que estamos viviendo es un  evento que nos atraviesa globalmente  para el que no hay manual de instrucción, salvo el buen humor, el cobijo, la empatía,  el amor. Es una oportunidad  para aprender a querernos más".

   A modo de consejo, Natalia recordó que "esto es solo una pausa".

   "Ya festejaremos los cumpleaños atrasados y que tuvieron vela virtual, ya volveremos a salir a las calles y llenaremos las plazas de risas y colores. Ya nos abrazaremos de nuevo con los que amamos.  No estamos encerrados, estamos a salvo. Después de la tormenta siempre llega la calma, y con ella volverá el arcoíris a brillar", concluyó.

Christian, el papá de Josefina, con el dibujo que hizo su hija, en el hospital Penna.