Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Fallas en la comunicación que hacen ruido….

La columna semanal de Eugenio Paillet, corrresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

Archivo La Nueva.

   El estilo ultra personalista que le imprimió Alberto Fernández a todo lo que tiene que ver con la comunicación de los actos de gobierno ya ha generado algunos chisporroteos puertas adentro dela administración. Fiel más que nunca al sistema hiperpresidencialista que rige en el país desde la restauración democrática, Fernández concentra en sus manos y en sus mensajes la inmensa mayoría de anuncios que realiza el gobierno.

   No hay temas, prácticamente, en los que el mandatario no haya sido la voz cantante en desmedro de ministros, secretarios o directores de entes públicos. Aún en aquellos donde salta a la vista que no suele manejar toda la data. Solo aquella obsesión por ser “el gran comunicador”, un estilo que es casi una copia exacta del que practicó Néstor Kirchner durante sus cuatro años al frente del Poder Ejecutivo.

   El propio Alberto “padeció” aquella impronta del santacruceño cuando se desempeñó durante todo su mandato como su Jefe de Gabinete. “Viene de aquella escuela, él mismo transmitía hacia abajo que nadie hacia anuncios o declaraciones si antes no lo hacía Néstor o si el presidente no lo autorizaba”, recuerda ahora un confidente al tanto de estos nuevos problemas con la comunicación.

   Para empezar, razonan quienes en el gobierno creen ver un problema en la forma de comunicar, el presidente tiene un vocero, Juan Pablo Biondi, al que para ponerlo en términos prácticos casi no se le conoce la voz. Se sabe de él que es uno de los históricos al lado del ahora presidente y que se convirtió en su sombra desde el 10 desde diciembre allí donde sea que Alberto vaya, en el país o en el exterior. Pero no comunica. Como tampoco comunica su superior en el organigrama de la comunicación oficial, el secretario de Medios y Comunicación Pública, Francisco “Pancho” Meritello, cuñado del secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz.

   “El que habla es Alberto”, fue una orden que se transmitió apenas el presidente se aposentó en su despacho de la Casa Rosada. Biondi en ese caso se limita a conversaciones informales con periodistas, o a supervisar la información oficial a través de comunicados o en las redes sociales de Presidencia que distribuye la Casa Rosada.

   El problema a estas alturas no sería que el presidente se haya convertido en su propio vocero. El tema, motivo de aquellas quejas de quienes insisten en que hay fallas, es que ese proceder lo coloca “sin filtro” frente posibles derrapes, o ante anuncios que pueden no ser justamente simpáticos para el ciudadano de a pie. O, cuando no, lo obligan constantemente a cambiar de tema de un día para otro cuando es necesario “tapar” algunos de esos yerros.

   Lo graficó una fuente: “por ahí todavía somos muy tiernos, (Mauricio) Macri con un comunicado como el del Fondo apoyándonos por lo de la deuda tiraba un mes en los diarios, nosotros al día siguiente ya estábamos en otra cosa…”.

   Un reproche puntual y casi iniciático se le hizo al presidente en oportunidad del anuncio del aumento a los jubilados, un tema precisamente que provocó el rechazo de la clase pasiva y de la oposición. Estaba previsto que el anuncio lo hicieran el titular de la ANSES, Alejandro Vanoli, y la directora del PAMI, Luana Volnovich. Ellos en última instancia serían los que debían “cargar con la mochila”. Sin embargo, segundos antes de empezar, desde los despachos presidenciales les avisaron que no empezaran. “Viene Alberto a hacer el anuncio”, fue el mensaje.

   El siguiente reproche a las fallas de comunicación es más cercano en el tiempo y los quejosos dicen que se pudo haber evitado y evitarle a la vez pagar costos políticos al presidente. Ocurrió con los anuncios del ministro de la Producción, Matías Kulfas, al que luego se subió el Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, sobre el fin del congelamiento de las tarifas de los servicios públicos a partir de junio con el consiguiente aumento de los servicios a los hogares y empresas. Y a la par el del ministro de Transporte, Mario Meoni, sobre el probable aumento de alrededor del 10 por ciento en el precio del boleto de transporte público de pasajeros desde la misma fecha.

   Se recordará que al día siguiente Alberto salió a desmentirlos a los tres y dijo que no tiene nada en carpeta sobre esos probables aumentos. Más allá de las esperadas especulaciones sobre cierta presión de Cristina Fernández para provocar la desmentida, en el gobierno sostienen que el tema es mucho más simple y no tiene nada de conspirativo. “Eso pasó porque no hay comunicación previa, de haberlo hablado el presidente con ellos, el tema ni salía en los diarios”.

   Es lo que se asegura en despachos del primer piso de Balcarce 50, que se busca corregir.