Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Rosalía: desolación, muerte y la ausencia de libertad dentro y fuera de la cárcel

La historia de una mujer que acaba de recibir una condena a 8 años de cárcel por el homicidio de su recién nacida.

   A mediados de 2005, Rosalía Ester Reyes trabajaba en el frigorífico de pollos Gleba, ubicado en la localidad de Argerich, criaba sola a cuatro hijos y cursaba el noveno mes de un embarazo que había ocultado por muchas razones, entre ellas el miedo a perder su empleo.

   El 18 de mayo regresó a su casa luego de una dura jornada laboral y se acostó a descansar, aunque las contracciones la hicieron despertar de golpe. Corrió al baño y dio a luz a una beba que poco después falleció producto de una hemorragia a través del cordón umbilical.

   El Tribunal en lo Criminal Nº 3 de nuestra ciudad la condenó en las últimas horas a 8 años de prisión, por entender que no le brindó la asistencia necesaria a su hija, para evitar que muriera.

   Los jueces consideraron que esa conducta estuvo atenuada por circunstancias extraordinarias, como su historia de vida y distintas situaciones que en ese momento “limitaron su capacidad de razonamiento”.

   Previo al fallo condenatorio hubo una detención, la posterior excarcelación concedida por la justicia, la desaparición en medio del primer juicio y un nuevo arresto en Buenos Aires, casi 12 años después, en una estación de subte y a través del sistema de reconocimiento facial.

   El caso comenzó a ser investigado a partir de que una psicóloga tomara conocimiento de la situación y considerara romper el secreto profesional al advertir que se encontraban en riesgo menores de edad.

   A partir de ello la policía llegó hasta la vivienda de Reyes y encontró a la beba fallecida, enterrada en el patio de la casa.

   Algunos de sus compañeros de trabajo declararon en la causa y recordaron que el día del parto concurrió al frigorífico en el horario de la tarde y que nadie sabía que Rosalía estaba embarazada.

   Uno de ellos dijo que tenía alguna sospecha porque la notaba “demacrada”, pero que no le constaba su estado de gravidez.

Sin pistas

   El 9 de junio de 2005, la mujer quedó detenida y el 21 de diciembre de ese mismo año, a pedido de su defensor, la justicia de Garantías decidió excarcelarla y permitir que aguardara el debate en libertad.

   El juicio se llevó adelante en noviembre de 2007.

   “Sili”, como la apodan, se presentó y tomó parte de las primeras audiencias, aunque no estuvo en la jornada de alegatos.

   Las autoridades del tribunal realizaron las gestiones para tratar de localizarla, pero no tuvieron éxito. Incluso, la policía llegó a su casa y encontró la puerta cerrada con cadenas.

   Poco después los magistrados declararon la rebeldía de Reyes, revocaron su excarcelación y emitieron la orden de captura. 

   El juicio, lógicamente, se suspendió.

   Desde ese momento y durante más de una década, Rosalía estuvo prófuga.

Reconocida

   Recién a mediados del año pasado, casi de manera fortuita, fue detenida en la estación porteña de Retiro.

   Cuando Rosalía llegó a la línea C de subte, las cámaras del servicio de reconocimiento facial instaladas en el lugar detectaron sus datos biométricos e informaron sobre el pedido de detención vigente en su contra. 

   Los operadores del sistema pusieron en aviso de inmediato a la policía apostada en la terminal, que finalmente la pudo interceptar .

   Una vez identificada y que se le hiciera saber el motivo del arresto, los uniformados dieron el alerta al tribunal bahiense, desde donde se confirmó que la orden de captura permanecía activa.

   La mujer manifestó que por entonces tenía domicilio en la la ciudad de Zárate, distante a unos 90 kilómetros de la Capital. 

   También pidió que avisaran sobre su detención a un hombre radicado en esa ciudad.

   Poco después, Rosalía fue trasladada a la cárcel de la ciudad de Azul, donde permanece detenida hasta la actualidad. 

Declaración y fallo

   En los últimos días, los jueces Daniela Fabiana Castaño, Eduardo d`Empaire y Eugenio Casas volvieron a juzgarla y determinaron su responsabilidad en la muerte de la recién nacida.

   Al declarar en la causa, Rosalía dijo que luego de dar a luz sufrió un desmayo y que no sabe cuánto tiempo estuvo desvanecida.

   Cuando recobró el conocimiento -según agregó- pidió ayuda a una de sus hijas y que con un cuchillo cortó el cordón umbilical, para luego solicitarle a la nena que lo atara en el extremo con un hilo para evitar desangrarse.  

   Explicó que alzó al bebé y sintió que estaba frío y sin vida.

   Acto seguido, según refirió, envolvió a la pequeña en un saco y luego, también con la ayuda de su hija, se acostó.

   Con nuevas contracciones despidió la placenta.

   Al analizar la prueba, los jueces sostuvieron que "resulta claro que el deceso de la recién nacida se hubiera evitado si Reyes actuaba de la misma manera que lo hizo para con su persona".

   Describieron la acción que tuvo para anudar el cordón umbilical en su cuerpo y que "resulta inexplicable que no haya obrado de la misma manera con la recién nacida".

   En su alegato, la defensora oficial Fabiana Vaninni había indicado que la mujer perdió la conciencia por el desmayo y que no se le puede exigir lo imposible.

   Dijo que la pericia psiquiátrica acreditó que "la procesada fue incapaz de evitar el resultado, por incapacidad física y psíquica, por su historia de vida y el cansancio debido a jornadas de trabajo inhumanas".

   También opinó "que en todo caso existió omisión del Estado para con ella y la recién nacida, por las condiciones de vida que llevaba".

   El fallo describió que a partir de la autopsia se determinó que la recién nacida tuvo una sobrevida "no mayor a las dos horas", por lo cual su deceso no fue inmediato.

   El tribunal siguió diciendo que "no hay duda alguna de que el reproche formulado es claramente no haber evitado que su hija se desangrara".

   "La circunstancia de haber parido a su quinto hijo descarta una posible inexperiencia al respecto, al menos en cuestiones básicas", agregó.

   Los jueces también destacaron que no requirió auxilio médico "de forma personal o a través de sus hijas, si la situación se le hubiera tornado inmanejable".

   Resaltaron que al declarar en la fiscalía -en el juicio guardó silencio- "no pudo explicar las razones por las que, sin conocimiento médico alguno, decidió considerar muerta a su hija sin siquiera intentar brindarle algún tipo de asistencia. Y aún ya muerta, enterrar a su hija en el fondo del patio, previo a dejarla durante horas dentro de una bolsa en el baño de la casa".

  Indicaron también que "no ha surgido de la causa que la imputada se haya visto frente a una situación extrema que le anulara su autodeterminación al punto de tener que optar entre la propia vida y la de la recién nacida".

Capacidad afectada

   Al momento de resolver, los jueces adoptaron la acusación subsidiaria realizada por el fiscal Jorge Viego, quien consideró que el caso podría encuadrarse como homicidio agravado por el vínculo mediando circunstancias extraordinarias de atenuación.

   Explicaron que la prueba "da cuenta de una dura historia de vida, donde el denominador común resultó el abandono a su suerte de la procesada por parte de sus exparejas".

   Detallaron que la crianza solitaria de cuatro hijos y un nuevo embarazo llevaron a Rosalía "a trabajar durante largas y agotadoras jornadas para lograr el sustento familiar".

   

   Al estudiar a la procesada, los peritos describieron que presenta inmadurez afectiva, con acentuadas carencias en ese aspecto, además de contar con un grupo de origen poco continente.

   Agregaron que Reyes "posee carencia de recursos psicológicos básicos para asumir los cuidados y responsabilidad materna, sin un tercero en quien apoyarse y la ayude a sostener esas responsabilidades".

   Finalmente, consideraron que "la inminencia del parto, el alumbramiento sin asistencia, los dolores, el cansancio extremo y el temor por su estabilidad laboral, han limitado su capacidad de razonamiento, llevándola a obrar de la manera que lo hizo".