Lucy

María Florencia Daneri

flordaneri@yahoo.com

Por María Florencia Daneri / Especial para La Nueva.

   Así es como empezó nuestra historia: hace unos 13 millones de años un largo periodo de sequia redujo la superficie de bosques de África Oriental. Este clima seco forzó a muchos primates a adaptarse a un entorno nuevo: la sabana. Los que eligieron permanecer en los arboles evolucionaron convirtiéndose en chimpancés y gorilas, los que se aventuraron y renunciaron a la seguridad de los bosques dieron lugar a nuestros primeros ancestros.

   Lucy medía alrededor de 1,10 metros de altura y pesaba aproximadamente 27 kg de peso y debía tener unos 20 años de edad cuando falleció. Dotada de un cráneo pequeño, comparable al de un chimpancé, Lucy caminaba erguida sobre sus miembros posteriores entre la hierba alta y los matorrales. Su esqueleto fue hallado en 1974 en Etiopía y se lo considera dentro de los restos óseos más importantes para comprender nuestra evolución: el esqueleto de un homínido, un ancestro humano, de 3 millones de años de antigüedad. Decidieron llamarla Lucy en honor a la canción que sonaba en la radio cuando sus huesos en la excavación: Lucy en el cielo con diamantes de Los Beatles.

   El cambio de desplazarse en los arboles a caminar en dos patas trajo una gran ventaja, liberó los brazos para tareas como llevar cosas y fabricar herramientas. El peso del cuerpo desplazado hacia las piernas modificó su estructura y también la de la pelvis, que se hizo más estrecha. Esto era un problema, ya que a medida que el cráneo se estaba haciendo cada vez más grande el lugar por donde tenían que pasar al nacer se hacía más estrecho. Cual fue la solución? se modificó el tiempo de embarazo, el parto y las crías comenzaron a nacer inmaduras. Esto significa que la cabeza del bebe seguía creciendo mucho durante el primer año de vida y, al nacer inmaduro, necesitaba del atento cuidado de su madre.

   Hace dos millones y medio de años atrás nuestros ancestros comenzaron a utilizar los primeros instrumentos rudimentarios, piedras afiladas a base de golpes usadas para cortar. Estos instrumentos permitieron construir refugios e ir de caza, lo que cambio la faz de la tierra para siempre. Nuestros ancestros comenzaron a salir a cazar en grupos, lo que cambio la conducta y la dieta. Antes la búsqueda de frutos en los matorrales requería mucho tiempo y esfuerzo, y había que estar moviéndose constantemente a medida que los recursos se agotaban. Ahora, un grupo de cazadores podía aportar comida nutritiva para varios días. Compartir el alimento y cazar en grupo estableció relaciones sociales entre los individuos más complejas y duraderas. En esos individuos con cerebros más grandes y complejos fue donde comenzó a aparecer una habilidad de comunicación más sofisticada. Así se asentaron las bases para el pensamiento complejo, el razonamiento, el lenguaje y la cultura, lo que nos diferencia de nuestros primos, los que se quedaron en los arboles.

Sobre la autora

   María Florencia Daneri es investigadora en el área de neurociencias interesada en la divulgación científica. Cuenta con amplia experiencia como docente y comunicadora.

   Es Doctora de la Universidad de Buenos Aires - Área Ciencias Biológicas - Neurociencias.

   Licenciada de Ciencias Biológicas en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Neurofisiología.

   Profesora Universitaria para la Enseñanza Media y Superior en Biología. Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA.

   Especialista en el estudio comparado de habilidades cognitivas y sus bases neurales en vertebrados. Actualmente Investigadora Científica de CONICET - Investigadora Asistente en INBIOSUR.

Producción científica

• 10 Artículos originales en revistas científicas internacionales y nacionales con referato.

• 2 capítulos de libros en colaboración.

• Evaluadora de artículos de pares - Revista Argentina de Ciencias del Comportamiento

• Más de 50 comunicaciones en reuniones científicas y congresos internacionales y nacionales.