Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Un emprendimiento bahiense de juguetes ecológicos que busca fomentar la imaginación de los más chiquitos

Por una “crianza respetuosa”, Valentina Di Iorio emprendió hace pocos meses un sueño que hizo realidad.

Por María Fernanda Bevilacqua

   Inquieta y creativa, Valentina vio en la crisis una oportunidad y creó hace pocos meses El Baúl de Roberta, un emprendimiento de juegos y juguetes pensados para estimular los sentidos y la imaginación con materiales ecológicos.

   Valentina Di Iorio es maestra jardinera y trabaja hace 12 años en un jardín de Bahía Blanca.

   También trabajó durante 11 en una editorial de la ciudad y ayuda en la pyme de su familia, quienes tienen una panadería.

   A raíz de la crisis económica que se desató por la crisis sanitaria de la pandemia de COVID-19, muchas personas perdieron su empleo y lamentablemente Valentina fue una de ellas.

   “Un lunes me habían avisado que me quedaba sin trabajo en la editorial y para el viernes ya tenía el nombre del emprendimiento y había contactado proveedores”, nos contó.

   Valentina relató que “frente a una problemática nunca fui de quedarme quieta y esto que pasó fue el empujón para arrancar con ese proyecto que estaba en mi cabeza. Pero como trabajaba en el jardín, en la editorial, ayudando a mi familia con la panadería y criando a mis hijos como que mucho tiempo no había para desarrollar un cuarto trabajo”.

   Decidió juntar tres pasiones como la educación, el arte y los niños. Pensó en materiales que sean amigables con el medio ambiente y que además enseñen para su desarrollo integral.

   “Están inspirados en las pedagogías de Montessori, Pikler y Waldorf, que tienen en común que  apuntan a acompañar el desarrollo del niño sin limitarlo, adaptar el ambiente a su tamaño y que favorezcan el juego libre, la autonomía y a respetar sus tiempos”.

Que los juguetes tengan un por qué y para qué

   “En en el living de mi casa tengo un baúl que era de mi abuela, y Roberta fue la primera muñeca de mi hija Emilia; entonces junté a mi abuela y a mi hija y surgió el nombre”.

   Valentina trabaja con José, un artesano bahiense, que es quien le da vida a esos juguetes que ella dibuja y diseña: “Cuando le conté la propuesta enseguida se copó con la idea y con los protocolos sanitarios pusimos manos a la obra”.

   “Estos juguetes apuntan a una crianza respetuosa. Juegos que tienen que ver con la exploración de sentidos a través de materiales seguros y atemporales”, destacó Valentina.

   Y nos explicó: “Juguetes puede vender cualquiera, pero mi idea es enseñarles y mostrarles a los adultos por qué es importante la elección de los juguetes, no tanto con pilas, no tanto con pantallas o enchufes, no tanto con sonidos”.

   Con un marco pedagógico, también busca concientizar sobre el medio ambiente utilizando materiales ecológicos, sin plásticos y sin pinturas tóxicas.

   Valentina mencionó la relevancia de fijar metas a corto y largo plazo en el emprendimiento, como también “pensar qué tengo yo para ofrecer a los clientes, qué quiero transmitir, qué sensaciones quiero generar cuando abran la caja de Roberta y que no sea solo un juguete. Quiero que sea un momento mágico”.

   “Nada es de un día para otro. Mientras tanto hacemos camino para llegar a lo que aspiramos”, resaltó Valentina mientras trabaja con el deseo de ver en un futuro el cartel de un local que diga ‘El Baúl de Roberta’.

   Podés encontrar los productos en la cuenta de Instagram @elbaulderoberta.

En la crisis, la oportunidad

   El Baúl de Roberta, es la combinación perfecta de las causas que motivan y empujan a emprender: a) la necesidad recuperar la vida productiva y b) el desafío específico de ofrecer una propuesta de valor relacionada con los saberes, las habilidades y la profesión de quien emprende. Por lo general, el desafío supera y eclipsa a la necesidad inicial que funcionó como disparador y se convierte en el motor del éxito del proyecto.

   Con una propuesta de valor genuina y consistente, Valentina recorre con acierto los hitos fundacionales de un emprendimiento.

   En este contexto, sabe qué ofrecer, a quién le interesa lo que ofrece, cómo ofrecer lo que promete y cómo hacer que lo que ofrece llegue en tiempo y forma a quien lo compra.

   Una vez puesto en marcha el proceso, dar a conocer nuestra marca se presenta como el primer gran desafío.

   El siguiente gran desafío es vender. Y vender no es una mera transacción ni intercambiar producto por dinero. Vender es un proceso que se inicia con la etapa del “descubrimiento” en la que el potencial cliente relaciona la marca con la categoría a la que pertenece.

   El proceso continúa con la etapa de relacionamiento significativo para ganar su confianza y concluye con el acto de compra. A los clientes no les gusta que les vendan. Les gusta comprar. Por eso las marcas deben ejercitar la interacción y el compromiso con el potencial cliente.

   El cliente compra cuando siente que tiene el control, cuando confía en la marca y en lo que esta le ofrece. No es un proceso automático. Es un proceso de descubrimiento y familiarización que debemos construir junto al potencial cliente.

   Las marcas construyen el vínculo con sus potenciales clientes por etapas. En la primera etapa de “descubrimiento” las marcas cuentan con recursos que le permiten visibilizar contenidos como un blog, la página web, posteos orgánicos en redes sociales, webinars o tutoriales y campañas pagas. En todos los casos, el desarrollo de un contenido original que despierte el interés de los potenciales clientes es la clave para el éxito de esta etapa.

   La segunda etapa es la del compromiso. Si el potencial cliente interactúa haciendo mención a la calidad de algún contenido, a sus preferencias, indicando “me gusta” o solicitando más información, debemos ofrecerle algo a cambio, como una participación en una capacitación sin cargo, una muestra, etc. Así construimos un vínculo basado en la confianza y estaremos más cerca del acto de compra o conversión.

   La narrativa digital que tan bien desarrolló El Baúl de Roberta, es la clave para llamar la atención y visibilizar nuestra marca. Cuando manejamos redes sociales nos convertimos en nuestros propios publicistas. Los potenciales clientes prestarán atención a nuestras redes sociales si les ofrecemos contenidos relevantes publicados de manera consistente y con una frecuencia determinada.

   En redes sociales es importante: a) definir el estilo estético y narrativo de la marca y sostenerlo en el tiempo para generar reconocimiento y confianza; b) elaborar una frase que defina a la marca que incluya a la categoría a la que pertenece para facilitar su búsqueda; c) transmitir emociones a través de imágenes, frases, colores o tipografías. Todo comunica; d) definir un menú de contenidos para publicar secuencialmente organizado por temáticas, promociones, experiencia del cliente, detrás de escena, entre otras opciones. Variar el menú de contenidos de manera secuencial mantiene la atención de nuestros seguidores. Recordemos que solo tenemos 3 segundos para mantener la atención del potencial cliente. Conocer sus intereses y sus preferencias nos allana el camino.