Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Una bahiense en Sydney contó que los incendios devastaron al país

Hace casi 13 años que Lucila Rodrigo vive en la capital del Estado de Nueva Gales del Sur. En su vivienda de la Costa Este, asegura que “el humo y el color marrón anaranjado del fuego han desplazado al habitual cielo azul australiano”.

El koala, posiblemente, sea una de las especies declarada en extinción.

Laura Gregorietti
lgregorietti@lanueva.com


   Más de mil millones de animales muertos, 29 personas fallecidas y otros tantos millones de hectáreas perdidas. Decenas de desaparecidos, miles de evacuados y plantas aniquiladas. En algunos casos, como el koala, ciertas especies serán declaradas extintas al final de esta catástrofe. 

   Según expertos, las temporadas de incendios serán cada vez más frecuentes, intensas y de mayor duración como consecuencia de la crisis climática global, cuya manifestación más evidente es el aumento de la temperatura terrestre y la aparición de fenómenos extremos como sequías e inundaciones cada vez más pronunciadas.

   Desde Sydney, la arquitecta bahiense Lucila Rodrigo no es ajena a la catastrófica situación.

   “A fines de noviembre recuerdo estar en la oficina poco después de la hora del almuerzo y ver a través de la ventana como se oscurecía el cielo y el aire se volvía de un tono marrón-anaranjado, debido al humo de los incendios. Desde entonces hubo días con más o menos humo, la gente empezó usar barbijos para salir a la calle y algunos días hemos salido un poco antes del trabajo para evitar estar en tránsito cuando el humo denso llegaba  al centro, ya que había incendios en zonas rurales al Norte, Oeste y Sur de la ciudad simultáneamente”, contó.

   Egresada del Colegio La Inmaculada, Lucila hace poco más de doce años y medio que vive en Sydney, la capital del Estado de Nueva Gales del Sur, que está ubicada en la costa Este de Australia.

   “Trabajo en un estudio de Arquitectura en una zona céntrica de la ciudad y vivo a veinte minutos al norte del distrito central en el área metropolitana de Sydney y debo reconocer que la repuesta de toda la gente ante semejante tragedia ha sido de resiliencia y solidaridad. Se han recibido generosas donaciones nacionales e internacionales para los Servicios de Bomberos, La Cruz Roja y para los que más están sufriendo las consecuencias de estos devastadores incendios”, destacó.

   Con gran pesar, cuenta que el humo ha desplazado el habitual cielo azul que caracteriza a los veranos australianos.

   “Y a pesar de reducir las actividades al aire libre, las restricciones en el uso de agua para riego de plantas y el polvillo generado por la ceniza, las actividades continúan, en contraste con lo que lamentablemente está pasando en las zonas de bosque, parques nacionales y poblaciones cercanas que realmente han sido devastadas por los incendios”.

   Las actualizaciones de las muertes no tienen descanso: millones de animales siguen muriendo, personas que se quedaron para defender sus casas o no pudieron escapar a tiempo y  varios bomberos voluntarios. 

   “Más de 2000 propiedades se destruyeron completamente y aproximadamente un billón de animales perecieron, incluidas especies en peligro de extinción como los koalas.  Hay comunidades desplazadas en refugios y escasez de alimentos en áreas donde las rutas están cortadas por los incendios”, destacó.

   Sobre las causas de los incendios, aseguró que no se conocen, pero que “el hecho de que haya menos humedad en el ambiente hace que avancen con más velocidad”. 

   “Se especula que cuando la temporada de incendios termine se va a asignar un grupo independiente de expertos para investigar las causas y recomendar qué hacer para prevenir y que esto no vuelva a ocurrir en el futuro. En este momento esta totalmente prohibido hacer fuegos o tirar cigarrillos encendidos por la ventanilla del auto en las rutas y la policía está activamente monitoreando todo. Se han encontrado responsables de algunos incendios, pero aún no hay demasiados detalles”, confió.

   El gobierno sí adelantó que el 2019 ha sido un año récord de escasez de lluvias y aunque ha habido algunos años de sequía en décadas pasadas, la magnitud de los incendios no tiene precedente en la historia del país.

   “Además de las brigadas de bomberos rurales y los bomberos voluntarios hemos recibido ayuda de bomberos de Nueva Zelanda, Canadá y Estados Unidos. Las Fuerzas Armadas están ayudando a evacuar poblaciones amenazadas por los fuegos. Hemos tenido muy pocos días de lluvia que ayudaron mitigar algunos incendios en algunas áreas, pero no lo suficiente para extinguirlos”.

   Lucila además se manifestó agradecida con los bahienses que se han sumado a cadenas de oración para rezar por el fin de los incendios.

   “Todo ayuda y agradezco a quienes lo hicieron y los que llamaron a mi mamá para preguntarle si yo estaba bien”, concluyó.

   Al cierre de la edición impresa del diario, se estaba registrando una profusa lluvia en varios de los Estados más castigados por el fuego.