Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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El mensaje de Pepe Sánchez que le quedó grabado a Caio Pacheco

Tiene 20 años y mucha personalidad. Fue figura de Bahía Basket en el triunfo ante el puntero. Por momentos juega como un grande, sin perder la esencia de chico.

Caio desafío a los grandes de Gimnasia. Fotos: Emmanuel Briane y archivo-La Nueva.

Por Fernando Rodríguez / ferodriguez@lanueva.com

(Nota publicada en la edición impresa)

 

   A las 8.30 del jueves, la mañana siguiente de ganarle al puntero Gimnasia, el brasileño Caio Pacheco ya estaba haciendo kinesiología.

   “No sé si fue mi mejor partido, pero disfruté y me divertí mucho en la cancha”, admitió.

   Los 24 puntos, 5 asistencias y 30m20 sumados la noche anterior ya eran cosa del pasado, porque Olímpico aparecía en el camino de Bahía Basket.

Los detalles del partido de esta noche en el Dow

   “En los momentos más picantes tuve la pelota en la mano. Me encanta jugar los partidos parejos. Sabemos -reconoció- que tenemos mucho por dar, confiamos mucho en nosotros y pudimos quedarnos con la victoria, que es muy importante por ser en casa y aún más contra un rival como Gimnasia”.

Con toda la polenta, Caio ataca a Rivero.

   —¿De qué manera se logra el estado de felicidad dentro de la cancha, el cual permite disfrutar del juego?

   —Lo más importante es lo que una vez me dijo Pepe y que no me lo van a sacar nunca de la cabeza: cuando éramos chicos, nosotros le pedimos a nuestros padres que nos lleven a jugar porque nos divertíamos, nadie nos obligaba, entonces, ¿porqué cambiar cuando uno crece?. Obviamente que existen más responsabilidades y hay jugadores que ganan un montón de plata, pero no tiene sentido si no te divertís dentro de la cancha. No hay mejor sensación que estar los últimos minutos en la cancha y ser protagonista. Quiero seguir sintiéndolo un millón de veces, porque esas cosas te las llevás para toda la vida.

   —La mayoría de ustedes son muy jóvenes, aunque ya cargan con la responsabilidad de llevar adelante el equipo. ¿Ya lo sentís como una presión? ¿Sos consciente de que es el camino que elegiste?

   —Podés asumirlo de varias maneras: diciéndolo, considerando que tenés que demostrar o, lo mejor, admitiéndolo pero sin cargar con eso. Capaz que Jamaal (Levy) ya lo siente así, pero nosotros todavía estamos descubriéndonos. Cada partido es una nueva experiencia. Obviamente que somos conscientes de lo que genera ganar, pero es el deporte que elegimos para vivir, por lo que debemos llevarlo de la mejor manera. 

Caio, en sus inicios, ya seguía los pasos de Levy.

   —¿Cuál es el límite de la diversión, el vértigo y el protagonismo en tu juego? Contra Gimnasia, sobre el final Jamaal te agarró de atrás y algo te dijo al respecto, ¿no?

   —Ja, ja, ja... Sí, me dijo: “Pendejo, vení acá; escuchame, te voy a dar la pelota en la mano, agarrala y jugá tranquilo; ¡Pero no apurés el juego!”. Y justo terminó con triple de él. Tener a Jamaal en la cancha, a Pepe al costado, a José (Pisani) o Tincho (Martín Luis) dando indicaciones es muy importante. Puede ser que a veces me pase un poco. Es que veo el hueco y voy para adelante, je. Aunque, de a poco, voy madurando.

   —¿Cuánto te agrandás, para bien, después de un partido así? ¿Y de qué manera canalizás toda esa energía positiva, sin que te coma la ansiedad?

   —Es natural en el ser humano estar bien arriba cuando te salen las cosas. Pero somos conscientes de que no llegamos a ningún lado. Obviamente que fue muy bueno haberle ganado al puntero, pero fue un partido y ya estamos mentalizados en Olímpico. Cuando entrás a la cancha las posibilidades son 50 y 50. Al otro día hay que entrenar igual. Nosotros no somos jugadores que tenemos nuestro nombre. La diferencia con el resto de los equipos es que tenemos nuestro espacio para seguir mejorando, en cambio, los otros ya alcanzaron su nivel de juego, ganan mucha plata y se quedan con eso, por lo que es difícil que sigan creciendo. Nosotros, en cambio, al contar con muchos jóvenes, en los partidos vamos descubriendo algo de cada uno y eso complica a los rivales a la hora de scoutear. 

El crecimiento de Caio -en la foto en uno de sus primeros juegos- se nota en todo aspecto.

   —¿Cuánto mejoraste desde que llegaste a Bahía Basket?

   —Innumerable cantidad de cosas. No sólo en el básquet, sino también en lo personal. Somos privilegiados de estar acá, rodeados de tipos con tanta historia como Pepe, o antes Sepo (Ginóbili) y el Puma (Montecchia) también. Todos tienen su historia y te muestran el camino. El Caio que llegó a Bahía era un chico que tenía mucho por aprender y mejorar. El chico sigue acá, mejorando y con mucho por aprender, je.

   —¿Qué cambiaste puntualmente?

   —Me cambiaron mucho el estilo de juego: estoy más rápido y más fuerte. Soy otro jugador, pero, también, otra persona. Me cambiaron mucho la cabeza. Soy muy feliz y estoy sumamente agradecido.

Caio creció, según reconoce, como jugador y persona.

   —¿El Caio que llegó hace dos años era un chico rebelde?

   —Era cabeza dura, y soy todavía ¡eh!. Me enojaba con todos; nunca me gustó perder, entonces, hablaba con los árbitros, le echaba la culpa al resto cuando perdía; no entendía que el otro había jugado mejor. Hoy, después de los partidos, ganemos o perdamos puedo dormir tranquilo, porque hice mi trabajo y di el máximo. Obviamente, sigo siendo cabeza dura y a veces, como cuando me fui a dormir después del partido con Gimnasia, me pregunto: “¿cómo voy a errar cinco libres (8-13)?”.

   —¿Qué te dicen en Brasil? Porque es difícil de entender que uno de los mejores proyectos del país juegue en la Argentina.

   —Cuando tuve la oportunidad de venir no dudé ni un segundo. Cada vez que voy a Brasil me preguntan cuándo vuelvo a jugar. Obviamente que tengo a mi familia y estaría bueno jugar en mi país, pero me gusta tanto estar en Bahía que hoy no se me cruza esa posibilidad. Trato de ser el mejor de mí cada día. Y mi cabeza, hoy, está pensando en Olímpico.