Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Macri se bajó de la campaña...

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   Podría decirse que "técnicamente", Mauricio Macri decidió bajarse de la campaña electoral hacia las elecciones del 27 de octubre. Claro que sigue siendo el candidato presidencial de Juntos por el Cambio, y que en la intimidad, aunque cada vez con menos ínfulas, cree que es posible el milagro de dar la vuelta la historia. Pero desde la práctica propiamente dicha se lo verá poco y nada, lo necesario y cuando no haya más remedio, en los palcos proselitistas. Solo estará atento cuando llegue el momento a la preparación de los dos debates con el resto de los candidatos a que lo obliga la ley, los domingos 13 y 20 del mes que viene.

   "Es tiempo de gobernar, debió decidir entre ser presidente o ser candidato, y obviamente no tuvo dudas", corroboran aquel paso de algún modo simbólico en la vocería presidencial. Dicho esto para desterrar de plano algunos rumores malignos que hicieron correr desde la oposición, y también desde algún nicho puntual de los mercados, sobre sus presuntas dudas de si valía la pena mantenerse en lo alto de la pelea con la crisis pisándole los talones.

   Para abundar en detalles de la decisión, reconocen fuentes gubernamentales que el presidente se terminó de convencer que en esta hora era fundamental reconocer que la campaña debía ser asumida por los candidatos nacionales o provinciales de Juntos por el Cambio. Mientras él se corría del centro de la escena.

   Fue, aseguran, en medio de las dramáticas horas del último fin de semana, que terminó a media tarde del domingo con la firma de Macri y el gabinete en pleno del DNU que estableció la instalación de un cepo atenuado, o "cepo ligth" como lo llaman los economistas, en el mercado de cambios y topes concretos al retiro de dólares de los bancos. Justo la bandera que con tanta ínfula había levantado Macri al comienzo de su gestión cuando eliminó de un plumazo el cepo del kirchnerismo. Estandarte que la cruda realidad lo obligó a arrumbarlo en un rincón de su despacho de Olivos.

   "El domingo fue como si le hubiesen pegado con un bate de béisbol en la cabeza", lo definió esa tarde un integrante de la vocería presidencial que estuvo en Olivos.

   De esas reuniones, Macri salió con la decisión tomada de alejarse por ahora de la campaña electoral, decisión que sus laderos calificaron por esa razón de "técnica", y de dejar todo en manos de la mesa chica que buscará el milagro, en la que con distintas miradas, cual halcones y palomas que los hay en todos los gabinetes y todos los gobiernos, integran Miguel Pichetto, Rogelio Frigerio, Sebastián García de Luca, y los jefes de los bloques de Cambiemos, Emilio Monzó, Mario Negri, Federico Pinedo y Luis Naidenoff.

   Como se observará, y en la Casa Rosada no lo desmienten, no forma ese grupo que se pondrá la campaña al hombro el otrora poderoso Jefe de Gabinete, Marcos Peña. Caído en desgracia y solo sostenido por Elisa Carrió, también por el propio Macri, el funcionario se dedicará desde ahora a secundar a su jefe en tareas puramente de gestión. Y su influencia en la estrategia de campaña de aquí a octubre, será poco menos que testimonial, no ejecutiva.

   Macri, antes de decidir que es mejor en estas horas mostrarse como presidente preocupado por salir de la crisis y mejorar la situación de los más perjudicados por su mala gestión, les dijo a sus colaboradores que entendía la situación y que "la mejor campaña" que podía hacer ahora, en medio de primeros indicios que refuerzan la suposición generalizada de que no habrá milagro en octubre, es "mostrarse gobernando, gestionando en favor de a gente". Esa es al menos la frase con la que intentó reentusiasmar a los más descreídos de su equipo, que creen que las cartas están echadas y que es mejor asumir la realidad y prepararse para la siguiente etapa, ya fuera de la Casa Rosada a partir del 10 de diciembre.