Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Ni tan blanco ni tan negro

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   ¿Todo o nada? ¿Adentro o afuera? ¿Arriba o abajo? ¿Caliente o frío? ¿Dulce o amargo? ¿Brusco o suave? ¿Rápido o lento? 

   No es un ejercicio de antónimos, sin embargo la lista podría continuar...

   Tal vez puedas hacer tu propio inventario, situaciones cotidianas, familiares y vinculares, también políticas y hasta económicas, laborales y académicas; todas y cada una de ellas parecieran concebidas “en blanco o negro”, escenarios en los que se torna impensado que una amplia gama de grises se despliegue. 

   Me atrevo asegurar que solo el ámbito deportivo está eximido: o sos de River o sos de Boca, de Gimnasia o Estudiantes, acá no hay lugar para las oscilaciones.

   ¿Se han extinguido los pensamientos graduales? ¿Se puede concebir y vivir la vida en blanco o negro? ¿Nos educan para que la explosión de tonalidades no tenga canales de expresión y de actuación?

   Es habitual y normal que todos distorsionemos lo que percibimos del mundo exterior y la información recibida; las creencias, construcciones mentales y aprendizajes funcionan como unas lentes que hacen que percibamos el mundo y las circunstancias de un “determinado color”, interpretamos a los sucesos y las personas de acuerdo con el “diccionario” que cada persona construye a lo largo de su vida.

   Sin embargo hay seres que conciben la vida “en blanco o negro” y la Psicología denomina a esta forma de procesar la información como pensamiento dicotómico; característico en quienes tanto sus ideas como sus acciones se dirigen siempre hacia los extremos.

   Encontrarse e interactuar con estos “especímenes” no es sencillo, no hay lugar para los matices, para la variedad de dimensiones, la gradualidad es nula y los problemas poco a poco se ven acrecentados.

   Compartir y convivir con quien tiene pensamientos dicotómicos se convierte en una odisea, sus concepciones son extremas y absolutas, no hay lugar para lo incierto y menos aún para lo relativo, la realidad es única e incuestionable.

   Si bien este tipo de pensamiento es habitual en los niños amalgamados con la espontaneidad propia de la edad, es esperable que la rigidez se diluya “en la paleta de colores” con el devenir de los años; transitar del pensamiento concreto hacia el abstracto posibilita que su concepción del mundo y de sí mismos se construya a partir de la “gama de los grises”.

   El pensamiento dicotómico se suele manifestar en comportamientos autoritarios, como así también en quienes tienen baja autoestima y rasgos narcisistas, pues desean tener todo bajo control, no toleran las ambigüedades y menos a quienes piensan o actúan distinto a ellos. También es habitual experimentar este tipo de pensamiento ante un incidente emocional muy impactante como la pérdida de un empleo, la ruptura de un vínculo o la muerte de un ser querido.

   Aunque no lo creas, pensar de esta manera es más fácil, pues no requiere esfuerzos, sin embargo las polarizaciones están cargadas de prejuicios y sesgos. Estoy convencida que mirar, sentir y actuar en tono blanco o negro es obsoleto, todo está compuesto de matices y de diferencias que sin dudas amplían y enriquecen nuestro mundo.