Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Miedo, culpa y cansancio, emociones que tienen las personas con diabetes

La buena relación médico-paciente, la red de contención y el acompañamiento psicológico son aspectos clave. En Argentina afecta al 12,7% de los mayores de 18 años.

   El diagnóstico de diabetes moviliza y es una enfermedad que en Argentina afecta al 12,7% de los mayores de 18 años y a miles de niños y adolescentes. Todos los cambios que la persona deberá adoptar para controlar adecuadamente su condición suelen desatar sentimientos como miedo, culpa, cansancio e inclusive negación.

   “Cada persona reacciona a su manera, pero recibir el diagnóstico desacomoda. En el caso de niños o jóvenes, generalmente llegan a una guardia de hospital descompensados y los padres no entienden mucho qué sucede. Recibir la confirmación sorprende por lo inesperado y porque suelen conocer muy poco sobre esta enfermedad”, señaló la psicóloga y licenciada María Belén Ávila. 

   “Las emociones por las que atraviesan los pacientes y cómo las sobrellevan inciden mucho en la manera en que podrán lograr y sostener un buen control de su enfermedad a lo largo de la vida. El diagnóstico es el primer impacto, pero luego la persona deberá implementar el monitoreo frecuente de azúcar en sangre, ajustes en el control, la organización de un plan alimentario (con todo lo que la comida implica culturalmente), recibir medicación, hacer ejercicio, etc. Representa una constante toma de decisiones”, indicó la doctora Judit Laufer.

   En la diabetes, el organismo no logra generar o utilizar adecuadamente la insulina, una hormona producida por el páncreas que contribuye en el proceso de control de los niveles de glucosa (azúcar) en sangre, con el objetivo de utilizarla como energía. La ausencia de insulina o una insulina de mala calidad incrementan los niveles de glucosa en sangre, lo que puede ir generando con el tiempo daños irreparables a nivel vascular en órganos y tejidos. 

   La diabetes tipo 1 se diagnostica fundamentalmente en la infancia o adolescencia, representa 1 de cada 10 casos de diabetes y requiere aplicaciones diarias de insulina y un control exhaustivo de los niveles de glucosa, mientras que la diabetes tipo 2 (90% de los casos), es la que generalmente se presenta en la adultez, muy relacionada con la mala alimentación a lo largo del tiempo y el sedentarismo y, si bien requiere control, medicación y cambios de hábitos, la insulinización generalmente se presenta en los estadíos más  avanzados. 

   Por otra parte, cuando los pacientes con diabetes tipo 2 tienen que pasar a la insulinización, muchas veces lo viven como un fracaso 

   Un sentimiento que puede aparecer es la culpa. “Algunos padres se castigan a sí mismos por el diagnóstico de sus hijos. Como con otras patologías donde interviene cierta carga genética, suele aparecer la fantasía de que hay responsabilidad de quien aporta los genes”, sostuvo la licenciada Ávila.

   En algún momento, tanto la persona con diabetes como sus allegados pueden sentir agotamiento, porque su condición no se toma vacaciones, atraviesa a toda la persona, todo el tiempo. Ayudan aspectos como la buena relación médico-paciente, la educación como herramienta de empoderamiento sobre su propio tratamiento y la participación activa de la familia.

   “El miedo más frecuente es a las complicaciones, aquellas que podrían darse a largo plazo si uno no lleva un buen control (insuficiencia renal, y problemas en la vista, entre otras). Los pacientes deben saber que siguiendo el tratamiento y llevando una vida saludable, estas consecuencias se pueden evitar”, concluyó Ávila.

Qué dicen los especialistas sobre el tratamiento

   1. “La adherencia al tratamiento se logra en la medida en que el paciente encuentre motivación y esto se da cuando siente el placer del buen control”.

   2. “Cuando ve que controlándose se siente mejor, tiene más fuerza de voluntad. Es fundamental la educación en diabetes tanto de la persona como de su entorno”.

   3. “Esto representa una piedra angular del tratamiento y aquí entran las cuestiones nutricionales y también la actividad física”.

   4. A su vez, es importante que la persona tenga una red social de contención para compartir la vida y sentirse apoyada en su afección”, subrayó Laufer.