Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Cuando salvar la vida es cuestión de minutos

Los paros cardiorrespiratorios tienen carácter súbito y es habitual que ocurran sin previo aviso. Cuando suceden, suelen ser devastadores. Cualquiera puede sufrirlo, en cualquier momento y lugar. De hecho, es una de las amenazas más severas que tiene toda persona.
Cada año, seis millones de personas en el mundo lo sufren, con una tasa de supervivencia de menos del cinco por ciento, causando más muertes que el cáncer de mama, el de pulmón y los accidentes cerebro-vasculares. Por lo general suceden de manera repentina y el 84 por ciento de los episodios ocurre fuera de los centros de atención médica.
En caso de un paro, el tiempo de respuesta es crítico. Por cada minuto que se atrasa el proceso de desfibrilación, las probabilidades de supervivencia disminuyen entre siete y diez por ciento. 
Después de los 10 minutos, esa probabilidad es nula. Tomando en cuenta que el tiempo de respuesta de las ambulancias es generalmente de más de 10 minutos, la opción de supervivencia está en manos de las personas presentes que puedan aplicar las técnicas adecuadas.
De allí lo importante que resulta que la mayor cantidad de personas sepan como actuar ante un caso de estas características, no solo con la rapidez necesaria sino además con los conocimientos básicos para que esa intervención sea efectiva.
En ese sentido, una nota publicada por este diario en su edición del pasado 16 de junio destacó el trabajo de los médicos residentes del Hospital Municipal Leónidas Lucero de nuestra ciudad, que dictan cursos de capacitación a toda la población, ofreciendo un marco teórico y, sobre todo, práctico.
Para eso se utilizan maniquíes aportados por empresas, a partir de los cuales se puede practicar la respiración boca a boca, el masaje cardíaco y hasta la simulación del uso de un desfibrilador.
La práctica es considerada clave, ya que en general se debe actuar en tiempos reducidos, ante una situación que probablemente nunca se enfrentó y donde está en juego, nada menos, la vida de una persona.
Por eso estos cursos de simulación debieran ser parte de la responsabilidad de todos y dedicar un par de horas a adquirir esos conocimientos. Para ayudar a salvar una vida, para sentirse cada uno un poco más seguro.