Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Políticamente incorrecto

   Tercer domingo de junio, lo “correcto” y esperable sería dedicar este espacio a los padres.

   Tras años de escribir columnas, en los que en esta fecha hice mención a los padres que se transforman en una especie de héroes, a los padres ausentes que no pueden ejercer la función y a los padres que son verdaderos modelos a seguir, entre otras, me acechan dos cuestiones: una tiene que ver con el riesgo de repetir y repetirme que sin dudas me horroriza, y la otra con darme el permiso de ser “incorrecta” y dejar a un lado la fecha.

   ¡Momento de preguntas!

   ¿Nos han inculcado ser “políticamente correctos/as? ¿La espontaneidad se diluye en pos de lo que debe ser adecuado, esperable, aceptado? ¿Y los riesgos?

   La pasión por la lectura me lleva a sumergirme en la obra de Slavoj Žižek, sociólogo, filósofo y psicoanalista esloveno, sustentado en ideas lacanianas y hegelianas. Irreverente, contradictorio, provocador, devenido “en estrella” por su estilo y su obra, sacude con sus ideas y logra lo que en estos tiempos es una especie de hazaña: nadie queda indiferente, pues incomoda y provoca reacción. ¡Lo recomiendo!

   Para este actual pensador, lo “políticamente correcto” es una predisposición del comportamiento social, intensificada en las últimas décadas, difícil de percibir, detectar y mucho más aún modificar.

   Según Žižek, es una “peligrosa forma de totalitarismo”, pues disimula y enmascara relaciones de poder, haciendo que se tornen infranqueables, sin posibilidad de ser cambiadas.

   Cuando lo políticamente correcto se instala como acción, como práctica, como forma de vida, es imposible desobedecer y rebelarse; el círculo no tendrá fin, y la reproducción será infinita.

   Mi querido/a lector/a, recordá aquellas situaciones y circunstancias en las que muy a tu pesar, pensabas o sentías de determinada manera y actuaste diferente porque el mandato era ser políticamente correcto… el sabor suele ser amargo.

   Vivimos en una época y en una sociedad en la que está prohibido ser desagradable. El acento está puesto en “ser buena onda”, en “caerle bien a todos/as”. La sugerencia permanente es “encontrar las palabras adecuadas”, expresarse “sin herir susceptibilidades”.

   Se vanagloria el “tono conciliador”, el circular “con pie de plomo”, se enarbola la bandera de la corrección y del “ser educado/a”, y así la realidad se desdibuja, se desnaturaliza y se acepta lo inaceptable, si no y a modo de ejemplo, pensemos en las prácticas ejercidas y sostenidas por el patriarcado y que por responder de manera “políticamente correcta” aun hoy siguen sostenidas y vigentes.

   ¡A la mierda con lo políticamente correcto!

   A veces es el momento de sacudir y sacudirnos y volver de regreso a la realidad. Obviamente que todos/as coincidimos en que no podemos ir por la vida lastimando a los/as otros/as, pero decir lo que nos molesta, expresar lo que nos incomoda, llamar a las cosas por su nombre, además de volvernos a la realidad también nos libera. ¡Ah! ¡Feliz día del padre!