Bahía Blanca | Miércoles, 17 de abril

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Estudian procedimientos para revertir la ceguera asociada al ACV

Los estudios más recientes han demostrado que el sistema nervioso tiene la capacidad plástica de regenerarse y reorganizarse luego de ocurrida una lesión cerebral. Nunca es tarde para rehabilitarse.

   Son numerosas y muy variadas las posibles secuelas de un accidente cerebrovascular (ACV), pues dependen fundamentalmente del área del cerebro cuyo suministro de oxígeno se ve afectado por la obstrucción o la ruptura de un vaso sanguíneo.

   También entran a jugar factores como la extensión del área afectada o el tiempo que se tardó en revertir la interrupción de la circulación. De las distintas secuelas, la ceguera es muy frecuente -el daño a la capacidad visual está presente en aproximadamente el 60% de los casos de ACV-, y tiene a muchos científicos en busca de una respuesta.

   De hecho, un reciente estudio indagó en los mecanismos que se ponen en juego cuando un “infarto cerebral” afecta al córtex visual primario, que es el área del cerebro involucrada en el procesamiento de la información que proviene de los ojos, y que da como resultado distintos grados de pérdida de la capacidad visual. Y es que si bien muchas personas recuperan su visión cuando el ACV se resuelve, en otros casos las secuelas permanecen.

   “La integración de varias regiones corticales del cerebro es necesaria para que la información visual sea traducida en una representación visual coherente del mundo. Y si bien un ACV puede haber interrumpido la transmisión desde el centro visual del cerebro a otras áreas más elevadas, nuestros hallazgos sugieren que el centro visual primario del cerebro permanece intacto y activo, de manera tal que abordajes clínicos que actúen sobre la plasticidad cerebral permitirían recuperar la visión”, comentó el doctor Bogachan Sahin, profesor del Centro Médica de la Universidad de Rochester, Estados Unidos, y coautor del estudio.

   Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los ACV representan la segunda causa de muerte y la primera de discapacidad entre los adultos a nivel global. En la Argentina, se estima que se producen por año alrededor de 130.000 accidentes cerebrovasculares.

   Hasta ahora, los expertos pensaban que la interrupción de la circulación sanguínea que ocasiona un ACV, cuando afectaba al córtex visual, llevaba a que un grupo particular de las células de la retina -las células ganglionales retinales- se atrofiaran, perdiendo su funcionalidad.

   Sin embargo, las conclusiones del estudio publicadas en la revista médica “Proceedings of the Royal Society B” muestran que no todas las células pierden funcionalidad, sino que muchas de ellas permanecen saludables.

   A esa conclusión llegaron tras someter estudios de resonancias de imágenes a 15 voluntarios que habían sufrido perdida visual a causa de un ACV, con el objetivo de determinar la actividad cerebral y el estado de las células ganglionales retinales. 

   Los estudios mostraron que dichas células son muy dependientes de la actividad de las áreas visuales cerebrales, por lo que si éstas se encuentran inactivas (por el ACV), se atrofian. Sin embargo, también se encuentran células saludables y funcionales, capaces de ser blanco de terapias para rehabilitar la visión perdida.

Cómo identificar las áreas de visión afectadas

   1. En el contexto de un ACV, las células ganglionales retinales que permanecen sanas se hallan conectadas al córtex visual del cerebro, pero son las neuronas las que no logran ‘interpretar’ la información que reciben, por lo que el estímulo no se traduce en visión. 

   2. Los hallazgos sugieren la necesidad de identificar las áreas de la visión que poseen conexiones intactas, para utilizarlas como blanco de terapias que permitan recuperar las áreas afectadas. 

   3. “Al comprender con mayor precisión cuáles son las conexiones entre el ojo y el cerebro que permanecen intactas después de un ACV, podemos comenzar a explorar tratamientos que estimulen la neuroplasticidad