Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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Mariel y Noemí, las dorreguenses que cruzaron los Andes a caballo

Son compañeras de una peña folclórica y siguieron la huella de una de las columnas del ejército sanmartiniano en 1818. Cabalgaron durante cinco días desde Malargüe, en Mendoza, hasta Santa Elena, en la frontera con Chile. 

 


    Anahí González
   agonzalez@lanueva.com

   -Cumplo 50 años y mi sueño sería cruzar los Andes”, dijo Noemí Morales, a sus compañeras y compañeros de la peña folclórica municipal dorreguense.

   -El mío también -le contestó Mariel Uranga. ¿Vamos?

   Y así, sin preámbulos, se lanzaron a vivir la aventura de imitar la gesta sanmartiniana, a caballo, por la cordillera. 

   Recorrieron durante cinco días uno de los tramos que el Ejército del General San Martín atravesó en 1817 para enfrentar a las tropas realistas del imperio español como parte de un plan estratégico para liberar a Argentina, Perú y Chile, en una de las mayores hazañas de la historia militar universal.    

    “Partimos desde el Valle Hermoso de Malargüe, Mendoza, y llegamos al límite con Chile por el Paso Santa Elena. Es uno de los pasos que hizo el Ejército de San Martín, que se dividió en tres columnas”, contó Mariel Uranga, mujer de campo, acostumbrada a andar a caballo desde muy chica y fascinada por la travesía.

   “Acampábamos y dormíamos al aire libre. De techo teníamos el cielo. Dormir bajo las estrellas, sobre la montura del caballo, con una bolsa de dormir, tapados con una lona fue una experiencia increíble”, agregó.

   El viaje lo realizaron a través de la propuesta de una agencia de turismo. 

   Los guías contratados llevaron cinco caballos cargueros con la comida para los pasajeros y se acampó siempre cerca de algún surgente, al aire libre, para beber el agua pura que bajaba de la montaña.

   El cruce constó de cinco días a caballo por la Cordillera. 

   “Atravesamos tres cordones de montaña y acampamos en la parte baja de cada cordón. En el cuarto cordón, llegamos al cruce con Chile”, contó.

   Partían por la mañana, paraban para al almorzar algo liviano y seguían camino hasta el atardecer. 

   “La inmensidad que tenés frente a los ojos es tanta que te olvidás que vas a caballo. Los ojos te quedan chicos. Escuchás al viento. Por momentos te sentís una hormiguita y en otros te sentís inmensa, y pensás 'Mirá donde estoy'”, relató.

   “Lo disfruté mucho. Volvería con alguno de mis hijos”, dijo Mariel.

   El tiempo las acompañó con 25º C durante el día aunque por las noches las temperaturas eran bajo cero.

   “Cuando se escondía el sol detrás de la montaña la temperatura caía abruptamente”, comentó.

   De todas maneras, estaban equipadas con ropa térmica, preparadas para la travesía. 

   En todo el trayecto se bañaron una sola vez en piletones de gran salinidad y alta temperatura que las mantenían flotando. Como se embarraron, porque la consistencia era arcillosa, debieron sumergirse en el río Los Cobres, que estaba helado. Todo era así, extremo y con contrastes.

    “El aire es tan puro y limpio y estás a tal altura que por las noches te da la sensación de que si estirás las manos podés tocar las estrellas. Cruzamos muchas estrellas fugaces”, dijo.

   Por su parte, la cumpleañera, Noemí Morales, apeló a la memoria de los próceres.

   “Fue muy emocionante ir escalando y saber que por ahí había pasado gente que había hecho cosas tan importantes y que permiten que hoy podamos tener lo que tenemos. Una maravilla y un sueño cumplido”, agregó.

   El cielo de la cordillera es tan limpio que los cóndores les hacían sombra con su vuelo. Si bien el día a día fue muy emocionante, llegar al límite con Chile fue un momento especial.

   “Antes de salir los guías nos mostraron los picos nevados dentro de las cordilleras y nos dijeron: 'Allá está el paso Santa Elena y hasta ahí tenemos que llegar'", contó Mariel. 

   Al hacerlo desplegaron la bandera de Coronel Dorrego, emocionadas. 

   El trayecto fue de 180 km, con caminos muy empinados. 

   "Cuando soltaron los caballos al final del camino,  solo pensé: gracias compañero por llevarme a vivir esta experiencia tan linda”, concluyó Mariel.

    Las aventureras. Mariel Uranga tiene 48 años y es profesora de Telar Mapuche en Coronel Dorrego, mamá de cuatro hijos y ama de casa. Noemí Morales tiene 51 años y tiene un emprendimiento familiar en la localidad-una gomería- tiene cuatro hijos y tres nietos. Se conocen desde siempre, por ser vecinas del pueblo y son compañeras de baile del Taller de folclore que organiza la Municipalidad de Coronel Dorrego. 

    La salida. El viaje lo realizaron el 1 de marzo de 2018. Al día siguiente cumplía los años Mariel y el 3 era el cumpleaños de Noemí, quien festejaba sus 50.  Se regalaron una fascinante experiencia en Tirolesa por el cañón del Atuel.