Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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El desafío de fomentar la perspectiva de género en una fuerza “de hombres”

En la sede local de Gendarmería Nacional funciona un ente conformado por cuatro profesionales que brindan asesoramiento y contención a las víctimas.

Claudio Rodríguez Kiser / crodriguez@lanueva.com 

 Son tiempos de fuertes cambios. Para la sociedad en general y para instituciones con fuerte arraigo masculino, como la Gendarmería Nacional. 

   El “gran desafío” dentro de la fuerza lo vienen abordando los Centros Integrales de Género, que desde 2011, por resolución del Ministerio de Justicia, brindan asesoramiento jurídico y contención psicológica a las víctimas.

   En la Región V de Gendarmería, con asiento en la avenida Alem 1352, son tres mujeres y un hombre -todos profesionales- quienes tienen la difícil misión de mejorar esa perspectiva.

   Se trata de la primer alférez psicóloga Gisela Cano, el segundo comandante abogado Ariel Masero, la cabo asistente social María de los Ángeles Rodríguez y la primer alférez licenciada Laura Bovier.

   Ellos proponen acciones tendientes a encontrar soluciones para que disminuya la cantidad de hechos denunciados dentro de la institución.

   Para Cano es una gran responsabilidad estar al frente de una sección que busca profundizar la igualdad de género en un ambiente dominado por hombres. 

   “Lograr que seamos plenamente una institución (tanto hombres como mujeres) atravesada por 'la perspectiva de género' es mi mayor anhelo. Es sorprendente todo lo que se avanzó en tan poco tiempo, pero aún tenemos mucho que aprender”, dijo. 

   El equipo interviene en denuncias o consultas sobre violencia contra la mujer en todas sus modalidades (física, psicológica, sexual, económica o patrimonial), violencia intrafamiliar, violencia laboral, hostigamiento, acoso laboral, violencia laboral por embarazo y lactancia, discriminación por orientación sexual, identidad de género y expresión de género, igualdad de oportunidades y ante cualquier otra discriminación. 

"Casos de matrimonio igualitario"

   “En este comando de región hubo casos de matrimonios igualitarios que fueron reconocidos con todos los derechos institucionales”, apuntó. 

   Cano y Masero son compañeros dentro y fuera de la Fuerza e intentan colaborar con la causa de manera profesional y también humanamente. 

   “Como nosotros capacitamos al personal en general, los equipos de género reciben capacitaciones en Buenos Aires por parte del Centro Integral de Género, conjuntamente con personal especializado del Ministerio de Seguridad”, contó la psicóloga. 

   “Los talleres comenzaron siendo mensuales, pero nosotros no tenemos mucho movimiento de personal, por lo que luego empezaron a hacerse dos veces por año”, señaló. 

   El grupo recibe dos capacitaciones anuales presenciales y otras dos virtuales.  

   “Lo que hace el centro es un dictamen sobre lo que se denuncia y sobre cómo actuar. Una vez que comenzaron a crearse centros en otras regiones, el de Buenos Aires empezó a delegar los casos. Allí es donde comenzamos a intervenir nosotros, ya que resolvemos las situaciones a excepción de las que nos exceden. No obstante, la última palabra la tiene la jefatura”, detalló Masero. 

   “Al tener una estructura militar, hay cuestiones reglamentarias, como no tutearse, que se respetan. Las dudas pasan por saber qué es acoso, qué maltrato y dónde comienza el abuso de poder. Una característica del militar es su energía, por ende eso era una duda del personal”, amplió. 

   “Se busca no naturalizar cosas que antes eran habituales”, sentenció Cano.

La lactancia, lo más complicado de adaptar

   Desde sus inicios en Bahía, el Centro Integral de Género de la Gendarmería comenzó a tratar  denuncias sobre falta de igualdad, abuso de poder y discrminación.

   “Para casi todos fue un shock la inserción de la mujer en un ambiente solo de hombres. Con el correr del tiempo, todos se fueron aggiornando”, advirtió Cano.  

   Esa apertura también permitió ampliar la cobertura del organismo. 

   Surgió, por ejemplo, el tema de la lactancia, que habilita a una licencia como en los casos de violencia de género. 

   “El tema lactancia, al principio, fue lo más complicado de adaptar, ya que tenía una reducción horaria o la mujer no hacía servicio de armas, por lo que se retiraban antes de cumplir la jornada laboral. Incluso, a veces, las mismas mujeres cuestionaban esto”, sostuvo Cano. 

   Ambos profesionales afirmaron que en Bahía, al tener un sector operativo y otro administrativo, “es más tranquilo, porque otra llegada entre el personal y los jefes”. 

   “Hubo un tiempo donde no llegaba gente joven y también tuvimos que tratar el tema de la anticoncepción. Además hay una diversidad cultural que no nos permite conocer todo esto hasta toparnos con los casos”, finalizó.