Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Rivadavia y una obra que nació de la discordia

Declarado Monumento Nacional, la obra que homenajea a Bernardino Rivadavia en nuestra ciudad no conformó al jurado. A pesar de ocupar el lugar principal de la plaza homónima, el primer presidente de la historia no tiene fecha para ser evocado.

Mario Minervino / mminervino@lanueva.com / @mminervino

   Bahía Blanca ha mantenido siempre un reconocimiento especial a Bernardino Rivadavia (1780-1845), como resultado de un intento fundacional de nuestra ciudad --fallido-- que el primer presidente llevó adelante entre 1824 y 1825. 
   Por otra parte, Bahía es una Ciudad Sanmartiniana, así declarada en base al nombre asignado a su fuerte, la Fortaleza Protectora Argentina --en honor a José de San Martín, Protector de Perú-- y la voluntad del propio coronel Ramón Estomba de solicitar autorización para erigir un monumento al Libertador en el fuerte, reconocimiento en vida al prócer.
Rivadavia y San Martín fueron enemigos acérrimos, al punto que el primero le negó ayuda en la gesta Libertadora y hasta organizó un complot para asesinarlo.
   Hoy Rivadavia no cuenta con las simpatías de la mayoría de los historiadores, mientras que San Martín sigue siendo el padre de la Patria. De hecho, el 17 de agosto --día del fallecimiento del LIbertador-- es feriado nacional, mientras que Rivadavia no tiene asignado día alguno que lo evoque.

Las obras
   La primera estatua de la ciudad fue dedicada a José de San Martín, inaugurada en 1910 en el parque de Mayo. Pero la primera pensada en el siglo XX fue la de Bernardino Rivadavia, con un concurso de ideas y maquetas realizado en 1908 por la municipalidad, con la idea de inaugurar la obra para el centenario de la revolución de Mayo. 
   Cuando el jurado declaró desierto el concurso, condenó al monumento a esperar 36 años para su concreción.

Los detalles 

   El ex presidente Mauricio Macri firmó un decreto declarando Monumento Nacional a 154 obras del país, dos de ellas de nuestra ciudad: el monumento a los fundadores, en el parque de Mayo, y el de Rivadavia, en la plaza principal.
   La construcción del monumento a Rivadavia no estuvo exento de discusiones, polémicas y dilataciones. 
Concursada por segunda vez en 1929, su financiación fue asumida por el estado nacional, con lo cual no es un homenaje de la ciudad sino "de la Nación", según está grabado en su pedestal. 
   Adjudicada al escultor Luis Rovatti, radicado en el barrio de Palermo, el aporte de los fondos se dilató durante dos décadas, al punto que fue un hecho fortuito el que ayudó a terminar los trabajos. 
   Ocurrió en 1945, cuando el teniente coronel Juan Molinuevo, circunstancial comisionado municipal, pidió autorización al gobierno provincial para mudar la estatua de San Martín del parque de Mayo al centro de la plaza Rivadavia. 
   La decisión generó la reacción en las fuerzas vivas locales, que lo consideraron una afrenta, a Rivadavia y a la historia local. Molinuevo abandonó el cargo unas semanas después de este pedido, sin concretar su idea. 
   Pero la oleada de indignación que generó sirvió para que Nación aportara el dinero pendiente. 
   El monumento se inauguró en julio de 1946, con la presencia del gobernador Domingo Mercante, el comisionado municipal, Julio César Avanza, y una nutrida comitiva de diputados nacionales, entre ellos quien sería presidente de la Nación en 1973, Héctor J. Cámpora.

Cuestiones extras

Un proyecto que ganó, pero que no conformó
   En 1929 el jurado del concurso para el monumento a Rivadavia fue unánime en considerar que ninguno de los 17 trabajos presentados tenía la calidad suficiente para ser materializado. 
   Sin embargo, las bases establecían que, de darse esa situación, se citara a una segunda vuelta a los tres mejores trabajos. 
   De todos modos,  las mejoras no fueron consideradas suficientes y el jurado reconoció que, sino fuera por la exigencia de tener que designar un ganador, lo hubiese declarado desierto, ya que ninguno lo convencía en su totalidad. 
   El ingeniero Guillermo Martín, el arquitecto Enrique Quincke y el escultor César Sforza aprobaron entonces la obra presentada, bajo el seudónimo Lux, del escultor Luis Rovatti, oriundo del barrio porteño de Palermo.

De un hombre con antorcha a una mujer con ofrenda
   Un cambio importante tuvo la obra en su coronamiento. La propuesta original mostraba a un hombre portando una antorcha, el cual fue reemplazado por una mujer, con una ofrenda en su mano. 
   No hay ningún documento que acredite que la estatua de Rivadavia fue orientada hacia el sur para dar la espalda a la Catedral, considerando el enfrentamiento que el primer presidente mantuvo siempre con la iglesia.