Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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Todo el color de una jornada histórica

La columna de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

Fotos NA y Reuters

   Primer campanazo de una jornada que seguramente hará historia. Es la primera vez en 98 años que se realiza una ceremonia del tipo de la que tuvo lugar al mediodía en el recinto de la cámara de Diputados: un presidente no peronista entregándole el bastón y la banda a un presidente peronista surgido de elecciones democráticas.

   El dato no es menor mas allá de cualquier otro juicio de valor, por caso el fracaso evidente de la política económica del gobierno que se va, si se recuerda que hasta no hace mucho el peronismo que vuelve a gobernar a partir de hoy, o una buena parte de esa fuerza, le auguraba a Mauricio Macri una salida traumática, helicóptero mediante, en clara alusión al malogrado final de Fernando de la Rúa.

   Alberto Fernández empezó muy temprano la mañana en su departamento de Puerto Madero, donde desayunó con su pareja y desde hoy primera dama, Fabiola Yáñez, y el infaltable Dylan a los pies de su dueño. El presidente había terminado de madrugada, pasada la una, la última redacción del discurso ante la Asamblea Legislativa, apenas acompañado por Gustavo Beliz, el jefe de Gabinete Santiago Cafiero y su vocero, Juan Pablo Biondi. Rechazó la invitación a una cena tardía y se recluyó en su departamento.

   A esa hora la Plaza de Mayo y sus alrededores comenzaba a tomar el color de las grandes manifestaciones políticas. No faltaron los puestos de choripanes, aunque también stand que vendían el pan dulce navideño con las fotos de Alberto, Cristina Fernández, Perón y Evita. O el vino tinto "Compañeros", con frases alegóricas alusivas al regreso del peronismo al poder. En ambos casos a 200 pesos por unidad. "¡¡Volvimos!!", era el grito más escuchado a esa hora, incluso de quienes aprovecharon para remojarse en la histórica fuente que marco el inicio del peronismo en 1945.

Cristina Fernández defraudó a más de uno que desde temprano se había apostado en la puerta de su piso de Recoleta. La vicepresidente pasó la noche en el PH de su hija Florencia, en el barrio de Constitución, y desde allí en medio de una multitud de seguidores partió poco después de las once hacia el Congreso.

   No fue menos sorprendente Fernández, aunque la presencia de manifestantes en su caso fue sustancialmente menor: salió de la cochera de Puerto Madero al volante de su propio auto, cero pompa y circunstancia, acompañado por Fabiola Yáñez en el asiento del acompañante, y el chofer oficial detrás, para hacerse cargo del automóvil en el viaje hacia la Casa Rosada.

   Sin la tradicional guardia montada de los Granaderos a Caballo que suelen escoltar a los mandatarios electos hasta la explanada del Congreso. Así, deslizó Biondi, Alberto empezó a mostrar "imágenes de lo que quiere ser, un hombre común".

   Esa impronta revelada por el vocero pareció confirmarse con una foto que subió Biondi a las redes donde se lo ve a Fernández, en mangas de camisa y con un vaso de la infaltable gaseosa de pomelo en la mano, minutos antes de viajar al Congreso. Otro gesto inusual del flamante presidente: empujó desde la entrada hasta el recinto de Diputados la silla de ruedas de la vicepresidente saliente, Gabriela Michetti, que fue la responsable de darle la bienvenida en nombre de la Asamblea Legislativa.

   Uno de los datos de color de la jornada en el Parlamento, porque había algunas dudas al respecto hasta las horas previas, fue la presencia de Estanislao Fernández, el hijo del presidente, impecablemente vestido con un traje negro, colorida corbata con tonalidades en rojo y el infaltable pañuelo multicolor de la diversidad en el bolsillo superior del saco. "Dhyzy", como lo apodan por su culto al "drag queen", acompañó luego a su padre y a Fabiola en el caótico viaje hacia la Casa Rosada, luego de que saltaran todas las vallas de seguridad que contenían a la muchedumbre.

   Un dato que tampoco pasó desapercibido, y que se descontaba, fue el funcionamiento del "aplausómetro" una vez que Alberto y Cristina ingresaron al recinto. Ocurrió cuando Michetti leyó la resolución de la Asamblea Legislativa del 13 de noviembre pasado, cuando se consagró la fórmula ganadora en los comicios del 27 de octubre. Alberto fue muy aplaudido, pero Cristina, al ser nombrada, recibió la mejor ovación del mediodía.

   El ingreso de Mauricio Macri al recinto dos minutos después de las 12, para entregarle los atributos del mando a Fernández, constituyó un capítulo aparte de la montaña de apostillas que dejó la jornada. Macri y Fernández se abrazaron, mientras que el saludo de manos entre el ex presidente y Cristina fue helado.

   La vicepresidente se lo hizo notar con un gesto adusto y dando media vuelta de cara. No hubo silbidos ni abucheos al ex presidente, tal vez consecuencia de un guión previamente escrito. El abrazo entre Mauricio y Alberto fue todavía más sentido durante la entrega del bastón y la banda. Esta vez Cristina ostensiblemente se apartó hacia un costado.

   Cuando finalizó su discurso, en medio de una ovación, el presidente saludo a su gabinete, a los gobernadores, a los presidentes y ex presidentes invitados a la ceremonia, tras lo cual se retiró hacia la explana escoltado por Fabiola, Estanislao y Cristina, la nueva "dueña de casa".

   Todavía con los ecos de la marcha peronista que volvió a trona en el espacio del Congreso, y los recuerdos en su mensaje para Raúl Alfonsín, Arturo Frondizi y Néstor Kirchner, el flamante presidente se dirigió en medio de un caótico desplazamiento hacia la Casa Rosada. Para iniciar el camino de su propia historia.

   Su primer posteo en las redes: una foto sentado en el mítico Sillón de Rivadavia, flanqueado por Fabiola y Estanislao, con un corazón de emoji.