Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Héroe de Malvinas: “Volábamos tan al ras del mar que levantábamos las olas”

En el marco de las Olimpíadas de Veteranos de Guerra de Malvinas que tuvieron lugar en nuestra ciudad y finalizaron ayer, uno de los pilotos de A-4D que derribaron al HMS Coventry recordó cómo fue esa hazaña que aún hoy se destaca.

Fotos: Emmanuel Briane - La Nueva.

Federico Moreno/ fmoreno@lanueva.com

Ayer finalizó la 18° edición de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Veteranos de Guerra de Malvinas, que en esta ocasión tuvo lugar en nuestra ciudad, y “La Nueva.” tuvo la posibilidad de hablar mano a mano con Jorge Barrionuevo, excombatiente y piloto del grupo de caza N° 5, reconocido –entre otros méritos-- por haber hundido el buque británico HMS Coventry el 25 de mayo de 1982.

Barrionuevo, oriundo de Rufino (Santa Fe), participó del combate con 24 años, con el rango de alférez de la Fuerza Aérea, e integró dicha institución hasta 2012, año de su retiro.

Entrenamiento de excelencia

Consultado por la preparación para el combate que sorprendió a propios y extraños en abril de 1982, Barrionuevo explicó que si bien los propios integrantes de la Fuerza Aérea no se lo veían venir –“la mayoría volvimos de las vacaciones en marzo”--, “en materia de entrenamiento estábamos en un nivel óptimo, guiados por excelentes jefes de escuadrilla, con ejercicios de tiro frecuentes y resultados de precisión”.

Pero eso sí, el problema no menor que debió enfrentar la fuerza del aire, al punto de que si no se hubiera dado, Barrionuevo sostiene que la guerra se podría haber ganado, fue la falta de armamento adecuado con la que debió lidiar la rama militar con sede en Córdoba.

“Por una ley de 1969 la Fuerza Aérea no podía entrenarse ni desarrollar medios para ataques en el mar. Nuestro nivel era de excelencia pero siempre probado en tierra. Es insólito, en este país hacemos leyes que nos pisan a nosotros mismos”, analizó el piloto de 61 años.

Pese a ello, y gracias a que los mecánicos e ingenieros de la FA debieron apelar a la máxima astucia y coraje para dejar a sus aviones en condiciones de atacar buques, las hazañas de los pilotos argentinos son aún hoy reconocidas y destacadas por propios y ajenos, incluso por la propia fuerza aérea británica, que en ese entonces contaba con tecnología de punta, muy superior a la obsoleta utilizada por nuestro país en Malvinas”.

Bajo para salvarnos

El hundimiento del HMS Coventry, considerado uno de los hitos argentinos en el combate del Atlántico Sur y recreado en diversos documentales internacionales, contó con la participación protagónica del alférez Jorge Barrionuevo.

Luego de partir de Río Gallegos, en un escuadrón de cuatro aviones, y tratando de evitar ser detectados por la defensa británica, ya a 200 kilómetros del objetivo, las aeronaves argentinas iniciaban el vuelo al ras del mar.

“Era tan obsoleta nuestra tecnología que no teníamos ni siquiera un radioaltímetro, algo esencial para saber a qué altura estábamos volando sobre el mar. Volábamos bien al ras porque era lo único que nos mantenía a salvo, para que no nos detectaran los radares ingleses. Volábamos tan bajo, a veces a 2 o 3 metros del agua, que levantábamos las olas, veíamos la estela que íbamos dejando”, graficó Barrionuevo.

“Las bombas las tiramos a 300 metros de distancia del Coventry, pensá que nosotros volábamos a 300 metros por segundo, entonces el tiro era una cuestión sumamente técnica, de calcular velocidad, ángulo, altura –-casi nula--, etc. Veníamos volando tan bajo que para tirar las bombas y no chocarnos con la cubierta, que estará a 8 o 10 metros de altura, tuvimos que levantar vuelo, imaginate”, recordó el veterano.

A la izquierda, su escuadrón. A la derecha, el HMS Coventry hundiéndose

 

“¡Están locos! Si no se matan ustedes los mato yo”

Tal como cuenta el piloto de uno de los A4 Skyhawk que surcaron el cielo malvinense, una parte fundamental de su exitosa participación fue la tarea de ingenieros y mecánicos encargados de adaptar las bombas a los aviones.

“La espoleta cumple dos funciones clave, que no se nos explote la bomba arriba del avión ante cualquier incidente menor y que nos permita huir lo suficiente como para que no nos derribe la envolvente de la explosión”, explicó el santafesino.

“La cosa es que teníamos que adaptar el sistema de lanzamiento a nuestra forma de vuelo de ataque, y lo que hacían los mecánicos era una locura. Para acortar los tiempos, se les ocurrió sacarle vueltas a la espoleta, entonces cada uno se ponía solo en una habitación, por si explotaba, y para poder oír, y empezaba a desenroscarla”, recordó.

“El tema es que habían calculado que unas 40 vueltas estaba bien, pero no sabían cuál era el techo, entonces a cada rato saltaba uno diciendo ‘yo le di 45!’, ‘yo llegué a 50!’. A lo que el teniente los frenó en seco y les dijo ‘¡ustedes están locos, paren! ¡Si no se matan ustedes los voy a matar yo!’ Se acordó parar en 50”, recordó con risas.

El deporte es la excusa para vernos

“Lo que se forma en estos encuentros --las Olimpíadas de Veteranos de Malvinas-- es un núcleo de personas afines con un sentimiento patriótico que no se ve en otro lado. Ni siquiera digo malvinero, es un espíritu patriótico, se entregan con todo en causas como ayudar en inundaciones, por solo poner un ejemplo, de forma tal que parece que no hubieran hecho ya lo suficiente por la patria”.

“Creo que estar presente en cada charla, cada entrevista sobre Malvinas es un deber no solo profesional, sino moral. Yo quedé vivo no por ser mejor que los que cayeron, me tocó, y si quedé vivo mi misión es contar cómo cayeron mis camaradas y cómo quedaron sus familias para que no se los olvide”.

“El suelo de las islas lo pisé una sola vez, el 26 de abril de 1982, estuve unas horas en uno de los tantos vuelos que hacían los Hércules. Hoy volvería solo si me invitaran y si no me tuvieran que firmar el pasaporte. No sé si me generaría algo, tal vez dolor por que ese terruño no sea de nuestra propiedad”.

“Veo extremadamente difícil que nos devuelvan las islas, porque es la única colonia que todavía les da dinero. Y Argentina no tiene el poder de China que logró que le devolvieran Hong Kong. Igualmente la vía siempre debe ser la diplomática, sería una locura volver a intentar por las armas, porque ya se intentó y porque no estamos en condiciones”.

(Barrionuevo vive actualmente repartido entre Chaco y la Capital Federal).