Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Argentina en crisis: “Tenemos que acabar con el mito de que somos un país rico”

Según el economista y docente de la UNS, Carlos Dabús, el punto en común de los colapsos inflacionarios crónicos es que el argentino quiere vivir por encima de sus posibilidades.

Maximiliano Allica / mallica@lanueva.com

   “Esta es una crisis brutal, aunque no es el 2001”, afirma el doctor en Economía Carlos Dabús, docente de la Universidad Nacional del Sur y miembro del Conicet.
   Dabús analizó la actual devaluación e inflación en perspectiva histórica. Distintas opiniones coinciden en que se trata de un eslabón más de una cadena siempre atada a los mismos problemas. Según su mirada, cada una de las crisis de las últimas seis o siete décadas presenta características individuales. Aunque también un punto en común.
   “Muchas veces habrás escuchado que Argentina es un país rico. Eso no es cierto. Tenemos que acabar con el mito de que somos un país rico”, dice. 
   --¿No estamos viviendo un problema similar, por ejemplo, a 2001?
   --Yo tomaría a las crisis anteriores como referencia, pero nada más. Sí veo como punto en común a este problema estructural: el argentino cree que es más rico de lo que realmente es. Tenemos una expectativa de nivel de vida que no es compatible con las riquezas de este país.
   Vamos a los números. El país más rico del mundo, Qatar, genera un ingreso promedio de 120 mil dólares por habitante por año. En el otro extremo hay países del Africa subsahariana, con 800 dólares. Argentina produce 12 mil dólares por habitante por año. O sea, estamos a mitad de camino. Estados Unidos llega a los 55 mil dólares, Australia 60 mil, Inglaterra 40 mil.
   Si vos tenés ese ingreso y querés gastar más, estás obligado a endeudarte. Pero en algún momento te toca pagar esa deuda. Una forma de cubrir ese déficit es bajar tu nivel de vida, lo cual se puede hacer de manera ordenada o no. La forma ordenada es que cada uno gaste menos y que, si en el Estado sobra gente, se la expulse. Que quede claro: yo soy empleado público, no digo que hay que hacer esto ni que me guste. Pero de ese modo se pauta el ajuste y se evitan las grandes fluctuaciones, por ejemplo, en el tipo de cambio.
   --¿Y la desordenada?
   --La que hacemos los argentinos. No hacemos los ajustes de forma pautada porque la sociedad no los tolera. Sin embargo, como veníamos gastando más de lo que teníamos, de algún modo hay que pagar la deuda, porque encima los que te prestaban dejaron de hacerlo. 
   ¿Por qué dejaron de prestarnos? Porque el mundo se complicó, Trump le declaró la guerra comercial a China y Estados Unidos subió la tasa de interés, lo cual impulsó a los grandes capitales a moverse hacia allá, aminorando el crédito hacia países como el nuestro. 
   Para colmo, tus grandes compradores como Brasil y China te demandan menos, además de que tus productos pasaron a tener un valor más bajo.


Quién capitaliza el rebote

   --En Argentina tenemos una larga historia de devaluaciones, inflaciones e hiperinflaciones desde la década del 50 hasta hoy. ¿Cuál es la particularidad de esta crisis?
   --Que el mundo es desfavorable pero no tanto como en 2001. Hoy la soja está en 310 dólares la tonelada y, en 2001, valía 150. El principal producto exportador de la Argentina costaba la mitad. Además el dólar estaba fijado por ley en 1 a 1, en cambio ahora flota. 
   Si el tipo de cambio permanece fijo, pero en un momento no lo podés mantener, explota. En aquella oportunidad los inversores se empezaron a dar cuenta de que esa paridad no era sostenible y se empezaron a ir. Esa fue la peor crisis de toda la historia económica argentina.
   --¿Por qué?
   --Lo fue en términos de caída del Producto Bruto, que se desplomó un 20% entre 1998 y 2002. Ese último año se cayó el 11%, una catástrofe. Este es un escenario menos dramático. La producción va a caer un 2% en 2018 y el dólar desde hace un año aumentó un 100%, cuando en 2002 tuvo un alza del 300%. 
   Obviamente, si vos le contás a un europeo sobre la actualidad y le decís que tuvimos una devaluación tan brusca en un mes, no te lo cree. Pero nosotros sí sabemos de qué se trata.
   --¿Qué sigue?
   --La historia de siempre: tras una devaluación viene un aumento sostenido de precios. Pero una cosa es que se manifieste la inflación en todo lo que subió el dólar, o sea que este año hubiera un 100% de alza de los precios, y otra distinta es esto, ya que la inflación interanual (de septiembre de 2017 a agosto de 2018) está en poco más del 30%. El dólar está mucho más despegado y esto favorece a los sectores exportadores.
   Lo que sigue es que se revierta el déficit de balanza comercial, porque el exportador va a tener mejores condiciones y el importador va a disminuir su actividad. También se va a dar vuelta la balanza turística, que probablemente se vuelva superavitaria en breve porque viajar el exterior es mucho más caro y, a la inversa, para los extranjeros es más barato venir.
   --Luego de cada devaluación viene un rebote. ¿Sería esperable para el año próximo?
   --Después de una crisis brutal como esta, la economía debe experimentar una mejora debido a ese mayor ingreso de dólares que recién mencionábamos, aunque no sé si será el año que viene o el otro. Eso va a permitir cierta recuperación del nivel de vida.
   --Este punto tiene un trasfondo político. En 2019 hay elecciones presidenciales, ¿quién capitalizará ese rebote?
   --Nadie lo sabe. Dudo que sea en 2019 porque el mundo no es favorable. Por lo demás, yo hago análisis económicos, no políticos.


El origen y el futuro

   --¿Por qué la Argentina hace 6 o 7 décadas que no puede salir de la trampa de la inflación?
   --El inicio se puede ubicar en un plan de ajuste de 1952, aplicado por el ministro Alfredo Gómez Morales, del primer gobierno de Juan Domingo Perón.
   A ver: ¿por qué sube el precio de un producto? Porque la producción de ese bien disminuye o porque la gente quiere comprar más de lo que hay, es decir, se observa un incremento de la demanda. En general, es muy difícil que la producción disminuya a nivel global de la economía. Puede ocurrir un año, pero no de manera sostenida.
   Cuando un país tiene inflación crónica ocurre que la demanda, lo que se quiere gastar, está por encima de lo que se puede producir. Dicho de otro modo, queremos vivir por encima de nuestras posibilidades, lo que te decía al principio de la nota. El día que nosotros entendamos que tenemos un cierto nivel de vida, y los gobiernos no cometan el error de hacerle creer a la gente que está por arriba de lo real, podremos dejar a la inflación en el pasado.
   --Mencionó el año 1952. Muchos le echan la culpa al peronismo.
   --No sé de quién fue la culpa. En aquel momento se evidenció que la inflación era un problema y se hizo un plan para combatirla. De todos modos, pensá que en el año 52 la evolución de los precios fue menor al 40% anual. En la hiper del año 89, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, llegó al 5.000%. 
   Aquí vale otra aclaración. No es lo mismo inflación alta que hiperinflación. Esto último sucede cuando hay un gobierno que ya no tiene ningún respaldo ni margen de maniobra. Es más, en el 89 el alza más brusca se dio durante un lapso muy breve. En este momento ocurre otra cosa. Igualmente, para terminar, dejame dar una buena noticia.
   --Adelante.
   --De acá a 5 años o poco más, el complejo de Vaca Muerta permitirá aumentar las exportaciones del país en unos 20 mil millones de dólares. Hoy el país exporta 60 mil millones, o sea que estamos hablando de un tercio más. Para dar una referencia, el complejo granario debe estar exportando unos 9 mil millones. 
   La explotación de hidrocarburos debería permitirle a la Argentina ingresar en una senda de crecimiento más estable. No digo a tasas chinas, pero sí evitar estas crisis. Y que el ingreso por habitante por año suba, eventualmente, de 12 mil a 16 mil dólares. Claro que los argentinos siempre podemos hacer algo para arruinarlo. Esperemos que no sea así.