Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Levántate y anda, lo justo

   Último fin de semana de agosto y para quienes reniegan del frío pensar en el mes venidero, es estimulante.

   Tal vez, aguarda la llegada de la primavera y mira con resignación a través de la ventana, a esos hombres y mujeres, que pasan corriendo frente a Usted como si fueran seres angelados; cada zancada le recuerdan que debe poner el cuerpo en movimiento.

   Tal vez está dentro del grupo “runners”, que corre y corre y no hay temperatura, ni viento, ni lluvia que lo detenga.

   ¿Correr está de moda? ¿Aporta beneficios psicológicos? ¿Puede ser una adicción?

   Con el paso del tiempo sabremos si correr es una moda; lo que es innegable es el crecimiento de una industria que se despliega en torno a una actividad “casi básica”, que crece día a día que reporta varios beneficios para la salud.

   Resulta indiscutible la estrecha relación entre actividad física y cerebro. Alcanzan 15 o 20 minutos de movimiento para dejar atrás las preocupaciones y el estrés que acorralan cotidianamente, en los que a veces pareciera no encontrarse la salida; pues correr desciende los niveles de ansiedad y hace que la persona experimente mayor bienestar.

   Consecuentemente, permite escapar de la espiral a la que se suele caer cuando los problemas gobiernan la mente. Al correr, máxime en ciertas geografías, las ideas recurrentes y hasta obsesivas pasan a otro plano; no solo llega la calma sino que en ocasiones aparecen soluciones, impensadas en estado de reposo.

   Quienes corren como parte de su rutina, aseguran que la mente se reconcilia con el cuerpo, favorece el autoconocimiento, empodera, tonifica no solo los músculos sino también la confianza, aumenta la confianza y la autoestima.

   Mejora el humor, estimula a aceptar nuevos desafíos y genera hasta un estado de euforia; puesto que al correr es como si el sistema endócrino se espabilara: se liberan endorfinas, “participa” también la dopamina generando sensación de bienestar, que a su vez está regulada por la leptina, hormona que dispara la sensación de saciedad.

   ¿Dónde situar el límite?

   Paralelamente al cúmulo de beneficios que aporta esta actividad física, está la otra cara de la moneda; suena con mayor frecuencia la palabra “runnorexia”. Tal concepto se emplea para describir el fenómeno de estos tiempos. Correr es placentero, pero del gusto a la práctica desmedida, y hasta obsesiva, hay un solo tranco.

   La runnorexia está vinculada al Síndrome del sobreentrenamiento, en el que se pierde la perspectiva real. Si bien ante una competencia hay mayor entrenamiento, cuando surgen síntomas tales como: depresión, irritabilidad, ansiedad y todo queda sujetado a la posibilidad de calma que solo aporta correr, estamos frente a un problema.

   El cuerpo deja de “ser escuchado”, el cansancio, el agotamiento, los dolores no son registrados. A su vez, amistades y salidas quedan postergadas, relaciones familiares y hasta obligaciones laborales pasan a un segundo plano; la atención es acaparada por las zapatillas y el cronómetro.

   Si bien una base biológica puede condicionar esta adicción, es sabido que la dependencia involucra tanto sustancias como conductas: el trabajo, las compras, en este caso correr.

   Todo es cuestión de medidas; si cualquier escenario es visualizado solo como una pista para correr, si en el círculo de amigos solo quedan los del “grupo de correr”, si dejar la actividad por un día genera remordimiento, estamos frente a un problema.

   Si transcurren horas, días, meses y las acciones se limitan a estar sentado y el sedentarismo se convierte en hábito, también estamos frente a un problema.

   Todo es cuestión de medidas. ¡“Levántate y anda”!