Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Juan Curuchet a 10 años de ganar la medalla olímpica: “Valió la pena”

El ciclista marplatense, quien subió a lo más alto del podio en los Juegos de Beijing, valoró el esfuerzo de haber resignado varias cosas en pos de su objetivo.

Gustavo Carlos Astolfi / gastolfi@lanueva.com

   “Los sueños se pueden cumplir, pero hay que dejar muchas cosas de lado”.

   A 10 años de conseguir la medalla de oro en la prueba madison de ciclismo de los Juegos Olímpicos de Beijing junto a Walter Pérez, Juan Esteban Curuchet continúa dejando su mensaje y haciendo hincapié en el esfuerzo que debe hacer un deportista de alto rendimiento para poder cumplir sus objetivos.

   A los 53 años y alejado de las grandes ciudades, el marplatense mantiene los ideales que tuvo durante sus 26 años como deportista de alta competencia.

   “Cuando empezás a ver que tu condición genética se adapta al alto rendimiento, que la mente acompaña a esa genética y la pasión nunca se apaga, empezás a darte cuenta de que esos sueños son posibles de cumplir. También cuando vas creciendo deportivamente ves que esos sueños tienen un gran compromiso personal, una gran dedicación, pero sobre todas las cosas saber que hay muchas cosas que vas a tener que dejar de lado para poder cumplirlos”, mencionó.

   “Valió la pena”, es la frase que Juan no se cansa de repetir. Corta y contundente. Así lo siente. Como si todavía estuviera arriba de la bici.

   “Uno recuerda todas aquellas cosas en que se limitó y dejó de lado por cumplir un sueño. Pero sabe que es algo   que tenemos los deportistas de alto rendimiento: el amor al himno, a la bandera y a la camiseta. Yo creo que esas cosas fortalecen lo que se resigna. Se dejan de lado, entre otras cosas, la familia y los hijos, con quienes no podés compartir momentos de la vida porque estás con una valija armada representando al país. Cuando terminás tu carrera deportiva y hacés el balance, que yo lo puedo hacer hoy, ahí ves que valió la pena”, sostuvo.

   La hora del retiro llegó tras la conquista de la medalla dorada.

   “Lo tomé muy bien. Me bajé de la bicicleta a los 44 años y con un gran esfuerzo en los últimos años, entre los Juegos Olímpicos de Atenas y Beijing. Acumulé más de 124.000 kilómetros en cuatro años. Voy a decir algo que espero que se entienda y a aquellos que hoy están detrás de un sueño les quiero dejar un mensaje. Yo salí campeón del mundo tomando Coca Cola Light, y gané la medalla olímpica tomando agua. Creo que ahí se entiende cuánto más hay entre un campeonato del mundo y un juego olímpico. Es un ejemplo claro de todos los detalles mínimos que se deben tener en cuenta para una Olimpíada. El mensaje es claro: lograr grandes cosas es una suma de pequeños detalles. La preparación la conocen todos. Hay que cuidarse, tener una buena alimentación, etc. Ahora los pequeños detalles hacer los grandes resultados”, resumió.

   Actualmente se encuentra disfrutando de un descanso lejos del ruido de la ciudad.

   “Estoy alejado del centro de Mar del Plata. Vivo en el campo, en la zona de Estación Chapa, en Batán, junto con mis padres y mi hermano Gabriel. Estoy retirado y buscando tranquilidad. En los años como deportista de alto rendimiento, los ocho años que estuve en el Comité Olímpico y los cuatro como senador provincial viví en una vorágine acelerada. Me tomé un año sabático después de tanta intensidad. Estoy en calma, no pensando en nada, tratando mi cuerpo y haciendo mucha gimnasia, pero por sobre todas las cosas poniendo mi mente en blanco. Lo necesitaba después de tantos años. Siempre fui una persona que tomaba objetivos a cuatro años y sentí la carga, por eso necesitaba un descanso”, mencionó.

   La familia continúa siendo un apoyo fundamental en la vida de los Curuchet.

   “Mis padres están muy bien. Después de tanto tiempo, estoy disfrutando de ellos, que son grandes. Siempre salen las anécdotas. No dejan de estar en los almuerzos, los mates. Siempre recordando las cosas que hemos vivido y haciendo balances positivos con una mirada hacia adelante, que es lo más importante. Tengo 4 hijos (Martín, Kevin, Juan Ignacio y Martina) y una nieta (Juanita, hija de Martín)”.

   -¿Seguís sintiendo el reconocimiento de la gente en la calle a pesar del paso del tiempo?

   -Sí, donde sea me reconocen. A 10 años, todavía la gente recuerda el título como si fuera hoy. Eso es algo muy lindo porque sentís que te metés dentro del ADN de la sociedad. Muchas veces cuenta más historias la gente que lo que uno les puede aportar. Incluso en los hoteles. Por ahí no de cara, ya que nosotros corremos con casco y no se ven tanto las facciones, pero cuando presentás un documento te reconocen. Es muy lindo sentir el afecto de la gente. El otro día fui a dar una charla de incentivo a la parte gerencial y voluntarios de los Juegos de la Juventud, eran unas 700 personas estaban en un teatro. Cuando terminé la charla puse un video de los Juegos Olímpicos con una música de Pappo y me emocionó cómo se pararon todos a aplaudir eso. Ese es el mejor reconocimiento. Me fui con el alma llena, sabiendo del afecto recibido.

   Aquí el video...

   -¿El logro de ustedes toma aún mayor valor con el paso del tiempo?

   -Fue un hecho histórico (perdón que lo diga yo). Ha quedado marcado como uno de los momentos importantes del deporte del país. Uno se siente muy feliz de que la sociedad lo reconozca de esa manera. No es fácil ganar una medalla olímpica, ni mundial, ni en la Copa del Mundo. Sabiendo el significado de la diferencia de cada uno de esos escalones, sé lo complicado y el gran esfuerzo que van a tener que hacer los jóvenes para lograrlo. El mensaje es que los sueños se pueden cumplir. Hay que soñar en grande y comprometerse con el sueño porque las medallas no se compran. Yo te puedo dar un millón de dólares, pero no se puede comprar. Hay que poner tiempo, dedicación, amor, y, a medida que uno va creciendo, hay que empezar a buscar en la vida disparadores que son los que hay que utilizar en los momentos más difíciles. Lo que uno puede meter en su mente, como lo que mis viejos hicieron por mí, lo que vas dejando de lado (el nacimiento de tus hijos en el que no estuviste, los primeros días de clases...). Todos aquellas cosas en las que no disfrutaste deben ser disparadores para que en los momentos decisivos puedas usarlos para cumplir ese gran sueño.

El recuerdo: “En una época Bahía fue cuna de corredores”

 

   “Las carreras en el Parque Independencia, en el autódromo y en el velódromo eran espectaculares. Hicimos muchos viajes a Bahía, que fueron parte de ese cimiento que fue el que nos dio la posibilidad de cumplir el sueño. En una época, Bahía fue cuna de corredores y por la cantidad de carreras que hacían. Uno siempre lo tiene como un grato recuerdo”.

   Seriedad. “Lo más importante en la vida es la palabra. Y eso viene de los cimientos que nos dieron mis padres. Ellos han sido las personas que nos cargaron de valores importantes para poder desarrollarnos como personas”.

   El recordar es diario. El momento en que me ponen la medalla y me la llevo a la boca y la beso sentí que flotaba, que estaba a 10 centímetros del piso. Allí rebobiné toda mi vida en segundos. Fue como un deja vú. Sos sensaciones únicas. Ojalá pudiera expresarle a quienes están leyendo esta nota y que puedan entender lo que pasó. Se me rebobinaron 20 años en un segundo”.

“Fue una gran satisfacción encender la llama de los Juegos de la Juventud”

 

    “Fue una gran satisfacción encender la llama de los Juegos de la Juventud. Cuando empiece la competencia voy a estar cerca de los jóvenes para darle una mano en lo que es incentivo, charlas, tranquilidad y volcarles un poco la experiencia acumulada. Voy a ayudar al Comité Olímpico, a Gerardo Werthein, que es el presidente de la entidad, que ha transformado el deporte en Argentina y a Leandro Larrosa, que es el CEO de los Juegos.